La policrisis que padecemos -postpandemia, invasión de Ucrania, incremento de los precios y de la financiación, los elevados costes de la energía…- ha sido un tsunami que ha arrasado empresas y ciudadanos indefensos. Enumera Guterres como prólogo al citado informe de la ONU que, una vez más, los países en desarrollo se llevan la peor parte, enfrentándose a un enorme déficit de financiación y a una deuda que será incapaz de afrontar uno de cada tres países. Como dato ilustrativo el siguiente apunte: los mercados financieros en general cobran a los países en desarrollo tasas de interés hasta ocho veces superiores a los países desarrollados, según subraya el secretario general de la ONU.
Un panorama que se oscurece ante la falta de cumplimiento de financiación para detener el cambio climático por parte de los países desarrollados que no han aportado los 100.000 millones de dólares comprometidos a partir del 2020, cuando la pandemia azotó el mundo y nos puso delante la inmediata supervivencia de personas y empresas, como motor económico de los países.
Guterres, en su prólogo a un informe devastador de la ONU, es tajante: “Los ODS son la hoja de ruta universalmente acordada para superar las divisiones económicas y geopolíticas, restablecer la confianza y reconstruir la solidaridad. La falta de progreso -advierte- significa que las desigualdades seguirán profundizándose y aumentará el riesgo de un mundo fragmentado que funcione a dos velocidades. Ningún país -sentencia-puede permitirse el fracaso de la Agenda 2030”.
Las consecuencias de esta desviación de los objetivos están provocando situaciones desastrosas para todos. En mayo de 2023, según recoge el documento de Naciones Unidas, los devastadoras efectos de la guerra, los conflictos y violaciones de los derechos humanos habían desplazado a 110 millones de personas, de las que 35 millones eran refugiados, cifras jamás ante registradas.
La crisis climática ha empeorado a medida que las emisiones de gases invernadero siguen aumentando: el último informe del Grupo de Expertos Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático apunta a que la temperatura mundial ya está 1,1 grados por encima de los niveles preindustriales, y que es probable que superemos el punto de inflexión crítico de 1,5 grados para 2035. Olas de calor catastróficas e intensas, sequías prolongadas, inundaciones e incendios frecuentes, cientos de millones de personas amenazadas por el aumento del nivel del mar, océanos cargados con más de 17 millones de toneladas métricas de contaminación por plástico que tienden a triplicarse para 2040 nos presentan un paisaje alarmante que, desde la ONU, nos animan a mirar poniendo el acento en lo que ya se ha hecho y no sólo en lo que queda por hacer para no perder la esperanza y con ella, las fuerzas y las ganas.
Por ejemplo, sobre España, Jeffrey Sachs, economista, director del Earth Institute de la Universidad de Columbia y asesor de la ONU, ha manifestado que nuestro país “tiene un papel crucial que desempeñar en el avance hacia un futuro sostenible, pero para enfrentar los desafíos clave, es fundamental que intensifique sus esfuerzos en áreas como la mitigación del cambio climático, la reducción de las desigualdades regionales y la promoción de un desarrollo sostenible equitativo. Estoy convencido -ha declarado- de que España tiene el potencial y la capacidad para liderar este cambio, y es imperativo que se comprometa con determinación y acción para lograr un futuro sostenible para todos”.
Por ello, en el análisis del informe de la ONU realizado por la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, ponen de relieve que, en medio de estos desafíos, también se presentan oportunidades económicas significativas. “Sectores como las energías renovables, la economía circular y el turismo sostenible pueden impulsar el crecimiento económico y generar empleo en nuestras comunidades locales. Al aprovechar estas oportunidades, podemos promover un desarrollo sostenible que beneficie tanto a nuestra economía como a nuestro entorno y, por consiguiente, a nuestra sociedad”. Eso sí, para superar estos desafíos y aprovechar las oportunidades, debemos trabajar en estrecha colaboración. Gobiernos y organismo públicos, empresas y tercer sector tienen que cooperar para lograr las metas que inspiran los ODS y alcanzar un presente despejado, mientras trabajamos para legar un mundo mejor a las siguientes generaciones.
Entonces, ¿merece la pena el esfuerzo que hace la industria por cumplir con un compromiso de sostenibilidad, si al final nos veremos abocados al fracaso que se intuye en esta cuenta atrás hacia la rendición de cuentas en el 2030? Siempre hay tiempo para tirar la toalla, pero hay transformaciones muy costosas en recursos económicos y humanos que han hecho de empresas ejemplares, innovadoras y competitivas punta de lanza del progreso con mayúsculas -no de esa falacia de la que hablan algunos de nuestros políticos- para que avancen realmente las sociedades. Sin duda, el reto, continua.