REPORTAJE

¿Qué consecuencias puede tener para la industria gasintensiva el acercamiento entre Washington y Moscú?

En los últimos días, el presidente Trump y su administración han lanzado una nueva estrategia geopolítica radical, en la que la Casa Blanca parece estar volviéndose contra los aliados europeos tradicionales y construyendo vínculos más estrechos con la Rusia de Vladimir Putin.

Parece que parte de este interés en construir vínculos más estrechos con Rusia, incluso desdeñando a Ucrania, culpando a Kiev de la guerra que acaba de cumplir tres años y el propio Trump elogiando efusivamente a Putin radica en la idea de que Estados Unidos puede usar a Moscú como una herramienta conjunta contra China, el verdadero adversario geoestratégico de EEUU.

En algunos sentidos, como apunta esto se parecería vagamente a un Kissinger al revés: Henry Kissinger y Richard Nixon habían cortejado a China, que ya estaba separándose de la Unión Soviética, para construir un frente entre Estados Unidos y China contra Moscú. En este caso, la Casa Blanca parece creer que pueden trabajar con Rusia para aislar a ese país del mundo y dañar su creciente presencia global.

¿Qué consecuencias puede tener este acercamiento para la industria y para la gasintensiva en particular?

Un mayor entendimiento entre Estados Unidos y Rusia podría reducir ciertas tensiones geopolíticas y disminuir las tensiones en regiones fundamentales para la producción y transporte de energía, como Oriente Medio. Esto podría estabilizar los precios del petróleo y el gas.

Teniendo en cuenta que la Unión Europea depende en gran medida del gas natural exterior a sus fronteras, si Estados Unidos y Rusia fortalecen sus lazos, podría haber un aumento en la cooperación energética entre ambos países, lo que podría afectar a los precios y la disponibilidad de energía en Europa.

Por otro lado, si la Casa Blanca decide relajar o eliminar las sanciones económicas que pesan sobre el Kremlin, eso podría facilitar las inversiones y los proyectos conjuntos en el sector energético, lo que a su vez podría aumentar la oferta global de energía.

Además, y con respecto al mercado del gas licuado (GNL), EEUU ha estado aumentando sus exportaciones. Un acercamiento con Moscú podría llevar a una mayor competencia en este segmento, lo que podría beneficiar a los consumidores europeos con precios más bajos.

Un barco de transporte de gas natural licuado.

En todo caso, este viraje geoestratégico también puede generar una oleada de incertidumbre en Europa, especialmente en aquellos países que dependen en gran medida del gas ruso y que pueden sentirse vulnerables ante los cambios en la política exterior norteamericana.

Asimismo, no es descartable que el nuevo entendimiento entre ambas potencias nucleares pueda a afectar las iniciativas globales para combatir el cambio climático, ya que son grandes productores de combustibles fósiles. Esto podría tener implicaciones a largo plazo para la transición energética en Europa y el mundo.

En resumen, el acercamiento entre Trump y Putin podría tener efectos tanto positivos como negativos para la industria europea y el mercado de la energía internacional, dependiendo de cómo se manejen las relaciones y las políticas derivadas de este acercamiento.

“Ahora mismo vivimos en una época en la que tanto diplomacia como energía van a ir muy de la mano. Van a ser las dos coordenadas que van a marcar la nueva etapa. Se están empezando a realizar una serie de negociaciones que pueden afectar de lleno al mercado energético, no solo por la posibilidad que puede tener una reintegración de la energía rusa también en mercados internacionales, ya que seguramente también se aborden cuestiones relacionadas con las sanciones internacionales que están impuestas ahora mismo a Rusia”. Habla Daniel Bashandeh, analista internacional del Foro Industria y Energía (FIE).

“Es probable que haya mayor flujo tanto de gas como de petróleo. ¿Qué quiere decir esto? Pues que la Unión Europea ahora mismo se encuentra en un punto clave, decisivo en lo que es el futuro no solo del proyecto europeo, sino también de su futuro geopolítico. Y la Unión Europea ahora mismo tiene la oportunidad de avanzar una cuestión clave, que es la autonomía estratégica. Una autonomía estratégica que se construye, que se diseña, para tener no solo una voz en el mundo, sino también tener mayor margen de maniobra a la hora de tomar decisiones”, continúa diciendo Bashandeh en una conversación mantenida con este diario industrial.

Porque es evidente que ahora mismo vamos a ir hacia un mundo diseñado a través de liderazgos fuertes donde la Unión Europea tiene que fortalecerse, adelanta a industry TALKS.

Para él, este acercamiento Trump-Putin tiene que servir como un “toque de atención” para que todos los líderes europeos se pongan en marcha a la hora de construir una autonomía estratégica “que priorice el pilar industrial”, “el desarrollo de energías renovables” y sobre todo que tenga en cuenta que todas las decisiones que tome en clave diplomática van a afectar a la energética, “porque no solo estamos hablando de una reintegración de Rusia sino que también hay otros mercados que también pueden volver a integrarse en lo que es la dinámica internacional”. Bashandeh se refiere a países como Irán que tienen grandes reservas de gas y petróleo y que también podrían entrar en esa dinámica si se logra algún tipo de acuerdo con Estados Unidos. “Esto también puede poner mucha presión en los mercados, o sea, en los productores tanto de petróleo como de gas, por ejemplo, los mismos productores de la OPEP, como puede ser Arabia Saudí, también pueden verse presionados para sacar algún crédito también diplomático”.

No es nada casual que la reunión entre Serguei Lávrov y Marco Rubio -la primera a alto nivel desde 2022- se celebrara en Arabia Saudí, un aliado tradicional de EEUU que ahora mismo empieza a normalizar sus relaciones con Israel.

Reunión entre Marco Rubio y Serguei Lávrov bajo los auspicios de las autoridades saudíes. Firma: AP

La UE, opina el analista de FIE, ha puesto en marcha un plan con un claro objetivo, que es el de producir energía renovable, una industria verde y “no puede quedarse a medio camino, no solo por el mero hecho de la geopolítica, sino porque eso puede transmitir una inseguridad a los inversores que están potenciando y sobre todo que están intentando liderar este cambio”.

Los hidrocarburos son un arma política, un arma de presión, añade, lo que hemos visto a lo largo de la historia y claramente en este último conflicto entre Rusia y Ucrania hemos visto cómo se ha puesto en relevancia esa cuestión.

“En este nuevo reajuste el mercado del mercado energético y de las sanciones internacionales, si hay más oferta de gas y de petróleo, los precios van a bajar, y los productores van a intentar reajustarlos, sobre todo en Arabia Saudí, con lo que la Unión Europea tiene que aprender del pasado y tener muy presente lo que ha ocurrido”, pronostica.

“Si la Unión Europea no toma decisiones estratégicas e independientes, vamos a ser más vulnerables y a estar más expuestos a los productores de petróleo, y de gas y sobre todo a aquellos que controlan los recursos energéticos”, remarca.

¿En qué lugar colocan a la industria española y a la industria europea este escenario geopolítico?

“La industria ahora mismo está en un momento clave en el que se ha avanzado en proyectos de energías renovables, está realizando esfuerzos en cuestiones de descarbonización y está siguiendo la legislación que viene marcada desde Bruselas”, resume Bashandeh para quien se abre un dilema en Bruselas y sus países miembros “entre un abastecimiento barato de energía o bien continuar la senda de descarbonización y sobre todo encaminada a la energía renovable”.

Si se mandan señales erróneas y se cambian los marcos legislativos que actualmente ya están en marcha y todas las empresas y las grandes industrias están en línea con todo lo que tiene que ver con la descarbonización, la legislación verde de la Unión Europea, eso podría dificultar la transición energética en la que la Unión Europea está a la cabeza, y sobre todo España, que tiene un potencial de energía renovable único, y “que tiene que aprovechar ese mercado, porque cuanto más desarrollado esté y cuanto más apoyo legislativo se ofrezca a las empresas, y sobre todo a las industrias, más vamos a avanzar hacia esa autonomía estratégica”, donde nuestro país, considera, puede dominar.

“La autonomía estratégica pasa por potenciar las características que tiene nuestro país, que es la energía renovable, y acompañar toda la legislación, hacer que legislación e inversión sigan yendo de la misma mano. Y así es como la industria podrá mantenerse, podrá seguir siendo competitiva ante los vaivenes de la geopolítica mundial”, resume el especialista en política internacional. La autonomía estratégica es «el comodín» de Europa.

«Cualquier noticia de que se vaya a acabar la guerra de Ucrania es positiva. Respecto a los consumidores industriales gasintensivos, lo que les importa es el precio. Cuando empezó el conflicto armado, se añadió un fundamental geopolítico nuevo a los mercados, que afectaba al precio. Y el precio subió, porque normalmente los fundamentales habituales son la oferta y la demanda de gas. Y si hace frío, sube un poco, pero eran precios. El que entrase un fundamental geopolítico de guerra desestabilizó los mercados. Que haya paz destensará el mercado porque está muy sensible, está a la que salta», admite a industry TALKS Verónica Rivière, presidenta de Gas Industrial. una asociación que representa a los consumidores industriales de gas.

«El mercado está muy tenso porque, a cualquier noticia de guerra o ataque o de paz, tiene una alta volatilidad y los precios se disparan. Muy tenso porque si baja un poco la temperatura en invierno, pues el precio se vuelve a disparar. Lo vivimos hace dos semanas, pues desde los 40 euros megavatio hora, el precio subió 20 euros por el frío o los almacenes más vacíos. El que hubiese al final de todo un acuerdo de paz entre Rusia y Ucrania destensaría el mercado en el corto plazo», afirma.

¿Y eso qué significaría en cuanto a precios? ¿Bajarían o no está tan claro? Le pregunta industry TALKS a Rivière. «Yo, para que baje, uno, destensaría las volatilidades y se calmaría más. Para que bajen los precios tendría que llegar más gas ruso. Es decir, tendrían que haber negociaciones también para que se retomara el tránsito por vía gasoducto desde Rusia hacia Europa», responde.

Existen cuatro rutas de gas hacia el Viejo Continente. La más grande es la famosa Nord Stream, que a corto plazo no va a traer más gas, aunque se llegue a un acuerdo, porque los Nord Stream 1 y 2 fueron saboteados. El acto intencionado se produjo el 26 de septiembre de 2022. Ahora toca repararlos, lo que significa que por el Nord Stream 1 no va a circular gas en breve. Luego está el que llega a Polonia, el Yamal, que podría volver a operar. También está el TurkStream por donde sigue circulando gas sin problemas. Y quedaría el de tránsito por Ucrania, un tema que tendría que entrar también dentro de la negociación política, esto es, si Kiev volvería a permitir que circule gas ruso a través de su territorio para suministrar combustible a otros países del norte o para llenar los almacenes subterráneos europeos.

En otras palabras, dice Rivière, tienen que darse muchos factores para que vuelvan los precios a bajar tanto como antes de la guerra, Por otro lado, las sanciones internacionales no afectan al suministro de los contratos de GNL, se puede seguir comprando. Hasta ahora no estaba prohibido el comprar gases. Ha seguido circulando gas a través de Ucrania durante toda la guerra, mientras han habido contratos y hasta que se canceló el contrato de tránsito. Las sanciones apuntan a la recarga de barcos con gas natural licuado, pero, en su opinión, no son «significativas». Lo que más afectó a los precios del mercado principalmente fue el que dejase de circular gas por Nord Stream 1.

Son contratos a largo plazo que acaban en 2040 que se han respetado. Se ha prohibido la recarga de algunos barcos, es decir, que algún barco ruso llegue, utilice las infraestructuras europeas para recargar en otro barco más pequeño y llevárselo a otro sitio. pero todo el gas que se quedaba en Europa, ese no está sancionado, no había ningún problema.

¿Cómo ha reaccionado el mercado? «A la baja; se disparó hace dos semanas a los 60 euros más o menos, llegó casi a rozar los 60 euros el megawatio hora (MWh) y hoy estamos en los 45 ó 46 euros», aunque los precios antes de 2022 se situaban en los 20 euros . Te movías en esa horquilla y con pocas volatilidades. Vivir precios de 100 euros, o con el sabotaje de Nord Stream, que llegó a los 200 y pico, fue dramático».

Rivière considera que «todavía tienen que pasar algunas semanas para que esto se concrete, pero yo creo que este año sí que vamos a tener novedades en este sentido porque los altos precios de estos últimos años han destruido un 15% la demanda de gas en las industrias intensivas como las cerámicas, la papeleras, las químicas y las hidrológicas. Estamos hablando que no ha sido una destrucción por eficiencia o que se han electrificado es que es desindustrialización. Por eso volver a precios más relajados y si bajan, pues mucho mejor todavía». «Yo no sé si se recuperaría todo lo que hemos perdido pero al menos no seguiríamos perdiendo más», concluye.

No todos se atreven a hacer un pronóstico sobre el futuro ritmo de los precios de la energía tras el nuevo escenario geoestratégico. «La verdad es que no tenemos opiniones formadas más allá del impacto que pueda tener en los precios energéticos y en la escalada arancelaria», subraya a este diario Carlos Reinoso, portavoz de Alianza por la Competitividad de la Industria Española. Tampoco se pronuncia Joan Batalla, director general de la Fundación para la Sostenibilidad Energética y Ambiental (Funseam).

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