REPORTAJE

La industria del plástico se debate entre la competitividad y la regulación

La industria de plásticos en España se encuentra en un momento clave, balanceándose entre unas exigencias regulatorias cada vez más estrictas y la necesidad de mantener su competitividad en un mercado globalizado. España, de hecho, es el segundo mayor productor de plásticos en Europa, después de Alemania, con más de 3.000 empresas (en su mayoría pymes) que generan alrededor del 2,7% del PIB industrial. El sector emplea a más de 80.000 personas, que se concentran en la Comunidad Valenciana, Cataluña y la Comunidad de Madrid, y es clave para industrias como la automoción, la alimentación, el envasado, el textil y la construcción.

Sin embargo, enfrenta desafíos como la subida de los costes energéticos, la competencia de Asia y las restricciones a los plásticos de un solo uso, dictada por Bruselas.

La Unión Europea ha ido impulsando en los últimos años una serie de normativas estrictas con la meta de reducir el impacto ambiental de los plásticos. Una de estas directivas es la llamada SUP (Single-Use Plastics) que prohíbe plásticos de un solo uso como cubiertos, pajitas y bastoncillos. Desde 2022, por otra parte, está en vigor en España la Ley de Residuos que introduce impuestos a los envases de plástico no reutilizables (0,45 euros por kilo). Además, la ampliación de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) obliga a los fabricantes a financiar la gestión de residuos.

En este contexto, el sector del plástico en España debe adaptarse a la transición ecológica sin perder rentabilidad. La clave está en innovar en materiales sostenibles, mejorar las tasas de reciclaje y alinearse con las políticas verdes de la UE. Si logra equilibrar regulación y competitividad, podría consolidarse como líder en la industria circular del plástico.

Precisamente ese delicado equilibrio entre regulación y competitividad fue el epicentro de una jornada matutina celebrada en el Salón Europa del Senado de España que fue organizada por la Asociación Española de Industriales de Plásticos (Anaip).

Arranque de la jornada sobre la industria del plástico organizada por Anaip en el Senado.

La apertura del evento corrió a cargo del vicepresidente primero de la Cámara Alta, Javier Maroto. «He aprendido a entender que la palabra plástico no es sinónimo de algo dañino, algo contaminante y algo de lo que la sociedad debe protegerse», arrancó diciendo Maroto. «El plástico es una oportunidad», a cuyo sector industrial «la fiscalidad no trata correctamente y la fiscalidad se regula en las cámaras, en el Congreso y en el Senado», admitió.

Junto a él estaban Luis Rodrigo, presidente de Anaip y Deborah García Bello, científica y conocida divulgadora, que fue la moderadora de todo el evento.

Deborah recordó que en los año 90 el papel era el villano era el papel y el héroe era el plástico. «¡Cómo han los tiempos!», exclamó para afirmar que «muchas veces este sentir simbólico de los materiales poco tiene que ver con la evidencia científica y tiene mucho que ver con la emoción». Deborah calificó de «asfixiantes» los cambios en la regulación que ponen en la diana al plástico en pleno debate sobre la sostenibilidad que, para ella, «tiene tres patas: medioambiental, social y económica. Si alguna de esas tres tres patas falla se pierde el equilibrio».

Rodrigo, por su parte, consideró que no hay sector «donde no haya un protagonismo del plástico. Y un protagonismo muy positivo. Pero evidentemente los relatos tienen sus puntos débiles en algún momento. Y el punto débil del plástico es el residuo, el debate. Pero ese debate no existe, es una ficción», remarcó.

«En nuestro caso el problema, el único problema, es que hay que tratar los residuos, pues sí, ya hemos dicho que estamos dispuestos y que se puede, pero le tenemos que exigir a la administración que recoja esos residuos, que lo facilite, porque nosotros no podemos», porfió Rodrigo.

La jornada se organizó en dos mesas. La primera fue de corte político y giró sobre la competitividad en la industria de los plásticos. Intervinieron César Sánchez, portavoz del PP en la Comisión de Transición Ecológica del Congreso de los Diputados; Luis Cediel, director general de Anaip; Igotz López, portavoz del Grupo Vasco en la Comisión de Transición Ecológica del Senado; y José Antonio Valbuena, portavoz del Grupo Socialista en la Comisión de Transición Ecológica del Senado.

El diputado del Partido Popular citó los puntos principales del posicionamiento de su formación política: poner en valor los materiales reciclados, impulsar el reciclaje químico con distintas iniciativas, facilitar la transformación del residuo de recurso, eliminar trabas, armonizar la fiscalidad, muy especialmente con el impuesto al plástico, simplificar las cargas administrativas y promover la innovación.

A continuación el senador vasco tomó la palabra. «La industria del plástico, yo creo que nadie lo puede dudar, es una industria clave, de la que no podemos prescindir. Es además una industria transversal, necesaria en todos los sectores, que además está en todas las actividades económicas y en la vida diaria de la sociedad», dijo.

López abogó por la evolución y el diálogo, aceptando que «quizás a veces también desde el ámbito político cometemos errores y nos falta también ser capaces de tener un diálogo más amplio y de tener una escucha más activa».

Deborah García Bello moderó las mesas de debate.

El panel habló de la ley de industria que se discute en la Cámara Baja actualmente y su impacto en el sector, así como de la situación de la industria de los plásticos: adaptación a las nuevas regulaciones, retos y principales preocupaciones.

También abordó el impuesto que se aprobó con la Ley de Residuos y Suelos Contaminados para una economía circular. Es un impuesto de 0,45 euros por kilo a los envases de plástico no reciclado. La propia Anaip ha pedido eliminarlo porque lo considera discriminatorio o, si no, que ese impuesto no se pague si el material reciclado representa el 30% del producto.

El senador socialista Valbuena, por su parte, coincidió en que «es impensable pensar en una configuración actual de las grandes urbes o de cualquier ciudad, o de cualquier núcleo de población, si no lo asociamos al papel que ha jugado el plástico. Desde canalizaciones del agua hasta las propias conducciones eléctricas» y estimó que «el consumidor ha sido un agente que ha acelerado la transición hacia la reducción de los plásticos de un solo uso».

«Creo personalmente que entre la población todavía no ha calado lo que supone el plástico en nuestro día a día y se sigue pensando que el plástico es solo la bolsa de plástico para poder alcanzar las cotas actuales de desarrollo a las que no podemos renunciar, pero evidentemente estamos en un nuevo tiempo», opinó.

Reconociéndose a sí mismo ambientalista, Valbuena dijo que no comparte la idea de la sostenibilidad concebida cmo un triple equilibrio económico, social y ambiental, él la entiende como «un concepto de huevo» donde «lo económico tiene que estar al servicio de lo social y lo económico y social tiene que estar al servicio de lo ambiental».

«Estamos convencidos que sin el plástico no se puede hacer economía circular. Siempre hemos defendido en la industria del plástico que un producto plástico al final de su vida útil nunca es un residuo, siempre es un recurso», subrayó el director general de Anaip, Luis Cediel para quien es evidente que el sector sufre «una avalancha de legislaciones» desde 2015 cuando se publica la Estrategia Europea de Economía Circular, un tsunami que, en su opinión, ha menguado la competitividad sobre todo entre las pequeñas y medianas empresas. Y especialmente el ya citado impuesto de 0,45 euros por kilo que, según él, significa el 25% del precio de venta final del producto.

Cediel también declaró que España es el único país de la Unión Europea que tiene este impuesto al plástico e indicó que la propuesta de Anaip a los legisladores de eliminar el impuesto a los productos plásticos con más del 30% reciclado puede combatir el fraude y la competencia desleal de aquellos productos que son importados.

Íñigo Querejeta, vicepresidente de Anaip, que también estuvo en el primer panel, consideró que los problemas que hay habitualmente con los plásticos en el medioambiente se generan por una «deficiente gestión de los residuos», y apostó como solución por un impuesto al plástico finalista. «Invirtamos en dotarnos de infraestructuras para un mejor reciclaje de los plásticos, plantas de clasificación, cerrar los vertederos e invertir en incineradoras como hacen en otros países de Europa», aconsejó.

«Somos la industria más sostenible de transformación de todos los materiales que utilizan plásticos», porque el plástico puede reciclarse hasta 10 veces en algunas aplicaciones. Somos una industria que apenas emite. Somos la industria que más ha trabajado en el ecodiseño», dijo.

En este sentido, apoyó que tanto la economía circular como la economía innovadora con ecodiseño, nuevos insumos y materias primas sean capaces de ofrecer a sus clientes, a la sociedad, la misma calidad, las mismas cualidades de esos plásticos, pero produciendo de otra manera, con productos biodegradables o compostables.

El principal problema del sector, admitió Cediel, es la mala imagen de los plásticos que influye negativamente hasta en la falta de atracción de talento a sus fábricas. A este debe sumarse la pérdida de competitividad, los altos costes energéticos y la falta de control de cumplimiento de la legislación para evitar la competencia desleal.

La segunda mesa comenzó una hora después y se centró en presentar casos de empresas de transformación de plásticos y clientes, que mostraron proyectos de diversas aplicaciones de estos materiales agrupados en cuatro grandes áreas: envases y embalajes, construcción, agricultura e industria automovilística.

Planta de reciclado de plásticos

Contaron con la participación de Alvaro Bernad, director corporativo de Innovación, Sostenibilidad y Marketing del Grupo Lantero, junto con Borja Lafuente, director de Asuntos Públicos y Sostenibilidad de Danone. También intervino Ignacio Muñoz, socio fundador y presidente de la empresa Molecor, con Carlos Consejo Sánchez, gerente de Regadíos de la Subdirección de Infraestructuras y Edificación de Tragsa; Andrés García de Tuñón, mánager de Sostenibilidad del Grupo Armando Álvarez, con Andrés Góngora, secretario provincial de COAG Almería y Alberto Fortes, director industrial corporativo de Grupo Indea.

«El foco principal que ponemos en todo el desarrollo es lo que se llama ecodiseño, pero el ecodiseño entendido en todo el ciclo de vida del producto, es decir, trabajamos en estrategias de minimización y de optimización de los materiales para poder producir de manera más eficiente. Trabajamos también en nuevas propuestas, nuevos materiales, analizamos todo tipo de soluciones que se pueden aplicar, sobre todo a la alimentación, y trabajamos mucho en tener diseños más eficientes. Dentro del ecodiseño hay una parte que he querido separar, aunque realmente está incorporada, que es la reciclabilidad», apuntó Bernad, de Grupo Lantero.

Grupo Lantero es una empresa familiar española con gran presencia internacional, líder en soluciones de packaging para diversas industrias, desde la alimentación al cuidado
personal o a la perfumería.

¿Cuál es el mejor material para poner un yogur ahora mismo?, se preguntó Lafuente, de la firma Danone. «Estoy en un buen sitio para decirlo, pero indudablemente es el plástico con todas las propiedades que tiene. Nos hemos puesto en un mundo en el que el plástico está demontado, pero el plástico es un material maravilloso. ¿Qué es lo que nos pasa? Pues que hay un problema de responsabilidad, o mejor dicho, hay un problema de corresponsabilidad». Un yogur en un envase de papel tendría una vida de 5 ó 6 días, tiempo insuficiente desde que se fabrica hasta que llega al punto de venta y el consumidor decide comprarlo.

Ignacio Muñoz, de la multinacional española Molecor, líder en el sector de la orientación molecular aplicada a las tuberías de plástico, explicó que estas tuberías aportan innovación y modernidad.

Carlos Consejo, del área de regadíos de Tragsa, destacó en que las tuberías de hormigón y acero de grandes diámetros se están sustituyendo por tuberías de PVC, RCV, poliéster y polipropileno en menor medida. «Son más manejables, tienen menor peso», razonó.

«El plástico -manifestó Andrés García de Tuñón- es sinónimo de oportunidad, no solo para la industria, sino para toda la sociedad». García de Tuñón, otro invitado a la jornada de Anaip, tiene 35 años de experiencia en el sector del plástico para embalajes industriales y plásticos agrícolas; actualmente es responsable de Sostenibilidad Corporativa del grupo Armando Álvarez, un holding familiar, el transformador de plásticos para embalaje industrial y usos agrícolas más importante de España, que cuenta con 18 plantas productivas.

«La demonización del material es un sinsentido», opinó y también recalcó que el reto sectorial radica en la gestión del plástico e introducirlo en un modelo circular. «Tenemos voluntad, responsabilidad y compromiso» para hacerlo, consideró. «Si nos centramos en los plásticos agrícolas, en la plasticultura, estamos el sector en plena transformación y a la implantación de un modelo circular y de descarbonización. Son los dos grandes ejes que compartimos a nivel sectorial. Y de hecho, todos los plásticos, de alguna u otra manera, están apoyando esta estrategia», agregó.

«Tenemos una serie de ejes de acción que son comunes, como por ejemplo la utilización de monomateriales, para que sean fácilmente reciclables; el hecho de desarrollar proyectos de codiseño para facilitar también el reciclado; la mayor utilización, cuando se pueda, porque no siempre se puede, de materiales biodegradables y sobre todo la incorporación de materiales reciclados», detalló García de Tuñón. Otro eje pasa también por desarrollar más los sistemas de recogida de plásticos agrícolas usados.

Andrés Gongora, del sindicato COAG en Andalucía, aportó la visión de los agricultores. Cultiva tomate, sandía y calabacín en la provincia de Almeria. Está de acuerdo con la valoración de que el mayor rendimiento de las cosechas y la mejora de su calidad con menos recursos son dos ventajas que aporta el uso de los plásticos a los agricultores y a la sociedad en general.

«Somos miles en Almería, más de 15.000 explotaciones que nos dedicamos a los cultivos protegidos. No nos gusta hablar de cultivos bajo plástico, porque no hemos sido capaces de demostrar que el término no es negativo» dado que subyace una corriente que él mismo denomina «la plasticofobia». Góngora ensalzó la propiedades del material para elimininar productos fitosanitarios. Incluso son capaces de desinfectar un suelo sin utilizar ningún producto químico. ¿Cómo? Mediante la técnica de solarización. «El plástico nos está ayudando a utilizar mejor el agua dado que evita la evaporación», subrayó. Y los sistemas de goteo también son de plástico.

Finalmente, intervino Alberto Fortes, del grupo Indea, líder en la transformación del plástico para la industria del automóvil. Se detuvo en el ecodiseño y afirmó que «el 80% de los automóviles es plástico, con lo cual nos permite reducir pesos, ser mucho más eficientes, tener mejores aerodinámicas en los vehículos, que sean más eficientes». Recordó el compromiso del automóvil para 2030 de la utilización del 25% de todas sus piezas de plástico reciclado.

Para mantenerse relevante en términos de competividad, la industria del plástico está adoptando estrategias de inversión en I+D+i, desarrollando bioplásticos, materiales compostables y reciclaje químico; de fomento de la economía circular: empresas como Repsol, BASF o SABIC están impulsando proyectos de reciclaje avanzado; y de eficiencia energética, empleando energías renovables y optimizando los procesos para reducir costes..

En el capítulo de los retos y perspectivas futuras, se observa una dependencia de importaciones de materias primas (España solo recicla el 35% de sus residuos plásticos) y la presión fiscal por los nuevos impuestos, que afecta la competitividad frente a otros países. Esa presión es la que denuncian Cediel y Querejeta de Anaip. Y la oportunidad en el mercado europeo reside en la demanda de plásticos reciclados que crece un 8% anual.

En cuanto a tendencias emergentes en el sector, destacan los bioplásticos y materiales alternativos como el PLA (ácido poliláctico), derivado del maíz o caña de azúcar, usado en envases alimentarios o el PHA (polihidroxialcanoatos), un producto biodegradable marino, en desarrollo por startups españolas.

Se impone el reciclaje químico (pirólisis, gasificación) que permite reciclar plásticos mixtos o contaminados que el reciclaje mecánico no puede procesa.

También se emplea blockchain para trazabilidad de residuos con proyectos piloto rastrean plásticos desde su origen hasta su reciclaje, asegurando transparencia. O Inteligencia Artificial aplicada a plantas de reciclaje mediante el uso de robots con visión artificial que separan residuos plásticos automáticamente. También han aparecido envases activos e inteligentes, plásticos con sensores de frescura (para alimentos) o que alargan la vida útil.

El reciclaje químico, en particular,  está emergiendo como una de las soluciones más prometedoras para abordar el problema de los residuos plásticos, especialmente aquellos que el reciclaje mecánico tradicional no puede procesar. En España, esta tecnología está ganando impulso gracias a la inversión de grandes empresas y al apoyo de fondos europeos. Pero ¿qué es el reciclaje químico? Es un proceso que descompone los plásticos en sus componentes moleculares básicos (monómeros, polímeros o hidrocarburos) para convertirlos en materias primas vírgenes o nuevos productos químicos. A diferencia del reciclaje mecánico (triturar y fundir), el químico permite tratar plásticos mezclados o contaminados (envases multicapa, films, plásticos con restos orgánicos), degradados (que ya no sirven para el reciclaje mecánico), y complejos (como el poliuretano o los composites).

Las principales tecnologías de reciclaje químico son la pirólisis o descomposición térmica sin oxígeno para obtener aceites o gases, usados en químicos o combustibles, y la gasificación, es decir, la conversión en gas para producir nuevos plásticos o energía.

Frente a las ventajas como la mayor tasa de recuperación o la contribución a reducir vertederos y procesos de incineración, se aprecian también desafíos y críticas como los altos costes energéticos (la pirólisis/gasificación requieren mucha energía), la escalabilidad (aún es incipiente en comparación con el reciclaje mecánico) o el impacto medioambiental pues generan emisiones CO₂ o residuos secundarios.

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