La industria “siempre ha estado alejada de las últimas tecnologías” y suele mostrar “aversión por el cambio” que estas introducen como es el uso de nuevas aplicaciones, este es el punto de partida a juicio de Sergio Pesquera, CEO de la startup Sialitech. A pesar de ello, las startups “tienen la capacidad de traer aplicaciones disruptivas” al sector empleando para ello nuevas tecnologías que, asegura, “de otra forma le costaría mucho”. Además de la innovación y la tecnología, Mario Ceballos, CEO de la startup industrial UltraVirtus, establece que la rapidez en la toma de decisiones y la creatividad se encuentra entre las características de estas compañías. Cuando las grandes industrias tienen que hacer frente a un problema, las startups son buenas aliadas ya que aúnan todas las características citadas y pueden “volver a empezar gracias a esa rapidez que las grandes compañías no tienen” lo cual forma parte de su diferenciación.
En lo que se refiere al papel que éstas desempeñan en el sector, para Alberto Conde, Founder y CEO de Xabet, su función no depende de sí mismas sino de “de la industria en general” ya que en los últimos años se ha visto como “muchas startups tiene la capacidad de desarrollar tecnología y soluciones tan avanzadas como algunos centros de investigación”. En este sentido, asegura que las soluciones de las startups se caracterizan por “su grado de industrialización o madurez como servicio o producto” ya que su negocio “suele estar basado precisamente en eso, en poder escalar en diferentes clientes o bien en crecer de la mano” de estos.
Al igual que las multinacionales, y analizándolas dentro del sector industrial, las startups tienen que hacer frente a retos. Para Pesquera, el principal es “obtener crédito suficiente” ya que esto traerá como consecuencia la aparición de las “primeras oportunidades con clientes”, en línea con lo añadido por Ceballos, quien establece la generación de confianza supone el punto de partida. Según los citados empresarios, esto dará lugar a un crecimiento y desarrollo de la capacidad de estas empresas para dar soluciones a problemas planteados por sus clientes, así como establecer una relación de confianza para lo cual se requiere tiempo y gastos que deben ser asumidos por las startups.
En este sentido, Conde posiciona como principal desafío el “demostrar que la propuesta de valor genera impacto positivo en las empresas industriales”, cuyo “atractivo verdadero” no es el precio sino “la agilidad y la visión diferente de transformar procesos tradicionales de la industria”, ya que “las empresas industriales que entiendan que tienen un socio tecnológico en una startup serán capaces de tener mejores rendimientos y retornos de la inversión”.
Financiación, caballo de batalla
La financiación es fundamental para “potenciar la contratación” y, a su vez, poder desarrollar más productos de una manera más rápida para posicionarse en el mercado. Sin embargo, esta es una dificultad para algunas de estas compañías ya que, según explica Ceballos, a la hora de solicitar cualquier ayuda o subvención “tienes que justificarla después de haber realizado la inversión”, una justificación que aborda cómo “prácticamente no necesitas ese dinero que vas a pedir”, añadiendo que sólo recibirán “la mitad de lo que has gastado”, lo cual critica que “no es muy lógico” puesto que son compañías que “acaban prácticamente de nacer” para las que el dinero es una “bolsa de oxígeno” para poder crear lo que deseas crear. La falta de recursos económicos “es un gap” que deben superar para desarrollar sus compañías y entablar una relación de confianza citada anteriormente.
En cuanto a las posibles soluciones de este principal problema las startups disponen de la ayuda de organizaciones como ENISA, perteneciente al Ministerio de Industria, Comercio y Turismo, quienes se encargan de prestar “apoyo financiero” a las empresas que “quieren impulsar sus proyectos de emprendimiento innovador” a través de préstamos como ya informó industry TALKS. Concretamente, en el sector industrial aseguran que cuentan con un total de 1.028 préstamos participativos desembolsados, por un total de 225,8 millones de euros, cuyo ticket medio es de 440.000 euros desde la creación de ENISA, en el año 2000, hasta la actualidad. Analizando los datos aportados por dicha organización, Cataluña y Madrid son las comunidades autónomas que disponen de más proyectos con un total de 258 y 202 respectivamente, en el mismo periodo.
Asimismo, Invest in Spain, dirección ejecutiva de ICEX España, coinciden con ENISA en situar Barcelona y Madrid como “dos núcleos principales en el ecosistema”. Una de las fortalezas de la existencia de dicho ecosistema emprendedor es la especialización industrial “elevada” a lo largo de la “geografía española con sus propios programas para startups”. En 2022, había “aproximadamente 11.000 startups activas” cuyas cifras de inversión caracterizan de “excepcionales” dentro de un “ecosistema de emprendimiento tecnológico” el cual “acelera su crecimiento y fortalece su posición como uno de los más importantes de Europa”. En los últimos tres años, la evolución de préstamos participativos en el sector industrial por ENISA ha sido en 2020 de un total de 15, en 2021 la cifra ascendió a 42 compañías, llegando a 2022 a 34, una inversión en startups en el último año que se ha “mantenido robusto en una coyuntura económica internacional muy complicada” según Invest. A pesar de esto, el “ecosistema de emprendimiento en innovación” así como el de modelos “está en su mejor momento”, sitúan, cuyo dinamismo se refleja en “el aumento en la creación de startups”, las cuales se están posicionando como “referentes nacionales e internacionales” en un entorno de “inversión más madura que apoya rondas de financiación cada vez mayores”. Dentro de esta situación, en diciembre de 2022 fue aprobada la Ley de Startups lo cual supone un “nuevo marco de incentivos fiscales y laborales para la inversión”, así como “la atracción de talento hacia empresas emergentes de base tecnológica en España”.
Captación de talento
El talento supone otro de los impedimentos que no sólo se está haciendo notar en las grandes compañías industriales, también en las startups ya que buscan perfiles muy específicos “la mayoría ingenieros”, afirma Feccia. A pesar de esto, al tratarse de empresas emergentes, aseguran que ponen “ciertas cosas encima de la empresa que otros no”. La flexibilidad, estar siempre al corriente de todo lo que sucede en la empresa o tener capacidad para poder “tener un impacto relevante en el futuro”, son algunos de los aspectos “atractivos” que destaca Pesquera para la captación de talento.
El mercado laboral está viviendo unos años de “muchos cambios a todos los niveles”, asegura Conde, desde la forma de trabajar ya sea local, híbrida o remota 100%, abriendo la puerta a la “deslocalización” tras la pandemia, hasta la “especialización y competición por atraer a las personas con más conocimientos en áreas especializadas”. En definitiva, “todo se resume en personas” por lo que encontrar las “optimas que compartan esos valores” es una de las dificultades, no tanto en cuanto al conocimiento de los candidatos sino en referencia a la “filosofía de trabajo que se requiere” en un startup industrial, para Ceballos.
El sector industrial garantiza una “mayor estabilidad de los lugares de trabajo”, así como “salarios más dignos, según Barcelona School of Managment, quienes aseguran que se trata de un sector “altamente internalizado e innovador”. Por ello, si comparamos los startups industriales con aquellas “limitadas a los servicios”, éstas aportan “más valor añadido a la economía” haciéndola “más resiliente y con un mayor beneficio socioeconómico”. Por lo que concluyen afirmando que “si queremos reindustrializar el país, el camino son las startups industriales”.
