Según el informe de CEOE, en febrero el IPC repuntó el 7,6% siendo la tasa más elevada desde diciembre de 1986. En este dato de inflación continúa existiendo un significativo componente de “efecto base”, puesto que en febrero de 2021 la inflación fue nula.
El encarecimiento de los productos energéticos continúa siendo el principal elemento inflacionista, alcanzando una tasa interanual del 44,3% en febrero, frente al 33,0% de enero, impulsados por el alza de los precios de las materias primas energéticas.
Asimismo, la inflación subyacente coloca su tasa de variación en el 3,0% interanual en febrero, situándose más de 4 puntos y medio por debajo del IPC general, reflejando así el esfuerzo del tejido productivo para no repercutir todo el aumento de costes en sus precios finales de bienes y servicios.
En el mismo informe refleja la inflación en 2022, viéndose muy condicionada por la evolución y duración del conflicto entre Rusia y Ucrania y las sanciones económicas impuestas por la Unión Europea a Rusia, teniendo repercusiones sobre el precio de algunas materias primas, como el gas, petróleo, cereales o aceites.
En términos de comparación con Europa, el IPCA en febrero alcanzó una tasa del 7,6%, mientras que en la Unión Monetaria esta tasa se situó en el 5,8%, aumentando el diferencial positivo.
Además, en dicho informe se destaca el componente subyacente, aumentando su ritmo interanual en los precios de los servicios hasta el 2,0%; los precios de los bienes industriales sin productos energéticos incrementan su tasa hasta el 3,0%; y los alimentos con elaboración, bebidas y tabaco aceleran su tasa interanual hasta el 5,3%, destacando el aumento de aceites y grasas.
Asimismo, el precio del petróleo supuso un incremento del 13,4% con respecto a enero y del 59% en términos interanuales. En lo que llevamos de marzo, el precio medio se ha situado en 126 dólares/barril que, de mantenerse, implicaría incrementos anuales del 107% en euros.
