Para Azula, “el vídeo aporta valor en múltiples sectores”; no solo en la industria, sino también en las infraestructuras críticas, la sanidad, la educación, los data centers o el transporte no solo para detectar el número de la matrícula de un coche sino también para contar las personas que acuden a un centro hospitalario.
Estos sistemas, destacó, son de sencilla implantación pues utilizan una red de datos estándar, son fáciles de integrar y se adaptan con múltiples modelos a las necesidades del usuario/cliente.
Sus casos de uso se extienden a las siguientes actuaciones:
1.- Prevención de riesgos, detectando, por ejemplo, fuego, humo o si una persona lleva casco o no en una instalación determinada
2.- Control de operaciones, auditando procesos en tiempo real
3.- Optimizando los procesos
4.- Control de procesos
5.- Integración con sistemas de control y gestión, comprobando visualmente un fallo y emitiendo un informe
6.- Control de sobrecalentamiento, mediante cámaras termográficas
7.- Verificación de incidentes y estatus
8.- Control de calidad, verificando una pieza fabricada.
Todos estos casos de uso se producen, remarcó Azula, gracias a que trabajan con algoritmos de inteligencia artificial que se procesan en el mismo dispositivo, lo que facilita “la mejora d la toma de decisiones”.