Por una parte, estamos ante una situación muy dañina para los bolsillos de la población, puesto que la factura energética supone un porcentaje relevante en el gasto de los consumidores. Ya hemos visto cómo el coste de la gasolina ha impactado en los presupuestos de las familias durante este verano, y muy probablemente con la llegada del invierno veremos como el impacto de las facturas energéticas de los hogares suponga una losa muy pesada para una gran parte de la población.
Sin embargo, esta situación no supone el peor escenario al que podemos enfrentarnos como sociedad.
Las peores noticias nos están llegando por el lado industrial. Según Eurometaux, Europa ya ha recortado cerca de la mitad de su capacidad de producción de aluminio y zinc, utilizados en todo tipo de productos, desde coches, aviones y envases hasta acero galvanizado. De igual forma, los precios récord del gas están afectando gravemente a la industria europea de los fertilizantes, con posibles consecuencias para la seguridad alimentaria y la autonomía estratégica de Europa.
Desde hace ya unas semanas, estamos viendo cómo muchas industrias en el mercado europeo están alzando la voz contra esta situación, llegando incluso a solicitar a la Unión Europea que intervenga los precios de la electricidad y el gas, poniendo en duda el funcionamiento del mecanismo de fijación de precios, dada la concentración del mercado en el lado de la oferta, la volatilidad y el nivel extremo de los precios en Europa, con el gas de la UE alcanzando un máximo de 334 €/MWh en los precios al contado del TTF hace unas semanas, lo que supone 15 veces su nivel anterior a la crisis, 10 veces más que los precios de Estados Unidos y muy por encima de los precios de Asia.
Para muchas industrias que hacen un uso intensivo de la energía no existe actualmente ningún argumento comercial para continuar con la producción en Europa, ni tampoco visibilidad y certidumbre para las inversiones y desarrollos posteriores. Los efectos de estos cierres también están empezando a tener un grave impacto en el empleo y nuestras cadenas de valor, poniendo en peligro la base industrial europea y la disponibilidad de productos esenciales en general.
Desde Cobas AM, como explicamos en nuestros comentarios trimestrales del segundo y tercer trimestre de 2021, pensamos que la raíz del problema se encuentra en los desequilibrios existentes en los mercados de petróleo y gas, derivados de la falta de inversión en capacidad de oferta necesaria, lo que ha llevado a estrecheces de abastecimiento. Es decir, a pesar de que el conflicto entre Rusia y Ucrania haya agravado la situación, nosotros pensamos que en el desequilibrio actual subyace una causa estructural, como es esa falta de inversión necesaria en el sector. Por esta razón creemos que se tiene que seguir invirtiendo en infraestructuras de transporte, licuefacción y regasificación de gas, así como en infraestructuras de producción y refino de petróleo, y hemos posicionado parte de nuestra cartera para beneficiarnos de esta tendencia.