TRIBUNA

La descarbonización industrial: diferentes vías para un objetivo común

Redacción

Cristina Pérez Feito
Directora de Relaciones Institucionales del Foro Industria y Energía

La descarbonización industrial es un proceso complejo que, para culminarse con éxito, debe tener en cuenta las peculiaridades de cada subsector, sus fortalezas y necesidades. Aunque existen elementos comunes, como el necesario incremento de la energía procedente de renovables, otras vías de descarbonización difieren mucho por sectores de producción.

Un interesante ejemplo de esta diversidad de vías de descarbonización la tenemos en el sector agroalimentario. Recientemente, el BOE ha publicado el extracto de la Orden del Ministerio de Industria y Turismo por la que se convocan ayudas a proyectos industriales dentro del PERTE Agroalimentario por valor de 100 millones de euros. Dentro de este PERTE, una de las líneas subvencionables contempla las inversiones “con carácter innovador” en “medidas de ahorro energético o energías renovables” destinadas a mejorar la eficiencia energética en los procesos de producción o la sustitución de fuentes de energía fósiles por renovables. De este modo, el PERTE Agroalimentario puede constituir una valiosa herramienta de transición energética.

A nivel autonómico, el sector también está recibiendo apoyos para su descarbonización. Por ejemplo, la Comunidad de Madrid ha publicado una Orden por la que se establecen las bases reguladoras de las ayudas para inversiones con objetivos ambientales en la industria agroalimentaria, con una cuantía total de 300.000 euros y financiadas a través del fondo FEADER. Entre las categorías de inversión se incluye la “adopción de fuentes renovables de energía en la industria”.

Mayor consumo de renovables que la media de la industria

Por lo que respecta al uso de energías renovables, el agroalimentario se sitúa por encima de la media de la industria en España, según un informe elaborado por Opina 360 para el Foro Industria y Energía. Así, el 18,8% de la energía consumida por el sector agroalimentario procede de renovables, lo que supone 6,2 puntos porcentuales más que la media, que se cifra en el 12,4%.

En informe señala que, de toda la energía consumida por la industria agroalimentaria (111.566 TJ), el 37,2% es electricidad y el 34% procede del gas natural. El resto se reparte entre energías renovables (casi en su totalidad procedente de biomasa), productos petrolíferos (9,1%) y combustibles fósiles (0,9%).

Así, la biomasa es la principal fuente renovable empleada por el sector, con gran diferencia respecto a las demás. El motivo principal sería la mayor facilidad de acceso a este recurso respecto a otros sectores industriales, suponiendo además una vía para gestionar de manera rentable algunos residuos. Esta herramienta tiene un efecto descarbonizador a través dos vías: la utilización de energías renovables y la reducción de emisiones de metano causadas por los residuos agrícolas y ganaderos.

Por otra parte, el uso de gas natural en el sector agroalimentario se mantiene muy por debajo de la media industrial, que se sitúa en el 41,1%. No obstante, el sector tiene aún un amplio margen de mejora en este sentido, que puede venir tanto de un incremento en el empleo de biomasa y biogás como de la coexistencia de fuentes como la fotovoltaica y la eólica en cultivos agrícolas o terrenos para la explotación ganadera.

Al uso de la biomasa se añaden otras vías de descarbonización específicas, como son la apuesta por la agricultura de conservación para reducir las emisiones de carbono; la optimización de uso de fertilizantes para frenar las emisiones de óxido nitroso; el manejo de pastizales para la captación de CO2 en suelo; la reducción de desperdicio de alimentos o el aumento de la eficiencia y sostenibilidad del transporte y la logística.

Además, en lo que respecta a las plantas de fabricación de productos agroalimentarios, se unen opciones como el autoconsumo fotovoltaico con la instalación de placas solares en cubiertas u otras áreas disponibles; la apuesta por la digitalización para aumentar la eficiencia energética o la reducción de emisiones a través de sistemas como la gestión de redes de vapor.

En definitiva, la descarbonización de la industria no es homogénea. Cada subsector tiene su propio ritmo y recursos, por lo que es importante impulsar acciones específicas para lograr un objetivo común: la transición ecológica.

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