Los dos hermanos montaron el negocio con 30.000 euros y mucha ilusión, tras haber advertido el nicho de negocio que tenían en el mercado textil. Se fueron adaptando a las circunstancias trabajando con tiendas multimarca y con el producto en depósito.
En 2006, gracias a un diseñador que habían conocido, consiguieron un buen stock de unas zapatillas vintage fabricadas para el Ejército checoslovaco, un producto que tuvo mucho éxito de ventas y que les dio a conocer como marca. “Tuvimos suerte, pero es que la suerte la tienes que trabajar como un loco”, explicó Cebrián a los seguidores de industry TALKS.
La crisis financiera de 2008-2012 les dio acceso a locales que estaban más baratos, lo que provocó que la gente descubriera El Ganso. Dieron el salto internacional y creció fuertemente su producción. Hasta tal punto que en 2015 el fondo francés LVMH se interesó por El Ganso y les compró el 49%. Empezaron los años difíciles.
“No repensamos la marca. Cayeron las ventas. No estábamos organizados para meternos con socios. Creció la deuda bancaria y llegamos a un punto muy peligroso”, explicó Clemente Cebrián. “Es importante aprender de los errores”, reconoció. Recompraron al fondo su parte del negocio y apostaron por lo digital.
El cofundador de El Ganso defendió la solidaridad y la responsabilidad social de las marcas. Así citó la iniciativa The Community que deja hueco en la web de su empresa textil a otras firmas para que estas tengan visibilidad y puedan dar salida a sus productos. También se identificó con la sostenibilidad, pero no sólo en la ropa y los tejidos, sino también en el transporte y la iluminación de las tiendas. “El retail está cambiando”, afirmó.