El sector industrial supera los 2,8 millones de empleos, dato que revela un ligero crecimiento trimestral del 0,17% y la creación de 4.900 puestos de trabajo. Respecto al mismo periodo de 2022, la ocupación del sector ha sumado 28.000 empleos, lo que supone una ligera subida del 1%.
Por género, el empleo femenino, que representa el 28% de la ocupación del sector, ha registrado una caída trimestral del empleo del 1,4%, frente al crecimiento del empleo masculino (0,8%). Respecto al mismo periodo de 2022, el empleo femenino ha descendido igualmente un 0,44%, mientras que el empleo masculino crecía un 1,57%.
La reforma laboral se dejó notar en la presión a la baja de las tasas de temporalidad registradas entre la población asalariada industrial. Así, por un lado, en términos interanuales, el empleo asalariado creció en 36.400 personas (1,4%), si bien el temporal cayó en 13.700 personas (5,3%), reduciéndose la tasa de temporalidad en casi un punto, hasta el 9,4%.
El empleo industrial tiene unas características especiales, pues sus retribuciones medias son superiores al conjunto de la economía. Tampoco sufre la estacionalidad, un mal que padecen otros sectores productivos. Y sus trabajadores habitualmente se convierten en un activo de gestión. El empleo industrial busca perfiles muy cualificados y cambiantes. La industria, en permanente transformación, es como un sector adelantado pues los problemas de productividad y competitividad que atraviesa la economía española se manifiestan antes en este sector que en el de servicios.
Los subsectores industriales que concentran el mayor número de empleos son la alimentación (483.000 personas ocupadas), la fabricación de productos metálicos (239.900) y la fabricación de vehículos a motor (233.500).
La EPA muestra los subsectores industriales que más pierden empleo en términos de variación anual 2022-2023: la industria del tabaco (-32,08%), la industria del cuero y el calzado (-24,74%), la fabricación de productos de hierro y acero (-23,73%), la industria del papel (-22,35%) y la industria de la madera y el corcho, excepto muebles (-21,79%).
También están reflejados los que más suben: la “fabricación de otro material de transporte” (+35,69%) que habitualmente engloba la construcción naval, la fabricación de locomotoras y material ferroviario, la construcción aeronáutica y espacial y su maquinaria, la fabricación de vehículos militares de combate y la fabricación de motocicletas. Crece la ocupación en las coquerías y el refino de petróleo (+31,48%), la fabricación de productos informáticos, electrónicos y ópticos (+24,85%), la industria textil (+18,01%), la industria de fabricación de vehículos a motor (+5,23%), la fabricación de material y equipo eléctrico (+7,35%) y la industria química (+5,65%).
Con relación al paro, la industria registra un importante descenso trimestral del 19%, lo que supone 27.900 parados menos y un total de 117.800 personas sin trabajo. Igualmente, respecto a 2022, el desempleo del sector secundario consigue un importante descenso del 20% con 29.900 demandantes menos que hace un año.
El desempleo femenino, que representa el 36% del total, registra una caída trimestral del 23,4%, cerca de 8 puntos por encima de la caída del desempleo masculino (-16,7%). Sin embargo, respecto a 2022, el descenso del desempleo masculino ha superado al descenso del desempleo femenino en 12 puntos.
Por lo que se refiere a la tasa de desempleo en la Industria, esta se sitúa en un 4%, lo que supone 0,9 puntos por debajo de la tasa registrada el trimestre anterior, un punto por debajo de la tasa registrada hace un año y cerca de 8 puntos por debajo de la tasa de paro general (11,76%).
La Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) ha valorado positivamente la evolución del mercado laboral en general, aunque ha indicado que esta ha ido “de menos a más”. También ha advertido que el escenario de incertidumbre, la caída de la cifra de negocios, el deterioro de los niveles de confianza y el aumento de costes empresariales comienzan a tener un impacto negativo en la contratación de las empresas”, explicaba la patronal en una nota de prensa tras hacerse públicos los datos el viernes 26 de enero.
“Hay que mantener la prudencia de cara a este año 2024 tanto por la desaceleración de la actividad económica que ya se está experimentando como por la incertidumbre que generan medidas que perjudican los costes empresariales y la productividad y que afectan negativamente al mercado laboral”, añadía el comunicado.
“El empleo industrial se está comportando bastante mejor que la actividad industrial”, admitió el director de Economía de CEOE, Gregorio Izquierdo, en declaraciones a industry TALKS. “Las empresas están haciendo un esfuerzo muy fuerte en mantener el empleo a pesar de que algunos subsectores están teniendo problemas de facturación y de rentabilidad”, explicó. El crecimiento ha sido leve, porque “el sector industrial está teniendo un comportamiento mucho menos dinámico que el resto de sectores”. ¿Por qué? Porque, añadió, depende más de los mercados exteriores, sobre todo de Alemania que está teniendo muchas dificultades. “Los mercados de exportación están teniendo una cierta desaceleración y luego, el sector industrial está más expuesto al aumento de los costes dentro del conjunto de la economía española”. También está más expuesto a la competencia.
Para Izquierdo, que el empleo se esté comportando mejor que la actividad genera un problema: se resiente la productividad. “Esto es una anomalía”.
Otro problema que afronta la industria, opinó el director de Economía de la CEOE, es la dificultad de encontrar mano de obra. “Si se observan las cifras del paro que sacó la EPA, se ve una fuerte reducción del desempleo en el sector”. Las empresas industriales requieren perfiles cada vez más cualificados, con capacidades tecnológicas digitales y sostenibles, que son muy complicados de encontrar. “Eso nos llevaría a la necesidad de políticas formativas en temas de nuevas tecnologías STEM, digitales”, añadió Izquierdo.
Esa falta de perfiles tiene varias implicaciones. Una de ellas es que las compañías industriales, en un contexto de menor actividad, tienden a mantener su nivel de empleo por la mencionada dificultad de reponer la plantilla. Las empresas perciben que la circunstancia de la caída de la actividad es transitoria y prefieren sufrir el aumento de costes que supone mantener la plantilla. Eso lastra, lógicamente, las cuentas de resultados. Las empresas también tienen mecanismos de flexibilidad interna para enfrentarse a esta caída de la productividad como son los EREs o los ajustes de actividad.
Un indicador de la dificultad de encontrar talento en la industria es el nivel del desempleo, “que está en mínimos históricos”, manifestó Izquierdo, quien también es profesor de Economía Aplicada en la UNED y director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), un destacado think tank vinculado a la patronal CEOE.
Para José Antonio Pasadas, secretario de Acción Sindical de UGT-FICA, si se toma un periodo de tiempo más largo, se aprecia que el crecimiento del empleo en el sector industrial es inferior al de la economía en su conjunto. Así, entre el último trimestre de 2022 y el mismo periodo de 2023, el empleo en general creció el 3,83%, pero el empleo que cubre UGT-FICA (industria, construcción y agrario) solo llegó al 3,59%. Esa diferencia se amplía en el periodo 2018 – 2023, con el 8,6% (economía nacional) y el 3,01% (industria y asociados).
¿Cómo se explica esa pérdida de volumen? Él lo achaca a cuatro factores que condicionan la evolución del empleo industrial. Se trata de la falta de una verdadera política industrial; la “terciarización” de la economía y de la industria; la externalización de la actividad industrial; y la doble transición digital y verde.
“No ha habido una apuesta clara en política industrial, aunque a nivel europeo esa tendencia se está revirtiendo y quizás por mimetismo eso se está abordando ahora en este país, partiendo de la base de que la Ley de Industria es de 1992 y está pendiente de actualización”, subrayó Pasadas a este diario digital.
El segundo factor es la “terciarización” de la industria, es decir, que el empleo que antes era netamente industrial está pasando al ámbito de los servicios; nacen como servicios auxiliares a la industria. Esto está vinculado a la denominada “servoindustria”, un fenómeno cada vez más frecuente en el que desaparecen las fronteras entre el sector de los servicios y el sector de la industria y encontramos productos que las combinan.
El tercer elemento citado por Pasadas es la externalización de la actividad industrial, “que debilita ese empleo netamente industrial”, empleo que goza de unas condiciones de trabajo como una negociación colectiva menos atomizada, unos salarios más altos que la media, una mayor cobertura de cláusulas de revisión salarial y una mayor estabilidad en la contratación.
Y finalmente, la doble transición digital y verde que está afectando de forma diferente y desigual a cada subsector industrial, generando riesgos y oportunidades. Como este proceso está en transformación, y será largo en el tiempo, “habrá que ver si hay un crecimiento o una pérdida neta de empleo”, dijo.
Pasadas confirmó que existe el desequilibrio por género, especialmente muy grande en algunos segmentos. La brecha de género también es relevante, estimó, en el aspecto digital. “En los nuevos empleos cualificados que se crean por la digitalización las mujeres están infrarrepresentadas. Hay menos mujeres en las carreras STEM”.
“Estos datos nos deben llevar a reflexionar, a hacer un análisis crítico, porque está claro que hay un desajuste con el resto de la economía para ver qué factores correctores podemos poner”, consideró.
A modo de contexto, en 1970, el empleo en industria y energía suponía el 25,30% del total de la economía española; ahora, en 2023, ese porcentaje ha caído al 13,32% y “vemos que los servicios tienen el 76,42% del empleo”, dijo Pasadas.
“Se está perdiendo peso en el PIB; por tanto, se está perdiendo tejido y también se pierde empleo. Tenemos que cambiar esa tendencia. Si no actuamos, seguramente esto se va a ir desangrando poco a poco”, expuso.
Con respecto a la creciente conflictividad industrial, con casos paradigmáticos de cierres, parones de producción o freno de inversiones, el secretario de Acción Sindical de UGT-FICA destacó que hay mucha variedad y no hay un único factor. Una de las razones, en su opinión, es “la transformación del modelo, poniendo en riesgo determinados sectores como la industria de la acería”. Otra es la “guerra en el sector agroalimentario de determinadas cadenas de producción con determinadas marcas”, que se debe, entre otros motivos, a la alta inflación. “Es un cúmulo de factores, pero no es una tormenta perfecta”, opinó.
El responsable de Empleo de CCOO de Industria, Carlos Márquez, también analizó para industry TALKS los datos de la EPA. En general su valoración fue positiva. “El empleo industrial se estabiliza y ya estamos en niveles previos a la pandemia”, resumió.
Entre la población asalariada se observa la discriminación de género que están sufriendo las mujeres, “puesto que enfrentan una mayor temporalidad”. En concreto, el 11,2% de las mujeres asalariadas tienen contrato temporal, frente al 8,7% de sus compañeros. También es preciso indicar que no pocas compañías, a la hora de la contratación, siguen acogiéndose a las Empresas Temporales de Trabajo (ETT) y a la figura del fijo discontinuo.
“Dentro de la reforma laboral, estamos en una presión a la baja de la tasa de temporalidad registrada y eso significa que hay más empleo estable”, declaró Márquez, quien también temió que los últimos anuncios en Bimbo o Alcoa no vayan a ir en beneficio del empleo en 2024 y supongan una mala orientación para el mercado de trabajo.
El sindicalista de Comisiones Obreras anunció que se están planteando un proceso de negociación con el Gobierno para afrontar los procesos de reestructuración de los subsectores que “miramos con peligro de mantenimiento de empleo”, y se refirió en particular a la industria agroalimentaria, siderúrgica o automovilística.
También desveló Márquez que determinadas industrias están entregando sus procesos productivos a centros especiales de empleo, dedicados estos últimos a la integración de personas discapacitadas en el mercado laboral, aprovechando la política de bonificaciones e incentivos públicos en materia de contratación.
“Eso es una discriminación positiva muy importante; lo que nos parece mal es que se empleen las políticas activas y eso no repercuta en la función social de los centros especiales, porque lo que están haciendo es precarizar el proceso productivo”, alegó. Y la reforma laboral, añadió, no acota estas prácticas.