En 2022, la industria química alcanzó una cifra de negocios de 89.866 millones de euros de los cuales el 74,4% se facturaron en mercados exteriores, hasta los 66.882 millones de euros. Esto, según el informe, convierte al sector químico “en el principal exportador de la economía española y el primer inversor industrial en I+D+i”. Aunque también manifiestan en el informe que este dato no estuvo alineado con el comportamiento de la producción, “que apenas creció un punto”. Esta cifra se debió exclusivamente “al incremento de los precios de venta, que crecieron un 18,6% de media como consecuencia de los elevados precios de la electricidad y el gas, este último no solo como vector energético sino como materia prima del sector químico”.
Además, el estudio señala que “el comportamiento no fue homogéneo para todo el sector, sino que la química básica fue la más afectada por los precios de la energía”.
Sin embargo, este año Feique estima cerrar el ejercicio 2023 con una caída de la cifra de negocios del 6,8% hasta los 83.799 millones de euros (6.000 millones menos que en 2022).
En el ámbito del empleo, la industria química ha seguido generando puestos de trabajo experimentando un crecimiento de su fuerza laboral directa del 12,1% hasta los 234.300 asalariados directos. Respecto a la estabilidad laboral, el 94% de los empleos directos de la industria química tienen carácter indefinido, lo que evidencia su calidad, con un salario medio por trabajador que supera los 39.967 euros anuales, un 57% más que el salario medio en España (25.353 euros/año) y un 40% más que la media industrial (28.483 euros/año).
Asimismo, uno de los principales rasgos de este sector y clave de su competitividad radica en su capacidad innovadora. De hecho, la industria química lidera la inversión en I+D+i de toda la industria, “área a la que destina 1.721 millones de euros anuales y donde también encabeza la contratación de investigadores del sector privado, ya que 1 de cada 5 son contratados por la industria química”. Esta apuesta por la innovación se encuentra directamente ligada a la consecución de los objetivos de descarbonización y economía circular que, junto con la digitalización, se sitúa como vector indispensable para ofrecer, por un lado, “soluciones sostenibles a otros sectores”, y por otro, “mejorar los procesos propios y ser una industria todavía más eficiente, productiva y segura”.
En este sentido, Carles Navarro, vicepresidente de Feique ha explicado que “la industria química atraviesa en estos momentos una etapa doblemente compleja. Mientras afronta el reto de su propia descarbonización y la del resto de sectores productivos desarrollando soluciones y tecnologías net-zero para alcanzar la neutralidad climática, experimenta desde hace un año un notable retroceso productivo, al igual que otros sectores industriales”.
Así, ha manifestado que este descenso “tiene dos causas fundamentales: los altos precios del gas y la electricidad, por un lado, y la retracción de la demanda, por otro, sobre todo en Europa. Esto está perjudicando de forma significativa nuestra competitividad”.