Al relatar su experiencia personal, subrayó que se encontró con “una presión social inesperada”, pues sus hermanos consideraban que “la ingeniería es una carrera de hombres”. Esa traba fue un resorte para afianzar su vocación.
Otra idea que planteó es que la diversidad por cuestión de género es una necesidad, y no una moda pasajera, porque incrementa de forma importante la competitividad en las empresas. Aunque el camino aún es largo, porque, por ejemplo, sólo el 2% de los pilotos son mujeres.
Finalmente, explicó los cinco valores, las cinco claves que maneja desde pequeña:
- Pasión en el día a día, una pasión que contagie y que sirva para que la gente se apasione.
- Aprovechar la crisis; “cada error era un aprendizaje que me hacía más fuerte”
- Ver el vaso medio lleno; optimismo, actitud vitamínica; “los problemas tienen solución”.
- Empatía.
- Trabajo en equipo; enganchar a la gente motivada que no suma, sino que multiplica.
Y remató con la frase, pronunciada por Sally Ride, la primera astronauta estadounidense: “Si queremos científicos e ingenieros en el futuro, tendremos que cultivar a las niñas como a los niños”.