ENTREVISTA

Garbiñe Espejo, CCOO: “No existe una política industrial en el Ministerio, sólo políticas de cubrir necesidades”

Garbiñe Espejo (Bilbao, 1978) es secretaria general de Comisiones Obreras de Industria desde junio del año pasado. En esta entrevista exclusiva con industry TALKS, la dirigente sindicalista abordó temas como la reforma laboral, la reconversión industrial, la brecha salarial por razones de género, así como los retos y oportunidades del sector. Se mostró muy crítica con el Ministerio de Industria, dirigido por Reyes Maroto, por no haberles tenido en cuenta en los trabajos preparatorios del PERTE del vehículo eléctrico y, más recientemente, en el de los semiconductores. También confirmó que CCOO y UGT organizarán, el próximo 21 de junio, una jornada de movilización sindical para exigir al Gobierno un Pacto de Estado por la Industria que sea interministerial y esté ampliamente consensuado en el Parlamento.

¿Qué efectos positivos y negativos está teniendo la reforma laboral para el mundo de la industria?

Los efectos que ha tenido la reforma laboral para todos los sectores industriales son positivos, de manera global, porque lo que teníamos hasta ahora en la industria eran trabajadores de primera o de segunda, sobre todo en la aplicación del convenio colectivo y la modalidad contractual. Por ejemplo, a los compañeros y compañeras de subcontratas se les aplicaba el convenio que estaba por debajo en cuanto a salarios. Con la reforma laboral, hemos conseguido que se les aplique directamente el convenio colectivo del sector. Y con respecto a la modalidad contractual, en el sector industrial en concreto, pero no sólo en él, estaba habiendo un abuso de la contratación temporal y lo que hemos conseguido es que, por defecto, todos los puestos de trabajo en sí sean indefinidos y lo que hay que ver es si existe una eventualidad o no para cubrirlos. En este aspecto, lo negativo radica en que las empresas pueden convertir todos los contratos eventuales en contratos fijos discontinuos. Y lo que CCOO de Industria no va a permitir es buscar un agujero, una fórmula para esquivar lo que hemos conseguido y colarlo a través de los convenios colectivos. Vamos a exigir, porque creemos que así hay que hacerlo para negociar, un diagnóstico sobre la eventualidad y la flexibilidad que pueda necesitar cada sector, porque también somos conscientes de que la flexibilidad interna es necesaria en las empresas. Hay que tener en cuenta que no es casualidad que las únicas dos patronales que se abstuvieron en el acuerdo de reforma laboral fueron de los sectores industriales: la patronal del campo y la patronal del auto, ANFAC. En el sector del auto tenemos fábricas constructoras con relevos enteros de personal eventual. La reforma laboral ataca directamente la precariedad del personal eventual también en el sector del automóvil.

En la reforma hay cambios en la modalidad contractual, está el mecanismo RED [un nuevo tipo de ERTE], la aplicación de los convenios, se habla de que la propia eventualidad será como máximo de seis meses, pero que en la negociación colectiva podrá ir de seis a doce meses. Y eso nos da cancha para la negociación colectiva.

Sin embargo, normalmente se entiende que, en la industria, el empleo es muy estable y hay menos precariedad…

Sí, en cuanto a estabilidad en el empleo, pero esa estabilidad no se refleja en la modalidad contractual. Hasta ahora hemos tenido muchos trabajadores y trabajadoras con contratos de obra y de servicio, que se suponían que eran para trabajar determinada pieza en una cadena de producción, pero así se tiraban años, lo que generaba problemas en la vida personal, por ejemplo, para pedir un préstamo para la adquisición de una vivienda.

Con estos mimbres de la reforma laboral y teniendo en cuenta la crisis casi sistémica actual, energética, geopolítica, de componentes… ¿cómo ve el panorama general industrial en España?

Ya la Comisión Europea marcó el objetivo de potenciar la industria manufacturera y alcanzar el 20% del PIB que no sólo no lo hemos alcanzado, sino que hemos disminuido ese porcentaje. En 2000, el peso de la industria en el PIB era del 18,6% y el último dato que tenemos es de 14,6%. Estamos perdiendo peso y estaba claro que iba a pasar eso porque no está habiendo una política industrial en el país. Y no sólo eso. Tenemos una industria muy débil, porque la gran mayoría de nuestras empresas son pymes o micropymes, que tienen más dificultades para afrontar los cambios o las posibles crisis. Además, tampoco existe una soberanía industrial en este país. Eso lo ha demostrado la crisis del COVID-19. En cuanto hemos necesitado materias primas de fuera o con la deslocalización de las cadenas de valor, se ha demostrado que esa dependencia de la industria española respecto a las del exterior ha puesto en riesgo el desarrollo en clave industrial.

El Gobierno está trabajando en el proyecto de la Ley de Industria y ha creado el Foro de Alto Nivel de la Industria Española… ¿Es suficiente en su opinión? ¿Han podido ver el borrador de la futura nueva normativa?

Ya era hora de que hubiese una nueva Ley de Industria en este país, porque la última es de hace dos décadas. A todos se nos llena la boca de transición justa, transición digital, transición ecológica, pero si esas transiciones se tienen que sustentar en una ley de hace 20 años… pues mal vamos.

Recibimos el borrador del proyecto de ley [hace tres semanas]. Tenemos de plazo en esta participación pública para aportaciones hasta el 17 de mayo. Me parece de vergüenza que la base de ese borrador no se haya trabajado con los agentes sociales, como se hizo, y es un ejemplo muy sencillo, con la reforma laboral, donde, organizado por el Ministerio de Trabajo, cada coma, cada punto, cada palabra fueron trabajadas de manera consensuada y concertada tanto por los sindicatos como por la patronal. El borrador de la Ley de Industria, no. Lógicamente, somos una organización responsable y hemos estado trabajando en las aportaciones que haya que hacer. Pero CCOO de Industria no va a una mesa con el menú de los que se va a comer ya puesto. Queremos estar en la cocina y trabajar también en el menú previamente… No se ha trabajado el borrador, pero, aún así, bienvenido sea, si finalmente termina como debe. Es verdad que también tenemos participación a través del Foro de Alto Nivel de la Industria Española, donde también haremos aportaciones. Pero la crítica al Ministerio de Industria es que el trabajo y la concertación social se hacen desde la cocina, por decirlo así, y no directamente sentadas con el menú puesto encima de la mesa. Y lo mismo nos pasa con los PERTE, donde somos muy críticas…

Gabiñe Espejo, tras ser elegida secretaria general de CCOO de Industria en junio de 2021.

¿A qué se debe esa actitud del Ministerio?

El primer PERTE fue el del coche electrificado. Se presentó a mediados de julio en la Moncloa, y nos enteramos dos días antes, con una llamada de teléfono donde nos invitaban a participar en el acto de presentación. Les dijimos que queríamos estar en la elaboración previa. Y no sólo no estuvimos, sino que en el acto de presentación en la Moncloa el Gobierno no nombró ni una sola vez ni a los trabajadores y trabajadoras ni a los sindicatos. Tanto UGT-FICA como CCOO de Industria estuvimos presentes en esa presentación, pero no tuvimos voz, a diferencia de la patronal.

El siguiente PERTE al que nos invitan es el del hidrógeno verde, que fue en diciembre. Y fue el mismo modelo. Ahí ya tuve que declinar la invitación. Les dije directamente que no cuenten con CCOO de Industria para ningún otro acto de presentación de PERTE, si previamente no hemos estado en la elaboración del mismo. Ya se lo habíamos dicho en julio. Ya se lo trasladamos, incluso adelantamos, porque quienes tenemos un conocimiento de primera mano de los riesgos que puede haber en los sectores industriales somos quienes estamos con los trabajadores y trabajadoras. Al Ministerio de Industria le dijimos en septiembre, que se avecinaba una crisis muy profunda en el sector del auto, que poco recorrido iba a tener el PERTE del coche electrificado si va a destruirse empleo como está destruyendo la crisis de los semiconductores, y que había que tomar medidas contundentes que frenasen la destrucción de empleo. Es verdad que en las grandes fábricas del auto siempre ha habido músculo sindical, alcanzando convenios de flexibilidad, pero esa flexibilidad la utilizaban las empresas para finalizar los contratos eventuales.

También le indicamos a Reyes Maroto que necesitamos recuperar la soberanía industrial, en este caso en el auto, en cuanto a las fábricas de semiconductores que no existen en España. Luego, el 5 de abril, leímos en los medios que el Ministerio de Industria aprobaba un PERTE de semiconductores. Fue entonces cuando nos enteramos. Esto ya es un punto de inflexión para CCOO de Industria. De la misma manera que exigimos al Gobierno que pase de las palabras a los hechos, la Federación, desde la responsabilidad, también debe pasar de las palabras a los hechos. Y los hechos son la movilización. No nos queda otra que conjugar la movilización con seguir exigiendo estar presentes en los espacios de concertación social, porque ya está habiendo una reconversión industrial en este país y no está habiendo en ella una participación de los trabajadores representados por los sindicatos mayoritarios. Si no hay una perspectiva de clase trabajadora a la hora de hacer esos diferentes PERTEs, probablemente haya una transición ecológica y digital, pero no será justa, porque quienes pagarán esas transiciones serán los trabajadores con la destrucción de empleo si no se toman medidas.

¿Cómo se concretan esas movilizaciones?

Hicimos la reflexión, en nuestros órganos de dirección y también en el Comité Federal, donde están representadas todas las secretarias generales de las federaciones de región y nacionalidad, donde analizamos que, de una vez por todas, había que dar un paso al frente, porque veíamos que se seguían elaborando políticas de reacción, más que estratégicas, para la industria de este país, que las políticas de reacción eran y son tiritas para los sectores industriales que no garantizan el futuro del desarrollo industrial, y que nos toca tirar del carro y exigir un Pacto de Estado por la Industria en España, porque se están trabajando documentos y borradores -el último es del mes de octubre-, pero desde entonces tampoco hay noticias. El borrador de octubre podría servir entonces, pero, a día de hoy, queda insuficiente, porque hay muchísimas cuestiones que hay que reforzar en ese Pacto de Estado por la Industria. De la misma manera que la crisis sanitaria nos mostró las vergüenzas del modelo económico y productivo y en concreto del industrial, el conflicto en Ucrania nos ha vuelto a demostrar la dependencia energética que existe en España. Se viene hablando mucho del coste energético, pero no es solo ese el problema, también deriva del sistema de fijación del coste energético. En el momento en que tenemos las energías más altas metidas en esa ecuación, como es el propio gas, eso dispara de una manera brutal el coste de la energía que sufren no solo todas nuestras empresas industriales, especialmente las electrointensivas y sobre todo las de gas como son las de cerámica y vidrio, sino también las familias. Y la pobreza energética cada vez es mayor…

Volviendo a las movilizaciones… ¿Cuál será el lema? ¿Cuál es el calendario?

Una de las cuestiones principales que hemos visto es que el Pacto de Estado por la Industria tiene que ser un pacto consensuado por el conjunto del arco parlamentario en el Congreso. Damos por hecho que Vox no va a entrar porque no reconoce el sindicalismo de clase y confederal. Queremos hacer el trabajo de reunirnos con todos los grupos parlamentarios. Pedimos responsabilidad de todos y cada uno de ellos para avalar y empujar de manera conjunta ese Pacto de Estado por la Industria. De nada sirve un Pacto que se apruebe en los próximos meses por el Gobierno actual, si, en las próximas elecciones, hay un nuevo Gobierno y se cambia. Eso nos está pasando con las leyes de Educación que hemos tenido ni sé cuántas en los últimos años.

Pensando que es necesario un amplio consenso del arco parlamentario, entendíamos que tiene que estar empujado también por las dos federaciones de mayor representatividad. Nos pusimos en contacto con los compañeros y compañeras de FICA-UGT que, de manera responsable, se sumaron a nuestra propuesta de exigir al Gobierno el Pacto de Estado por la Industria. Desde CCOO ya tenemos convocadas 17 asambleas territoriales para socializar con todos los delegados y delegadas en qué tiene que consistir un Pacto por la Industria en España, el porqué de ese Pacto porque cuando CCOO se movilice el 21 de junio por este Pacto no lo hará solo por los trabajadores y trabajadoras de esa industria sino también por el conjunto de la ciudadanía. Como ya dijimos antes, el empleo de mayor calidad y de mejores condiciones laborales siempre ha sido el de la industria; los salarios más altos, por norma general, siempre han sido los industriales y eso repercute de manera directa en el propio Estado del Bienestar, es decir, servicios públicos, sanidad, enseñanza… Por tanto, reindustrializar la economía de este país es fortalecer, de una forma directa, los servicios públicos.  Por eso creemos que es importante hacer esta labor de pedagogía y de socialización del conjunto de la ciudadanía.

¿Qué temas consideran imprescindibles dentro de este Pacto de Estado?

Que englobe al mayor arco parlamentario posible y que incluya, de una manera directa, un compromiso interministerial. Esto no puede recaer solo en el Ministerio de Industria, también tenemos que hablar de transición ecológica, dependencia energética, innovación -las empresas industriales tienen que conseguir aumentar el valor añadido de su actividad y su desarrollo-, igualdad -qué medidas tenemos que poner encima de la mesa para que las mujeres también trabajemos en la industria-, y esto está vinculado con la formación, con la educación, en cómo rompemos el sesgo de género en la orientación laboral, cómo adelantamos la formación, es decir, cómo nos adelantamos en formar a esas trabajadoras y trabajadores en la reconversión industrial que ha venido para quedarse, para que no se queden tiradas y tirados, qué nuevas necesidades formativas van a existir, el reforzamiento de la formación dual que quizás en Euskadi se ha desarrollado de una manera más avanzada que en el resto del Estado. Todos estos ministerios deben coger más peso en el Pacto de Estado para la Industria. Además, este Pacto debe reconocer un espacio de concertación social, donde se siente el Ministerio correspondiente, sindicatos y patronal para hablar de los diferentes PERTEs, por ejemplo.

¿Creen que se están gestionado bien los PERTEs? Hay bastantes críticas a este respecto…

En cuanto a la parte administrativa, lo que percibimos es lo que nos trasladan los compañeros y compañeras desde las empresas y es que efectivamente está habiendo muchísimas dificultades para las solicitudes de los PERTEs. Para nosotros, el mayor hándicap que están teniendo estos PERTEs es que no están teniendo una visión sindical. Mal está empezando la construcción de la casa si los cimientos no tienen en cuenta una de las tres patas que conforman el PERTE. Lo que se supone que tendrían que hacer es acompañar a los sectores tradicionales en esa transformación, pero también incluyendo a los trabajadores y trabajadoras. Y eso no está ocurriendo. Por eso, uno de los principales motivos de la movilización del 21 de junio es que el cambio ya está encima de la mesa y que, si no se tiene en cuenta a los trabajadores y trabajadoras, las consecuencias van a ser preocupantes.  

Ha hablado de reconversión industrial… ¿No estamos ante una reindustrialización?

Son conceptos diferentes, creo. No, no estamos ante una reindustrialización. Estamos perdiendo peso. Lo que tenemos que hacer es reindustrializar la economía, que haya mayor peso de la industria en el PIB. Ya estamos en una reconversión industrial, porque se están reconvirtiendo los distintos sectores industriales. El claro ejemplo es la industria del auto. Pero eso no quita para que haya una pérdida de la industria en España.

No parece muy optimista…

Soy muy optimista. Y mi organización también. De hecho, pienso que estamos en un momento de oportunidad para la industria en España, pero también puede ser un momento de riesgos, si las debilidades y las amenazas no se analizan con la perspectiva sindical. Eso es lo que no está habiendo. Las debilidades ya las conocemos. Además de lo que concierne a la parte de energía, está la deslocalización que ha habido en este país de todas las cadenas de valor. Ya vemos los frutos, por desgracia, de la crisis sanitaria. Ahora toca tomar todas las medidas necesarias para recuperar esa parte de la deslocalización y que las cadenas de valor regresen a España. Eso no se está dando. El PERTE del coche electrificado, que es al que se está dando más bombo y platillo, no recoge toda la cadena de valor del PERTE. No podemos hablar solo de las constructoras de autos y de componentes, sino también de los concesionarios, los talleres, el mantenimiento del coche electrificado, que nada tendrá que ver con el del coche de combustión. Todas esas cuestiones no se han tenido en cuenta en el PERTE del coche electrificado, porque no se ha tenido la visión global de lo que va a conllevar esa transformación.

En este sentido, ¿por qué no han participado ustedes en ese PERTE?

Eso tendrá que responderlo el Ministerio de Industria. No tengo respuesta.

¿Qué les ha dicho la ministra Maroto?

Que no nos preocupemos. El 22 de noviembre convocamos una concentración ante el Ministerio de Industria por el futuro del auto. Eso estuvo vinculado con un ERE que teníamos encima de la mesa de Pilkington, en Sagunto, una muestra más de la deslocalización. La amenaza de Pilkington era trasladar la actividad a Italia. Fruto de esa concentración, conseguimos arrancar el compromiso del Ministerio de Industria de que, en diciembre, se iba a convocar la Mesa del Auto para trabajar en el seguimiento del PERTE. Nos convocaron el 9 de diciembre; hubo otra reunión en enero-febrero, pero no está dando ningún tipo de fruto productivo. Hasta cierto punto puedo entenderlo por el problema del conflicto en Ucrania, pero no es un motivo suficiente. Es una consecuencia de esa política de reacción, de ir poniendo parches…

¿Quiere decir que la política del Ministerio no es proactiva?

No existe una política industrial en el Ministerio de Industria. Existen políticas de cubrir el momento y las necesidades. Por ejemplo, el PERTE de semiconductores, ¿alguien sabe lo que va a dar de sí? Primero, respeto a los trabajadores y trabajadoras, que creo que no está habiendo el suficiente. Es verdad que cada día nos levantamos con un problema nuevo, pero, si hubiese una estrategia elaborada de desarrollo de una política industrial en España, estoy segura de que no iríamos a una política de reacción para tapar vías de escape.

La mujer en la industria no está teniendo el papel suficiente. Su importancia en la sociedad no se traslada al sector. ¿Qué medidas son necesarias para que haya más mujeres en toda la cadena de valor y dentro de cada fábrica en oficinas y en producción?

El problema principal que tenemos las mujeres es que, cuando nacemos, nos ponen la etiqueta de la profesión a la que tenemos que orientarnos. Normalmente, los cuidados, de una manera general. La base está en la educación, por un lado, en los hogares, en las familias, pero acompañada de orientaciones laborales sin sesgo de género, es decir, que a las mujeres también nos enseñen que nos podemos poner un buzo y nos podemos manchar las manos de grasa. Eso va a llevar tiempo. No será de la noche a la mañana. En ese tránsito las medidas hay que tomarlas desde las empresas y las fábricas. Ahora mismo tenemos la herramienta con los planes de igualdad, donde se incluye la incorporación de mujeres. Si uno de los requisitos que ponen las empresas para contratar es la experiencia en el sector, eso ya es una discriminación directa porque la mujer seguramente tiene menos que el hombre en la industria.

Las empresas se tienen que creer que son necesarias acciones positivas para que las mujeres trabajemos también en la industria. Con acciones positivas me estoy refiriendo a que, en igual condición entre hombre y mujer, habrá que contratar mujeres en puestos de trabajo donde estén infrarrepresentadas. Y apostar muchísimo por los planes de igualdad. Es la herramienta no solo para que el modelo productivo sea igualitario, en representación de mujeres y hombres. Porque en la industria también se da el caso inverso. Por ejemplo, en la industria conservera hay más mujeres. Pero sus puestos de trabajo están menos valorados que los de los hombres, cuando el valor añadido del puesto de trabajo de la mujer en la conservera es más alto que el del hombre, por ejemplo. La brecha salarial de género en esta industria es de un 29,7%. Esta circunstancia fue el motivo principal por el que no firmamos el convenio estatal de conserveras.

También hay que salir del mito de que las mujeres no queremos trabajar en la industria. Eso no es verdad. A las mujeres nos dificultan poder trabajar en la industria.

¿Tiene que estar presente la industria en la escuela? Es decir, ¿no es necesario que niños y niñas se den cuenta de la importancia del sector ya desde el colegio?

Sí, claro. Yo vengo de Euskadi y uno de los ejercicios que hacíamos en Vizcaya era acordar visitas de alumnado… Por ejemplo, en la asignatura de Orientación Laboral lo que hace el sindicato es ir a los institutos a hablarles de sus derechos laborales y de lo que representa trabajar en la empresa.

¿Por qué se desarrollan más estas actividades formativas de estímulo en el País Vasco que en otras comunidades autónomas?

Probablemente en Euskadi haya estado o esté más asentada la apuesta por la industria. Creo que es más un tema de tradición y costumbre, porque rara es la comarca de Euskadi donde no está la industria fuerte instalada. Es verdad que hemos perdido mucha industria en Euskadi. Pero en el plano sindical, se da el mismo ejemplo que tenemos con el Ministerio de Industria con respecto a la no participación directa de los previos. Es exactamente igual. Es verdad que el mapa sindical vasco es diferente al del resto del Estado, con sindicatos nacionalistas como ELA y LAB, que el plano de los trabajos de política industrial se hace desde la concertación social. Creo que debería haber un mayor compromiso por parte de la Consejería de Industria hacia los sindicatos que estamos en la mesa de diálogo social.

Usted dijo que uno de los problemas es que la mayoría de nuestras empresas industriales son pymes o micropymes… ¿Qué se puede hacer para resolverlo?

Creo que la mejor frase que lo define es la de empoderar la pyme y la micropyme. Y ese empoderamiento de la micropyme y de la pyme debería pasar por sumar alianzas entre todas ellas. Quizás aglutinarlas por sectores, por actividad y que sea un trabajo compartido, sobre todo, para poder afrontar no solo situaciones de crisis sino también la propia reconversión que estamos atravesando. En este panorama pueden jugar un papel los clústeres, sumando esfuerzos. Si hacemos una foto global de nuestras empresas, una de nuestras mayores debilidades es su tamaño.   

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