-En 2023, fundó el Centro Nacional de Prevención del Cáncer y la evitación de esta enfermedad también está en la mano de las empresas. Más allá del cumplimiento de la prevención de riesgos laborales, ¿cómo pueden actuar en esta dirección las compañías?
Creo firmemente que las empresas pueden y deben convertirse en aliadas fundamentales en la promoción de la salud. Más allá de la prevención de riesgos laborales, su entorno influye directamente en los hábitos de vida de las personas. No se trata solo de evitar accidentes, sino de generar entornos que fomenten el bienestar físico, emocional y social. Esto puede ir desde ofrecer menús saludables en los comedores, incentivar pausas activas y programas de ejercicio, hasta promover talleres sobre gestión emocional o buenos hábitos de sueño. Apostar por la salud no es un gasto, es una inversión: empleados más sanos son también más felices, productivos y comprometidos.
–¿Cuáles son las estrategias más efectivas para mantener una vida saludable y prevenir desde el ámbito de la empresa no sólo el cáncer, sino las enfermedades de mayor letalidad en España como las isquémicas del corazón o las cerebrovasculares?
La evidencia científica es clara, sólo un 10% de los casos de cáncer son de origen genético y más del 40% se deben a malos hábitos de vida, y esto es algo de lo que informamos continuamente en el Centro Nacional de Prevención del Cáncer que fundamos ya en el año 2023. Los grandes enemigos de la salud están muy vinculados a nuestros hábitos. Una empresa que quiera contribuir activamente puede enfocarse en tres pilares: alimentación equilibrada, promoción del movimiento físico y programas de salud emocional. Desde fomentar el consumo de alimentos reales y reducir los ultraprocesados, hasta disponer de espacios adecuados para caminar, estirarse o desconectar del estrés. También es clave normalizar el cuidado emocional en el entorno laboral, ofreciendo espacios de escucha, formación en gestión del estrés o incluso sesiones de mindfulness. Si conseguimos integrar estos hábitos en la rutina laboral, estaremos ayudando a prevenir gran parte de las patologías crónicas más letales en nuestro país.
–La infoobesidad a la que nos someten los gurús de la alimentación ideal desde las RRSS, los medios de comunicación, la misma publicidad o las máquinas de vending que inundan los comedores o espacios de descanso de las compañías es abrumadora. Sí, somos lo que comemos, pero ¿qué tenemos comer para ser lo que debemos?
La mejor dieta es aquella que se puede mantener a largo plazo, que respeta nuestra individualidad y que está basada en alimentos reales. No necesitamos fórmulas mágicas ni superalimentos de moda. Necesitamos volver a lo sencillo, a la dieta mediterránea: frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, proteínas de calidad, grasas saludables… Comer de forma consciente y sin miedo. Evitar los azúcares añadidos, las carnes procesadas, los alimentos cocinados en exceso o a la brasa. Consumir alimentos saludables y minimizar el consumo de estos más perjudiciales ha demostrado con una evidencia clara ser beneficioso en la prevención del cáncer. Además, es fundamental entender que lo que comemos impacta directamente en nuestra energía, en nuestra microbiota intestinal, en nuestras hormonas e incluso en nuestro estado emocional. Comer bien no solo previene enfermedades; también mejora nuestra calidad de vida. Y, en el entorno laboral, tener acceso a opciones saludables es una forma de cuidar al equipo desde lo más básico: su energía vital.
–“Lo imposible es aquello que no intentas”… Así se saluda al visitante desde la web de INMOA.
Esa frase no es solo un lema, es una declaración de principios. En medicina —y especialmente en oncología— he visto muchas veces cómo lo que parecía imposible se convertía en una nueva oportunidad gracias a no rendirse, a investigar, a personalizar. Esa mentalidad es la que guía nuestro trabajo diario en INMOA. INMOA y este mensaje nacen de que hace 6 años, a mi madre le diagnosticaron un melanoma metastásico y la desahuciaron. Fundé INMOA para tratarla con un tratamiento nuevo, la oncothermia y mi madre sigue viva y libre de enfermedad así como estupenda, 6 años después. Y como ella, muchos otros pacientes. Cada paciente es un mundo, y cada caso merece ser explorado con la máxima dedicación y apertura. Porque a veces, la diferencia entre la esperanza y la resignación está en intentarlo una vez más… pero de forma distinta.
–De hecho la oncothermia está rompiendo la estadística del cáncer. Su liderazgo en este campo la ha posicionado como una de las figuras más influyentes en la oncología mundial. Hábleme de este tratamiento cuyos estudios usted lidera en la sanidad pública.
La oncothermia, o hipertermia electromodulada, es una técnica que combina ciencia, tecnología y biología para potenciar la respuesta del organismo frente al cáncer. Se basa en un principio fascinante: calentar de forma selectiva las células tumorales aprovechando sus características eléctricas, sin dañar el tejido sano. Este proceso no solo mejora la eficacia de tratamientos como la quimioterapia o la radioterapia, sino que también activa el sistema inmune del paciente, como si lo ayudara a “ver mejor” al enemigo. En España, hemos logrado introducir esta técnica en el sistema público en algunos centros, y los estudios que lideramos desde hace años muestran resultados muy esperanzadores, incluso en casos avanzados o metastásicos. Es una puerta que se abre donde antes solo veíamos un muro. Carece de efectos secundarios significativos, además. Por esto, y porque el cáncer nunca es un enemigo pequeño, animo a los pacientes a consultar si puede ser eficaz en su caso. En el cáncer, esperar a que las cosas vayan mal, nunca es buena opción…
–Usted desarrolló varios años su labor profesional en EEUU, tras ser pionera en una técnica para mejorar el tratamiento del cáncer de mama lo que le valió un reconocimiento como «Persona extraordinaria en las ciencias», categoría que se otorga a los premios Nobel que desarrollan su labor en aquel país. ¿Qué opina de la fuga de talento que se está produciendo en Estados Unidos?
La fuga de talento es una realidad que afecta a muchos países, incluido el nuestro. En Estados Unidos encontré una cultura científica más ágil, con menos trabas para innovar y con una fuerte apuesta por la investigación aplicada. Eso permite a los profesionales crecer rápidamente. Pero también creo que regresar a tu país con ese conocimiento y esa visión global es una forma de transformar desde dentro. España tiene un capital humano extraordinario, pero necesita apostar más por sus investigadores, darles recursos, estabilidad y reconocimiento. La innovación debe ser un compromiso nacional, porque el talento que se va no siempre vuelve… y cada salida es una oportunidad que se pierde.
–Y como si no tuviera bastante con tanta actividad ya comentada, también es conferenciante para quienes buscan inspiración y herramientas prácticas para la superación personal y profesional. ¿Alguna fórmula magistral que nos pueda dar?
No existe una fórmula única, pero sí un principio que a mí me guía: vivir con propósito. Cuando conectamos lo que hacemos con algo que trasciende nuestro interés personal, aparece la fuerza para superar obstáculos, para reinventarnos y para avanzar incluso en los momentos difíciles. Para mí, la clave está en cultivar el bienestar desde dentro: cuidar lo que pensamos, lo que sentimos, cómo nos hablamos, cómo nos tratamos. Y también cómo nos relacionamos con el tiempo, con la salud, con el descanso y con el trabajo. No sólo soy hija de una paciente con cáncer avanzado, y nieta, sobrina… si no que hablo de esta enfermedad muy en primera persona como paciente, no sólo como profesional, ya que yo misma he tenido el mismo cáncer que mi madre. Somos un todo, y necesitamos armonía entre cuerpo, mente y propósito. La verdadera superación personal no consiste en no caer, sino en aprender a levantarse cada vez con más conciencia.