Los 15 socios que componen el consorcio del proyecto han trabajado durante los últimos cuatro años sobre residuos sólidos urbanos (la basura de los hogares) y los subproductos que genera la industria pesquera.
A partir de los últimos se han extraído y formulado aditivos ignifugantes a escala de planta piloto que pueden ser empleados en el sector de la automoción para dotar de resistencia al fuego a las poliamidas con componentes alternativos a los halogenados cuyo uso está restringido por ser considerados peligrosos para la salud de las personas.
En este caso la ventaja es doble ya que se trata de aditivos con las mismas propiedades que los convencionales pero respetuosos con la salud y también con el medio ambiente puesto que proceden de fuentes renovables.
De los residuos de la industria pesquera también se han podido obtener materiales alternativos al EVOH (de origen petroquímico) con propiedades barrera al oxígeno. Se trata de una formulación basada en gelatina que puede incorporarse al film del envase alimentario o envolver al propio alimento en forma de recubrimientos comestibles que permiten alargar su vida útil.
Los desechos del pescado podrían reincorporarse a la cadena productiva para envasar el alimento evitando la generación de residuos aprovechándolos como nuevos recursos. En el caso de los residuos sólidos urbanos, gracias innovadores procesos de fermentación se ha logrado extraer de sus azúcares (fuente de carbono) building blocks a partir de los que se pueden sintetizar bio polímeros como las poliamidas bio. Estos materiales, procedentes de fuentes renovables, también tienen aplicación en el sector de la automoción.