ENTREVISTA

José Montilla: “Lo ideal es que la nueva Ley de Industria fuera pactada. No entre partidos, sino entre Administraciones con competencias en la materia”

La reindustrialización de España debería ser un pacto de Estado, pero atendiendo a un consenso entre las Administraciones que tienen competencia en la materia. Así opina José Montilla, ex president de la Generalitat de Cataluña y ex ministro de Industria, en entrevista industry TALKS. Montilla apunta a la misma necesidad ante la nueva Ley de Industria que, además de actualizar conceptos y necesidades, resulta necesario un amplio respaldo “no sólo digo entre partidos, sino entre Administraciones”.

Hace unos días la ministra de Industria, Reyes Maroto, defendía que la reindustrialización debería ser un pacto de Estado, ¿usted qué opina al respecto y díganos si lo ve posible? ¿Es una cuestión sólo de partidos o también de cohesión territorial?

Yo creo que debería ser un diálogo entre Administraciones, en este caso entre las que tienen competencias en esta materia. La industria es una competencia que está compartida entre el Estado que mantiene importantes responsabilidades, especialmente algunas que afectan a la regulación y otros sectores fundamentales para el desarrollo de la industria; y las Comunidades Autónomas que tienen competencia recogidas en sus Estatutos y muy importantes como la seguridad industrial, las políticas de suelo, los temas relativos a la formación y a la investigación, la promoción exterior y la conexión con aspectos clave como la energía y relaciones laborales, entre otras.

Por lo tanto, lo ideal sería un pacto de Estado entre estas administraciones, especialmente y de manera relevante, aquellas que tienen actividad industrial importante. El PIB regional es determinante a la hora de establecer ese peso que tiene la industria en la visión del conjunto de España.

¿En qué sectores considera que habría que enfocar la reindustrialización de España, en general, y de Cataluña, en particular? ¿Cuáles son las grandes oportunidades?

Diversos sectores, algunos de ellos más maduros, se encuentran en transformación, como es el caso de la industria del automóvil. España es uno de los líderes europeos en fabricación de automóviles. El sector se encuentra en proceso de descarbonización y, por lo tanto, todo lo que tiene relación con la fabricación de baterías, la electrificación del automóvil… ahí deben estar las empresas pero también las administraciones colaborando y ayudando. Hay un PERTE en marcha, es un buen instrumento, en el que son protagonistas tanto la Administración Central, las Comunidades Autónomas y, por supuesto, las empresas.

Hay muchos otros sectores no tan conocidos pero que España y, en más o menos medida, algunas Comunidades Autónomas, tienen enorme importancia como es el caso de la industria agroalimentaria. Esta industria tiene un papel importantísimo y no sólo porque da vida y genera actividad y empleo en zonas no excesivamente urbanizadas. España es un país muy importante desde el punto de vista de la industria agroalimentaria. Tiene un peso destacado en sus exportaciones y, por tanto, en su balanza comercial.

En algunas otras zonas, por ejemplo, en el País Vasco también es muy importante la industria de la máquina-herramienta, la precisión.

Yo creo que España tiene un mapa industrial diversificado, no dependemos de un monocultivo como dependen otros países, y que es fundamental mantener para que nuestra estructura económica sea diversidad. No podemos depender sólo de los servicios y del turismo aunque son muy importantes para nosotros.

Tenemos la posibilidad de modernizar sectores del terciario que se necesitan y que fundamentalmente se realizarán a través de la logística, diversificación de la oferta turística, pero hay que apostar claramente por la industria por las razones que siempre se citan: la industria no deja de ser el sector que genera un empleo más estable, más cualificado, mejor remunerado.

La industria es el sector que tira de la investigación, innovación y desarrollo, es el que tiene un papel determinante para conseguir un saldo positivo de la balanza comercial y por estas y otras muchas razones hay que aprovechar aquellas posibilidades que tiene nuestro país porque hay conocimiento, innovación… El mercado internacional las medianas y pequeñas tienen que globalizarse, ese es el camino.


En España en general se aspira a un 20% del peso del PIB de la industria, Cataluña ha llegado a registrar hasta un 27%; sin embargo, hoy está por debajo del 20%, se habla de declive ¿cómo recuperar ese pulso?

Yo siempre he dicho que el tema de la participación de la industria en el PIB es una cosa muy discutible porque con el paso del tiempo y los procesos de externalización, offshore, ha hecho que una parte de la actividad, del empleo que en aquellos momentos contaban como sector industrial hoy sea servicios. Por ello, no son considerados industria, no cuentan en el porcentaje por ello hay que relativizar la pérdida.

Es verdad que toda economía avanzada se mide hace muchas décadas por la bajada en la participación del sector primario y el crecimiento de la industria. Y después por el incremento del sector servicios.

Una economía avanzada donde la que pesa más el sector servicios es la americana y nadie dirá que la economía americana no es líder en industria en el conjunto del mundo. Por tanto, hay que relativizar las cifras, lo que hay que hacer es no solo marcarse un objetivo como el 20%, sino consolidar proyectos industriales y tener políticas industriales, ver cómo atraer sectores industriales, cómo mantener, por ejemplo, el sector del automóvil en España, qué hacemos para que sea competitivo, que hacemos con el sector agroalimentario desde el punto de vista de apoyarlo, gran labor de la investigación, para ganar mercado fuera. Cómo ayudamos a la industria química, ampliar sus actividades y ser competitivas.

Cómo ayudar a las energías renovables, donde en estos momentos no somos de los países más retrasados. Se perdieron algunas actividades industriales en este campo, pero se trata de tener un papel en un sector que es creciente y que lo seguirá siendo por los objetivos de reducción de emisiones que la comunicada internacional ha marcado y nosotros las hemos asumido. Cómo ayudamos a la industria en temas de formación, innovación, en reglamentación para favorecer y agilizar los procesos, por supuesto respetando las normas… esto es lo importante. Haciendo estos deberes seguramente la participación de la industria del PIB tanto de Cataluña, pero también de España, mejorará.

¿Qué aspectos urgentes debería contemplar la prometida nueva Ley de Industria?

Creo que una ley de estas características, en primer lugar, ha de tener presente una cosa muy importante, y es lo que apuntaba al principio, estamos hablando de una competencia que es compartida y, por lo tanto, lo ideal es que esta ley fuera pactada. No sólo digo entre partidos, sino entre Administraciones, porque cada una desempeña un determinado rol. Sería deseable que saliera de ese pacto que no sólo requiere a los sindicatos, organizaciones empresariales… Sino también administraciones que tienen competencias. Que salga una ley con amplísimo apoyo.

Por otra parte, hay que poner al día cosas, el concepto de industria ha cambiado mucho. Hace 40 años asociábamos industria a la manufactura y al mono azul. La industria tenía determinadas connotaciones como la contaminación que se han superado. Por supuesto, hay industrias que contaminan porque hay cosas que para producirlas requieren estas externalidades, pero lo que creo es que tienen que tener mayor presencia los temas de investigación, innovación y desarrollo; procesos de descarbonización y procesos de digitalización.

Este tipo de cuestiones han de estar presentes, pero también los temas que son propios de las Comunidades Autónomas, por ejemplo, los que tienen que ver con la seguridad industrial. Asimismo, aunque objeto de otras Administraciones, el texto debe incluir lo relativo a la promoción de los productos industriales en el exterior, homologaciones, patentes y marcas… Aunque hay ley específica y normativa internacionales, hay que tener en cuenta estos aspectos relacionados con la industria.

Recientemente en unas declaraciones defendía la integración política, económica y fiscal de Europa ¿cómo afectaría a la política industrial? ¿sería desde un concepto de Europa de las regiones?

Hay que verlo desde el punto de vista de los Estados porque son los que verdaderamente toman las decisiones. Las regiones tienen un papel muy subordinado. Su participación es manifiestamente mejorable a través del Comité de las Regiones. Pero es verdad que hay unas regiones en Europa que tienen un peso industrial determinante en Francia, en Alemania, en el norte de Italia… Cataluña tiene asociación y lazos con algunas de estas regiones.

Lo que creo es que hay que avanzar en el proceso de integración desde muchos puntos de vista. En el plano económico se ha avanzado mucho. En la integración bancaria se han dado pasos importantes. La integración fiscal, sin embargo, es mucho más complicada porque la fiscalidad es la competencia de los Estados y se pueden acordar si hay unanimidad y hay países que son semiparaísos fiscales donde se ejerce cierta competencia desleal. Ir hacia un proceso de cohesión es importante para defender el mercado único europeo. Tenemos que tener instrumentos parecidos.

Las regiones europeas han de empujar en ese sentido pero Europa tiene otros retos como es la integración más política en temas de Seguridad, Justicia, Derecho sociales…

En materia de energía, dados los acontecimientos en Ucrania, ya resulta imposible la ansiada estabilización de precios de la energía en primavera…

Por razones geoestratégicas está claro que, aunque en España no haya peligro de abastecimiento de gas, la realidad es que los precios altos se van a mantener más allá de este mes de marzo que es lo que se apuntaba. El Gobierno ya ha anunciado el mantenimiento de las medidas de carácter fiscal para tratar de paliar en parte la afección a las economías más débiles, especialmente las domésticas, y el problema es que contribuye a una espiral inflacionaria. La inflación subyacente va a seguir subiendo y, por supuesto, la inflación no va a ser un hecho tan coyuntural como apuntaban diversos estudios de organismos internacionales, desgraciadamente va a estar en la línea de algunos analistas económicas, porque no sólo es un problema de costes energéticos, es coste de las materias primas, la logística… que luego se traslada a la cesta de la compra.

Sí, la tormenta perfecta de la que se habla junto con la crisis de los semiconductores…

Los semiconductores a ver si somos capaces de fabricarlos aquí, hay un proyecto que del participan empresas y administraciones… Europa necesita tener una cierta autonomía. No soy defensor de la autarquía, pero no podemos ser tan dependientes de una o dos empresas que se ubican en el sudeste asiático en materia que ha puesto en jaque a la industria del automóvil y a otras que han tenido que interrumpir sus procesos de fabricación por falta de este componente.

¿Qué margen de maniobra considera que tiene la Administración Central y las Autonómicas para ayudar a la industria con respecto al impacto de los precios de la energía?

Pues un margen escaso porque el problema es que la normativa y funcionamiento que hace alusión a la formación de precios, mientras sea la última tecnología entrante la que fije el precio marginal lo tenemos complicado teniendo en cuenta de que si es el gas, no lo producimos, lo tenemos que comprar y el precio nos lo fijan los vendedores.

Utilizar los instrumentos de política fiscal como se ha hecho yo creo que es más acertado y continuar el proceso de descarbonización. La transición tiene ventajas porque no podemos hacer otra cosa si queremos tener futuro, pero va a tener costos y hemos de continuar por las energías renovables. Nuestro país en eso, en el periodo de transición saldrá del proceso con ventajas competitivas porque el sol y el viento son el petróleo del futuro. Hay que ser optimistas si pensamos a medio y largo plazo.

En cuanto al reto de los nuevos profesionales, la formación. ¿Cómo ve esta problemática?

Hay que tratar de romper las resistencias corporativas. Es verdad que la Universidad no tiene la función de formar gente para encontrar trabajo, la investigación forma parte de su ADN. Pero sí que las personas que pasen por la Universidad han de tener los elementos suficientes como para poder encontrar trabajo y han de tener presente las necesidades del mercado de trabajo, no pueden ser dos mundos no conexos. Y, por supuesto, eso requiere flexibilidad y adaptabilidad, romper inercias.

No es fácil y la prueba es que todos los ministros de Educación y Universidades se encuentran con problemas. No digo que las reivindicaciones de la comunidad universitaria no sean legítimas, por supuesto que lo son, pero el interés general lo es un poco más. Tenemos que preparar profesionales que después puedan encontrar trabajo, tenemos esa obligación. Tratar de ir dejando de lado profesiones que no tienen salida, porque el mundo cambia. Eso no supone dejar de lado la formación humanística, que es esencial para gestionar equipos. Especializarse en función de la demanda no es incompatible con esa formación de carácter más general y más humanística.

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