TRIBUNA

La Inteligencia Artificial como pilar de la Autonomía Estratégica industrial

Redacción

Eva Novoa
Directora general de SOERMAR

La dependencia tecnológica es una situación habitual en muchos países del mundo, también en el nuestro. Si echamos la mirada atrás, podemos ver muchos ejemplos de dependencia tecnológica (proveedores externos, infraestructuras tecnológicas, cadenas de suministro globales, tecnologías críticas para la seguridad nacional, dependencias de plataformas digitales, tecnologías del transporte, de la energía), así como los riesgos asociados que esta dependencia ocasiona, muchos de los cuales salieron a la luz ‘gracias’ a la última gran pandemia que hemos vivido. En esos momentos, se hizo evidente que muchos países dependen de un número limitado de proveedores para componentes tecnológicos críticos, como semiconductores. Durante la pandemia de COVID-19, la interrupción de la producción en Asia llevó a una escasez global de semiconductores, que afectó a industrias como la automotriz y la electrónica.

Otro ejemplo es la dependencia generalizada de servicios en la nube proporcionados por grandes empresas tecnológicas. Un fallo en estos servicios puede paralizar operaciones comerciales y gubernamentales. Y esto no es solo teoría. Ya han ocurrido incidentes de caídas de servidores que afectaron a múltiples compañías simultáneamente. O la dependencia de tecnologías de energía renovable que requieren componentes fabricados en el extranjero, como paneles solares o turbinas eólicas. La interrupción en la cadena de suministro de estos componentes puede retrasar la transición energética y aumentar la vulnerabilidad ante crisis.

Ante este panorama, creo no equivocarme si digo que es crucial que nuestro país tenga una autonomía estratégica industrial. Son muchas las razones que podemos esbozar, pero, entre las ventajas que nos proporcionará, destacaría:

  • Seguridad Económica. La autonomía industrial permite a los países reducir su dependencia de proveedores externos, lo que les protege de las fluctuaciones del mercado global, crisis económicas y tensiones geopolíticas. Esto contribuye a una mayor estabilidad económica.
  • Soberanía Tecnológica. Al desarrollar capacidades industriales y tecnológicas internas, los países pueden mantener el control sobre sus propias tecnologías y procesos. Esto es especialmente importante en sectores críticos como la defensa, la salud y la energía.
  • Resiliencia ante Crisis. La autonomía industrial permite a los países adaptarse y responder más rápidamente a crisis, como pandemias o desastres naturales. Tener una base industrial sólida facilita la producción local de bienes esenciales, reduciendo la dependencia de importaciones.
  • Fomento del Empleo. Al fortalecer la industria local, se generan empleos y se promueve el desarrollo de habilidades en la población. Esto no solo mejora la economía local, sino que también contribuye al bienestar social.
  • Innovación y Competitividad. La autonomía estratégica impulsa la investigación y el desarrollo, fomentando la innovación. Esto permite a los países ser más competitivos en el mercado global, desarrollando productos y servicios que satisfacen las necesidades locales y externas.
  • Desarrollo Sostenible. Al promover la producción local, los países pueden implementar prácticas más sostenibles y responsables, reduciendo la huella de carbono asociada con el transporte de bienes y fomentando el uso de recursos locales.
  • Fortalecimiento de la Identidad Nacional. La autonomía industrial puede contribuir a la construcción de una identidad nacional más fuerte, al promover productos y servicios locales que reflejan la cultura y los valores del país.
  • Estabilidad Política. La capacidad de un país para ser autosuficiente en términos industriales puede contribuir a la estabilidad política, ya que reduce la vulnerabilidad a influencias externas y promueve la cohesión social.

En definitiva, la autonomía estratégica industrial es esencial para mantener nuestra soberanía, seguridad y competitividad en un mundo cada vez más interconectado y complejo. Fomenta el desarrollo económico, social y tecnológico de nuestra industria y todos los sectores industriales estratégicos deben ser partícipes de su fortalecimiento. Y el sector naval y marítimo debe estar presente desde el inicio con la participación de todos los actores que lo representan, que lo hacen innovador, plural y diverso. 

Para afrontar todas estas dependencias y riesgos que debilitan nuestra estrategia industrial, necesitamos pilares que nos permitan alcanzar y fortalecer nuestra autonomía estratégica industrial, que otorguen a nuestro país la capacidad de desarrollar tecnologías y capacidades productivas internas, cruciales para reducir nuestras dependencias externas y fortalecer nuestra seguridad económica y nuestra independencia tecnológica en un mundo globalizado. Es decir, debemos construir nuestro futuro industrial definiendo una autonomía estratégica firme y sólida. Y uno de los pilares clave para hacerlo es la Inteligencia Artificial (IA).

¿Y cómo la IA puede ayudar a nuestra industria? Tanto en el sector naval como en la industria en general, la IA actúa directamente: optimizando los procesos (la IA permite automatizar y mejorar la eficiencia de los procesos industriales, lo que reduce costos y aumenta la productividad, ayudando  a las empresas a ser más competitivas a nivel local e internacional), desarrollando las capacidades locales (al implementar soluciones de IA, las industrias pueden fomentar el desarrollo de habilidades y talento local, lo que contribuye a una base industrial más sólida y autosuficiente), fomentando la innovación y la adaptabilidad (la IA facilita la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías, permitiendo a las empresas adaptarse rápidamente a cambios en el mercado y a las demandas de los consumidores), facilitando la toma de decisiones basada en datos (la IA proporciona análisis avanzados que ayudan a las empresas a tomar decisiones informadas y estratégicas, lo que es esencial para planificar y ejecutar una autonomía industrial efectiva), proporcionando resiliencia ante crisis (la integración de la IA puede ayudar a las industrias a ser más resilientes ante crisis globales, permitiendo una respuesta más ágil y eficiente a interrupciones en la cadena de suministro o cambios en la demanda), y reduciendo dependencias externas (al desarrollar tecnologías y capacidades internas mediante la IA, los países pueden disminuir su dependencia de proveedores externos, lo que fortalece su autonomía estratégica).

En resumen, la Inteligencia Artificial no solo mejora la eficiencia y la innovación, sino que también empodera a las industrias para que sean más autosuficientes y resilientes en un entorno global cambiante.

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