En primer lugar, enumeró los atributos de las fábricas del futuro: deben ser ágiles, inteligentes, precisas, transparentes y humanas, Santiago remarcó que es preciso eliminar de la mente la idea de que la planta es solo un lugar para fabricar productos de forma eficiente sino que también es un lugar donde aprender. Los entornos cambiantes suponen un gran salto disruptivo y “hay que huir del empirismo e industrializar el conocimiento”, recomendó a la audiencia.
La conferenciante también enfatizó en la necesidad de invertir más I+D+i y en pensar que es imposible trabajar con 0 defectos. “La fiabilidad del producto debe fabricarse desde el diseño, y tras un largo proceso de industrialización”, estimó la CEO de Sisteplant.
En el mundo industrial, explicó Santiago, lo habitual es encontrar empresas que contemplan el fenómeno 4.0 como si no tuviera relación con ellas. Otras firmas acometen algunas acciones de forma aislada como comprar un robot colaborativo y “jugar” con él, conectar productos y máquinas por medio de dispositivos IoT…, pero sin responder a un plan global, integral. Sólo unas pocas diseñan y ejecutan un plan integral de transformación que acompase la incorporación de tecnología con el desarrollo de la organización y sus personas. En resumen, existen tres actitudes ante el fenómeno 4.0:
- La contemplación (muchos)
- La acción aislada (algunos)
- La acción integral (pocos).
El objetivo anhelado son las fábricas del futuro que, en su opinión, serán vibrantes, inteligentes y humanas colaborativas, donde haya foco en el conocimiento, equipos altamente cualificados, altos requisitos de colaboración, una organización horizontal basada en la confianza, colaboración en masa, proximidad digital, alta flexibilidad y una estrategia basada en la anticipación.
Y evitando la simplificación 4.0, la superficialidad, los fallos de estrategia y de un plan a 3/4 años vista y la tecnología sin personas, terminó diciendo Ana Santiago.