Esta política industrial se debe traducir en España en una ley de Industria con mecanismos potentes, donde se integren tanto las actividades industriales existentes como las nuevas oportunidades que surjan de los procesos de descarbonización, circularidad o digitalización.
La revisión de la situación industrial de Europa respecto a EEUU y el IRA, la ley estadounidense de reducción de la inflación (Inflation Reduction Act), pasaría también por abordar ágilmente otras reformas, como las que garanticen precios energéticos
competitivos -los consumidores europeos no se están beneficiando de los menores costes
de generación de las tecnologías renovables-.
Por otra parte, revisar el funcionamiento del mercado de derechos de emisión para limitar la ingente afluencia de especuladores que distorsionan el precio; impulsar de forma homogénea la captura, almacenamiento y utilización del CO2 como materia prima; apoyar el desarrollo del autoconsumo industrial; garantizar un marco de evolución estable y a largo plazo de tecnologías renovables sustitutivas de los combustibles fósiles (hidrógeno, biometano, gases renovables, ecocombustibles neutros en emisiones); potenciar la explotación de materias primas y minerales críticos y estratégicos para ciertos sectores; promover el liderazgo tecnológico e industrial europeo mediante programas de apoyo a la I+D+i en tecnologías clave para la transición energética y digital y agilizar los procedimientos técnicos y administrativos para la puesta en marcha de plantas industriales.
Respecto a los mecanismos para incentivar la inversión, la Alianza considera esencial garantizar la equidad y homogeneidad en la Unión Europea para evitar la ruptura del mercado único, flexibilizando el marco europeo de ayudas de estado en aspectos clave para la competitividad tecnológica e industrial. Si se permite que cada estado miembro habilite su propio marco de incentivos, únicamente provocaremos que en los países con mayor deuda y menor capacidad presupuestaria, como es el caso de España, se incremente el riesgo de desinversión industrial.
Por último, el nuevo modelo de ayudas europeo debe corregir los defectos experimentados en los Fondos Next Generation, incorporando plazos realistas para la ejecución de inversiones, mejorando la intensidad de los niveles de subvención directa, simplificando los procedimientos de participación y con suficiente dotación tanto europea como nacional para evitar que ninguna inversión productiva o tecnológica quede sin ejecutarse.