¿Qué es la minería sostenible? ¿En qué se diferencia de la minería tradicional?
No es una pregunta baladí. La minería sostenible es una minería del siglo XXI que combina innovación y tecnología junto con la economía circular. ¿Qué significa eso? Que, al final, lo que se está desarrollando son nuevas tecnologías que van a permitir extraer de una manea mucho más eficiente cualquier mineral o material estratégico de la mena. Antes la minería era más de rapiña, generando un montón de residuos. Ahora somos capaces de aprovechar muchas veces hasta partes por millón de materias primas que acompañan a la materia prima principal de un yacimiento.
El segundo punto tiene que ver con la simbiosis industrial. Estamos desarrollando tecnologías capaces de aprovechar lo que se ha desechado, particularmente el material de las escombreras, por ejemplo para hacer nuevos materiales avanzados que tengan un uso en el sector de la construcción. Como los geopolímeros.
El tercer punto que implica la minería sostenible es el concepto de eficiencia en todos los procesos y en eso tienen mucho que ver la industria 4.0, la industria 5.0, la electrificación, la introducción del hidrógeno en la cadena de valor de la minería, la robotización… Todas estas tecnologías favorecen que el conjunto de emisiones o el impacto de esa extracción mineral sean cada vez menor. Esto queda estrechamente relacionado con “una minería de segundo orden”, que consiste en el uso de otras tecnologías de procesamiento capaces de extraer al máximo volumen de materiales estratégicos de los residuos antiguos.
La minería sostenible también está promoviendo una economía circular de los recursos y minar solo si el recurso es inalcanzable mediante otras vías, como pueden ser el reciclado, lo que traslada una importancia a fomentar la minería urbana.
Si combinamos una minería de alta eficiencia, lo más baja en emisiones que sea posible, con nuevas tecnologías, con baja generación de residuos que también se reutilizan y estudiando los ecosistemas industriales, vamos a llegar a suministrar materiales y hacer resilientes nuestras cadenas de valor con el menor coste medioambiente posible.
Y además, en el concepto de minería sostenible se obliga intrínsecamente a rehabilitar, y restaurar, es decir, que conforme se va ‘atacando’ la corteza terrestre, se va a ir recomponiendo. La manera tradicional era hasta el momento a reforestación, pero ahora tenemos un abanico de tecnologías existentes como los tecnosuelos.
¿Cómo calificaría la gestión que se hace en España, en las distintas comunidades autónomas, de los recursos mineros?
Depende. En España hay algunas regiones que lo hacen algo mejor que otras. Podríamos destacar cuatro regiones que tienen un plan concreto y desarrollan un esfuerzo relevante hacia la nueva minería del siglo XXI: Galicia, Andalucía, Castilla-León y Asturias. Curiosamente son las cuatro que tienen parte de los recursos más estratégicos. Muchas de ellas están invirtiendo dinero autonómico para volver a mapear sus recursos mineros, incluso sus escombreras. No se está haciendo mal, pero vamos muy atrasados. ¿Por qué? Fallamos en las velocidades, en los permisos. El principal problema que tenemos en España, además de muchas veces una “eco -protesta” generalizada que no atiende correctamente a todos los criterios científicos o al marco mundial global, son los permisos. Hoy, desde que se empieza la investigación hasta que empieza a producir la mina están transcurriendo más de 10 años. Esto no es viable, ni competitivo, cuando en otros países fuera de Europa el plazo es inferior a los cinco años. El problema no es una falta de recursos económicos para invertir, sino de confianza y seguridad, respecto a la organización y tiempos de la administración pública.
Otro tema es la seguridad jurídica, algo muy importante. En Europa están trabajando en el Raw Materials Act, que al final en muchos aspectos como la declaración de proyectos estratégicos, se va a quedar en unas simples recomendaciones, con una alta dependencia de que sean los Estados Miembros quienes acuerden acelerar ciertos proyectos. Si no tenemos una política conjunta y medioambiental realista a nivel europeo, no vamos a poder cumplir con el Pacto de las Materias Primas, ni con evitar los fallos de suministro a nuestro sistema industrial, incluido el plan de energías limpias establecido para 2030.
Lo que está claro es que hay que acelerar esos permisos, pero no a cualquier coste. No se trata de saltar legislación, ni de evitar leyes medioambientales, sino de ponerla más dura, asegurando la sostenibilidad y la necesidad real confirmada de priorizar la extracción de un recurso o materia prima, además de reformar el sistema administrativo para aplicar las normas y otorgar los permisos de una manera más eficiente.
Se trata de impulsar en Europa una minería sostenible, altamente tecnológica y de bajo impacto ambiental, con legislaciones y estándares muy duros. Y de quitarnos de encima la política de Not in my Back Yard (“No en mi patio trasero”, en inglés), porque la molécula de CO2 es la misma en España, países africanos o China. Preferimos no emitir, pero sí estamos de acuerdo o nos cruzamos de brazos cuando esto ocurre en otras localizaciones donde no se respetan los derechos humanos o medio ambientales.
Además, en Europa, vamos a intentar invertir en una etiqueta de “mineral sostenible”, es decir, que garantice que ha sido extraído en las mejores condiciones medioambientales.
Además, nuestra Ley de Minas es previa a la Constitución. Data de 1973. Tenemos que actualizarnos. Esto urge muchísimo en un contexto de desabastecimiento, una necesidad de resiliencia industrial y un clima de conflictos bélicos.
¿En qué proyectos está trabajando el clúster?
Nuestro principal servicio es la innovation procurement, es decir, promover y atraer innovación tecnológica a las industrias lo largo de toda la cadena de valor de las materias primas; se trata de atraer fondos para las empresas altamente innovadoras, para impulsar las pymes y para que esas tecnologías se puedan aplicar y llevar al mercado. Sobre todo, fondos europeos. Y lo que queremos es implantar esa minería sostenible.
Nuestro principal servicio es el “innovation procurement”, es decir, promover y atraer innovación tecnológica a las industrias lo largo de toda la cadena de valor de las materias primas; se trata de atraer fondos para empresas altamente innovadoras, para impulsar las pymes y para que esas tecnologías se puedan aplicar y llevar al mercado. Sobre todo, fondos europeos. Y lo que queremos es implantar esa minería sostenible.
En colación a esto, podemos destacar el proyecto denominado MINE.THE.GAP., que ha repartido 4,5 millones de euros, en proyectos altamente innovadores de aquellas empresas que han presentado las mejores ideas para resolver los diez principales retos para alcanzar la minería sostenible. Ejemplos de PyMES financiadas son empresas que han presentado ideas innovadoras sobre purificación de agua, tecnosuelos para rehabilitación, nuevas soluciones robóticas para explotación, tecnologías de blockchain, de refinado de metales, ideas de nuevos materiales geopoliméricos para aprovechar los residuos de la minería.
Además, este fondo europeo ha generado una colección de proyectos muy similares como el denominado I4GREEN, que ha promovido dos ecosistemas de innovación en minería sostenible; uno en Extremadura alrededor de una cantera y una mina de hierro con tierras raras; el otro es en Río Tinto con una empresa altamente innovadora en los procesos de extracción para aplicar al cobre.
También está el proyecto RESiLEX que consigue completar la idea de minería sostenible más economía circular en la cadena de valor del silicio, que es muy importante para la construcción de placas solares fotovoltaicas y para la fabricación de microchips. Queremos con este proyecto innovar tecnologías para recuperar el silicio de las placas solares, o para recuperar silicio de las escombreras de distintos yacimientos mineros. El proyecto también suma minería secundaria, minería urbana y simbiosis industrial para crear nuevos componentes por ejemplo en la cadena de valor de las baterías.
También impulsamos otras acciones en Europa, macroproyectos que son las Plataformas Industriales de Especialización Inteligente (S3P). Una de ellas es la de las regiones europeas que apuestan por la minería sostenible e impulsar los recursos endógenos.
El comisario Thierry Bréton impulsa los ecosistemas industriales resilientes y nosotros añadimos la palabra innovación. En este sentido, trabajamos en la generación de hubs en Europa con proyectos y acciones, además de la generación de valles de generación de materias primas. Los valles de innovación se gestionan a partir de tecnologías críticas como los microchips o el hidrógeno. Uno de ellos, que estamos promoviendo, es el valle de innovación de resiliencia en el suministro sostenible de materias primas. Fruto de esta colaboración es el proyecto BATMASS, que se coordina desde Italia, donde participamos, para hacer todo el ecosistema de reciclado de baterías gastadas de la Unión Europea.
¿Es posible que experimentemos desabastecimiento de ciertos minerales estratégicos como el cobre o el litio por la fuerte demanda y la baja producción?
Es importante concienciar a todos los estratos de nuestra sociedad que nos estamos lanzando a aventuras de cambio radicales como implantar el coche eléctrico sin tener todavía resuelto asuntos claves como el reciclaje ni el suministro de materias primas. Lo mismo ocurre con los paneles fotovoltaicos o los microchips.
Conforme crece la demanda industrial tenemos desabastecimiento. Por mucho que reciclemos. Para que no haya desabastecimiento, la mejor fórmula es organizarse y hacer una política de abastecimiento para Europa.
El principal problema del desabastecimiento es geopolítico, porque las materias primas son recursos endógenos. Nos enfrentamos a una situación geopolítica actual donde hay bloques e intereses brutales entre China, Rusia o Estados Unidos, con países que cambian de bando y con países como España que debe renovar la Ley de Minas y adecuarla al Pacto Europeo de Materias Primas.
Es importante entender que siempre vamos a necesitar ciertas materias primas que acompañan a las tecnologías de las que disfrutamos en este siglo. Por ejemplo necesitamos minar tierras raras, porque si no, no tenemos láseres para el cirujano. Necesitamos minar uranio para tener radiofármacos y por tanto medicina nuclear. Para todo necesitamos materias primas. Un microchip no funciona con madera. Una turbina de avión se hace con tungsteno y berilio para aguantar altas temperaturas. Los puedes sustituir por otros como el tántalo o niobio, que también son refractarios, pero también deben ser extraídos.
¿Qué oportunidades en minería ofrece España para esta clase de materiales?
España, y la Península Ibérica sumando con Portugal, es uno de los cinco países que más materiales estratégicos tiene de toda Europa. Y dentro de España, en Galicia, Castilla y León, Extremadura y Andalucía tenemos una riqueza brutal. Galicia y Castilla y León tienen tungsteno. Sólo Castilla y León tiene el 10% de las reservas mundiales de este mineral, y probablemente el yacimiento más grande de uranio de Europa: capaz de suministrar 2.300 toneladas anuales. Galicia y Castilla y León podrían ser potencias europeas en tantalita, parte del famoso coltán esencial para la fabricación de teléfonos móviles.
Tenemos también en España tierras raras: como el controvertido yacimiento de Matamulas en Castilla-La Mancha que bien merece una revisión, o en Galicia por ejemplo, donde las tierras raras están mezcladas con los áridos y puede ser interesante innovar tecnologías para extraerlas.
Tenemos también recursos estratégicos como el magnesio en Navarra, Burgos, Soria, muy importante para las aleaciones presentes en la cadena de valor del automóvil; Andalucía lidera la extracción del cobre y recursos asociados, siendo pilares claves para los planes de electrificación y así un largo elenco de recursos …
¿Qué le pide ISMC a la Administración española para fomentar la minería sostenible?
Una revisión de la Ley de Minas, alineada con las necesidades reales de la industria europea y española en el marco del Raw Materials Act, además de aplicar políticas de stockpiling (almacenamiento estratégico). Es muy importante que se invierta en innovación para hacer que esa minería sea más sostenible, lo que implica inversión en tecnología (tanto extractiva como de protección del medio ambiente); que se revisen los estándares de sostenibilidad haciéndolos más duros pero acordes con las necesidades globales; y que se apueste por acelerar los permisos, además de crear más seguridad jurídica para atraer inversiones a España.