Asimismo, UNESID ha recalcado “la tremenda carga burocrática” que supone esta convocatoria para la que todavía no se dispone de fechas fijas, y sostiene que los plazos, tanto de la consulta pública como de la ejecución de los proyectos, “son excesivamente cortos”.
Tras una primera lectura, el director general de UNESID, Andrés Barceló, ha subrayado “la enorme dificultad que van a tener las empresas industriales para abordar las inversiones en el plazo establecido”. Por ello, urge al Ministerio de Industria a “negociar con celeridad con la Comisión Europea para que se permita una ejecución acorde con la realidad industrial y regulatoria”.
“Parece que los redactores de la orden se han olvidado de los retrasos y otros obstáculos en la cadena de suministro (ingenierías y bienes de equipo) ya que, a pesar de que se contempla la extensión de los plazos de ejecución, la fecha límite para realizar la inversión (31 de marzo de 2026) sigue siendo una barrera infranqueable en la actualidad”, ha explicado Andrés Barceló.
Para el director general de UNESID, “la transformación industrial supondrá cambios de tecnología a distintos niveles y distinta profundidad. Todos ellos requerirán cuantiosas inversiones. Es arriesgado definir tiempos prestando atención exclusivamente a modificaciones más rutinarias, ya que de esta forma dejaremos fuera las que realmente van a generar cambios sustanciales en lo que al consumo energético de la industria se refiere”.
En relación al formato, UNESID sostiene que tanto el reducido presupuesto mínimo de los proyectos como la concurrencia no competitiva pueden generar una avalancha de presentaciones y aprobaciones al margen de la contribución real de los proyectos presentados a la descarbonización.
En este sentido, el director general asegura que “los fondos deberían utilizarse allí donde más valor pueden generar, al margen de si se ha presentado en primera posición o en última. Parece que el Gobierno repite el error de dar un poquito a muchos en lugar de seleccionar los proyectos con potencial transformador”.
“Esta situación va a dar lugar a un reparto artificial de la tarta, dando un poco a todo el mundo y no donde más hace falta como en los sectores expuestos a una fuerte competencia internacional y a una deslocalización que llevará a consumir estos productos fabricados en países con menos conciencia climática. Nos gustaría que se antepusiera el objetivo último de este mecanismo, la descarbonización y la competitividad de la industria, antes que querer congraciar a todo el mundo, con cuantías muchas veces insuficientes que difícilmente van a impulsar proyectos de envergadura”, defiende Andrés Barceló.