TRIBUNA

Gestas épicas para ganar dos veces, en la empresa y en la vida

Redacción

Enrique Grande
director general de Envera

Ganar dos veces. Este es el lema del equipo paralímpico español que estos días se deja el alma en los Juego de París y también es la razón por la que cada día nos enfrentamos desde nuestros puestos directivos en las empresas al reto de triunfar en la vida y conducir al éxito a nuestras compañías.

Ganar dos veces, que también es el título del himno compuesto por Lucas Vidal que acompaña a nuestros deportistas en esta gran cita olímpica, refleja perfectamente, como ha explicado el presidente del Comité Paralímpico Español, Miguel Carballeda, el espíritu de los que luchan por ser campeones ganando en el deporte y venciendo en su día a día todas las adversidades que deben afrontar. Porque no sólo deben medirse con otros por conseguir medallas, sino que luchan contra sus propias circunstancias por subirse al podio de la vida sin piernas, sin brazos, sin ojos, sin competencias cognitivas o diferentes…

Son la luz con la que alumbrar los momentos de oscuridad que nos acechan cuando un problema se cierne sobre nosotros. Uno de estos faros imprescindibles es nuestra nadadora Teresa Perales a la que tuve oportunidad de desear la mejor de las fortunas antes de la cita olímpica, tras la presentación del Equipo Paralímpico Español. Un importantísimo acto al que no quiso acudir el presidente del Comité Olímpico de España, Alejandro Blanco, según aseveró públicamente Carballeda, “a pesar de lo mucho que lo hemos intentado”, en un gesto incalificable del que se supone abandera los valores del deporte y el olimpismo.

Pero volvamos a las personas importantes. Como decía, en aquella presentación me sorprendió ver que nuestra súper campeona de natación llevaba el brazo izquierdo inmóvil. “He perdido también la movilidad de un brazo -contó-, por lo que ya solo me queda uno para nadar, obligándome a nadar de espalda. ¿Alguien puede imaginarse lo que es nadar con un solo brazo?”, reflexionó ante un salón abarrotado, pregunta que vuelvo a lanzar al amable lector de estas líneas. Porque la neuropatía que la privó de la movilidad en las piernas a los 19 años sigue atacando su cuerpo y flotar en el agua de una piscina fue desde el principio una experiencia liberadora. Casi treinta años en una silla, que lleva “en el culo, pero no en la cabeza”, como repite incansablemente, ni en ese corazón apasionado, añado yo, que no se amilana ante una fatalidad que nos ahogaría a cualquiera solo con pensar en ello.   

Pero Teresa ni ninguno de nuestros deportistas paralímpicos se hundió frente a estos hachazos de la vida. Ni haber superado los 45 años -ahora que tanto se habla de la discriminación por edadismo- les hace mella: Teresa tiene 48 y acaba de conseguir con su único brazo útil su medalla número 28 en unos juegos olímpicos, lo que la iguala en una gesta histórica al otro super campeón de natación y mayor medallista olímpico Michael Phelps. Y no va a parar: ha confirmado que seguirá entrenando para estar en Los Ángeles 2028.

¿Quién no querría ser parte de esta leyenda, contribuir a nuevos éxitos y ganar dos veces? Una compañera de Iberia, compañía patrocinadora del equipo paralímpico español, que viajó con nuestros deportistas en el avión que los llevó a París, me confesó que si hubiera tenido que pagar por esa travesía junto a todos ellos habría pagado lo que le hubieran pedido. Y es que nada iguala a una experiencia doblemente ganadora e inolvidable. 

Carballeda, que con ímprobo esfuerzo logró finalmente que la televisión pública española quisiera retransmitir en abierto los Juegos Paralímpicos, siempre tiene palabras de agradecimiento para esos “compañeros de viaje imprescindibles”, más de treinta empresas “convencidas, responsables y que ayudan socialmente a la discapacidad y al mundo del deporte” a que logren gestas como las de Teresa y tantas y tantas otras. Cuenta el presidente del Comité Paralímpico Español, que también lo es de la ONCE, que las empresas han entendido perfectamente de qué se trata su colaboración, y que más allá de lo crematístico acompañan sobre el terreno a los deportistas para disfrutar sus éxitos y, a veces también, para llorar la pérdida de una medalla en el último momento y, sin duda, volver a reengancharse para los próximos Juegos de Los Ángeles y empezar de nuevo este ciclo virtuoso que es lección de vida y de trabajo.

Desde la Corporación Empresarial Pascual, compañía que lleva más de dos décadas comprometidos con el deporte paralímpico y que han hecho posible con su contribución que nuestros paralímpicos tengan también su himno, han explicado que lo hacen porque este movimiento es un ejemplo de su propósito: dar lo mejor, cerca de ti, apoyando el desarrollo social de aquí. Y buena prueba de ello es que el porcentaje de personas con discapacidad en la plantilla de esta gran corporación empresarial supera el 2,7%, cifra que esperan seguir incrementando.  

Hablamos de otra una manera de estar en el mundo como empresa para ganar dos, tres, cuatro… tantas veces como la fuerza del compromiso, la pasión y la emoción de las gestas más increíbles nos lleve. Compañías extraordinarias que apuestan por ganar en la vida y en el negocio dando alas para que otros vuelen con un solo brazo y la sonrisa perpetua, como la que dibuja en Teresa Perales la constancia, la determinación y ese invencible coraje de vivir.

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