Hoy se puede afirmar con rotundidad que las personas con discapacidad, incluso con discapacidad severa, pueden trabajar. El trabajo remunerado no es el privilegio de unos cuantos, sino un derecho de todos.
El Empleo con Apoyo (ECA) se desarrolló en la década de los 80 como respuesta a las limitaciones de enfoque de los servicios tradicionales de empleo para personas con discapacidad, que a menudo se ceñían en encontrar empleos para personas con discapacidad en entornos segregados y protegidos, como talleres o centros especiales de empleo compuestos exclusivamente por personas con discapacidad. El ECA se centra en apoyar a las personas con discapacidad para obtener empleos remunerados en entornos de trabajo integrados, donde trabajan junto a personas sin discapacidad.
El ECA también surge por la coherencia de unos padres, cuyos hijos habían estudiado en modelos de educación inclusiva, que se negaron a retroceder a ambientes laborales segregados y querían una inclusión en la empresa normalizada u ordinaria. Querían para sus hijos una empresa en la que la mayoría de los trabajadores fueran personas sin discapacidad.
Esta presión de los padres, sobre todo en EE.UU., y con la publicación de estudios universitarios de experiencias que avalaban la integración laboral de personas con discapacidad en el mercado ordinario, dieron lugar a que se creara el sistema y movimiento mundial del “supported employment”, que fue corroborado en la legislación norteamericana, a partir de 1984 (Developmental Disabilities Act) y, posteriormente, en 1986 (Rehabilitation Act Amendments), y en 1990 (Americans with Disabilities Act –ADA).
En Europa, el ECA, se desarrolló lentamente en la última década del siglo XX, junto con el desarrollo de muchos programas y de asociaciones nacionales de empleo con apoyo. España ha sido uno de los países pioneros en la experimentación de este sistema y ha contribuido y sigue contribuyendo al impulso de este movimiento en todo el continente.
Hoy podemos constatar la eficacia del modelo en multitud de revistas científicas prestigiosas y se ha extendido a una gran variedad de colectivos en situación de riesgo de exclusión social por causas diferentes a la discapacidad.
Como argumenta la psicología del comportamiento, cualquier conducta laboral puede ser aprendida y entrenada. Para conseguir el éxito en la consecución y mantenimiento de los aprendizajes el elemento crucial es el apoyo. Había que realizar un entrenamiento individualizado con la intervención de un especialista en empleo o preparador laboral.
El empleo con apoyo es mucho más que una metodología de inserción laboral. No es solo un procedimiento, conlleva unos principios y una filosofía.
Diversos autores han tratado de formular los principios ideológicos en los que se fundamenta el empleo con apoyo. Mank (1998) los concreta en siete:
- El trabajo tiene significado en nuestra vida.
- Las personas con discapacidades significativas pueden trabajar.
- Integración e inclusión son preferibles a segregación y exclusión. La experiencia demuestra, que las personas con discapacidad, apuestan claramente por la integración y la inclusión.
- La elección y la satisfacción son valiosas. Debemos apoyar lo que las personas con discapacidad quieren para su futuro, es decir, ayudarles a explorar alternativas y en apoyar sus decisiones.
- Desarrollo de carrera, no sólo trabajos. Se deben valorar las evoluciones en los trabajos y cambios a lo largo del tiempo de las personas con discapacidad, considerándolos como desarrollo de carrera.
- Crear apoyos individuales, no programas. Cada persona tiene que recibir los apoyos adecuados a sus elecciones y preferencias.
- Énfasis en la calidad de vida. Tal como plantea Borja Jordán de Urríes (Universidad de Salamanca), todos buscamos alcanzar cotas más altas de calidad de vida y el ECA ha demostrado en diferentes ocasiones que permite conseguir ese incremento y no solamente frente a la opción de no tener actividad laboral, sino también frente a la opción de trabajar en ámbitos segregados.
El ECA fomenta el “rechazo cero”. De ninguna persona con discapacidad que quiera trabajar se puede afirmar que nunca va a conseguir un empleo. Hay que dar oportunidades a todas las personas que quieren trabajar.
No se puede perder de vista la persona, elemento central del empleo con apoyo. Todos los principios, planteamientos, estrategias y procedimientos giran en torno a un eje principal, la persona. Una persona que necesita unos apoyos adecuados para poder participar en la sociedad como el resto de los ciudadanos. Una persona que también necesita apoyos para encontrar un empleo, para aprender los requisitos del puesto y las habilidades sociolaborales requeridas.
Las empresas deben apostar por esta metodología, contando con las entidades especializadas en inserción laboral de personas con discapacidad y con el asesoramiento de sus equipos de preparadores laborales.
Tal como hemos visto, el ECA ha demostrado ser un enfoque eficaz para apoyar a las personas con discapacidad en la búsqueda y mantenimiento de empleos remunerados en el mercado laboral competitivo. Los estudios han demostrado que las personas que reciben apoyo de ECA son más propensas a mantener empleos remunerados a largo plazo, tienen salarios más altos y una mayor satisfacción laboral que las personas que trabajan en entornos segregados y protegidos.
La belleza del empleo con apoyo para las personas con discapacidad -como dijo Wheman en 2012- es que ha servido para elevarlas a la sociedad normalizada.
