La autenticidad implica el alma de una empresa. El éxito se resume, dijo, en “nuestra esencia”, lo que diferencia a una marca comercial de otra, como pueden ser Apple, Samsung o Think Pad.
La autenticidad se fundamenta, en su opinión, en el diagnóstico de la cultura que no va de “equipos ni buen rollo sino de personalidad”; en el diseño de la cultura meta, es decir, cómo queremos ser; y en ir de valores a compromisos, siendo uno mismo.
El segundo elemento es el propósito centrado en los usuarios, dado que es preciso distinguir entre el cliente (quien paga el producto) y el usuario (quien lo disfruta). “Es más importante satisfacer al niño que al padre”, explicó Robles. También es relevante diferenciar entre el usuario profesional y el particular. “No nos quedemos solo en el profesional”, recomendó Robles.
¿Cómo nos centramos en el usuario?, se preguntó. Favoreciendo un cambio cultural en las empresas industriales, trabajando con metodologías y mediante el intercambio de valor. “Esto es una oportunidad para las empresas más pequeñas”, estimó.
Y finalmente la tercera clave se concreta en el autoliderazgo innovador. “No es fácil innovar. La gente no innova”, declaró Robles.
La innovación, añadió, es hacer lo que tengas que hacer independientemente de lo que digan, piensen o hagan los demás. Y a modo de resumen, valga la frase: “Si quieres resultados diferentes, mira diferente”.