El próximo presidente de Estados Unidos ha prometido a las grandes corporaciones estadounidenses menos regulación y menos impuestos. Las medidas anunciadas bajo el lema “América primero” fortalecerán el dólar con respecto al euro, perjudicando las exportaciones españolas.
Los planes de Trump de imponer más aranceles al comercio obligarán a las empresas nacionales a adaptar su estrategia; la desconfianza hacia las instituciones multilaterales profesada por él probablemente deprimirá el crecimiento en otras partes del mundo, aumentando el atractivo por el dólar, la divisa en la que normalmente la industria española hace sus transacciones internacionales.
Salvo que tengan filliales o fábricas propias, las multinacionales españolas con exposición a los mercados estadounidenses sufrirán un golpe más o menos severo. Por otro lado, los sectores expuestos a cambios arancelarios, como los semiconductores, los automóviles y las energías limpias, serán más volátiles.
Como bien ha declarado el primer ministro de Polonia, Donald Tusk, que además fue presidente del Consejo Europeo, “la era de la subcontratación geopolítica ha terminado”. Europa, ha enfatizado el dirigente polaco, necesita crecer y creer en su propia fortaleza. Y esa es una máxima fácilmente extrapolable a la industria en España.
Los países de la UE aplican juntos sus políticas comerciales, y la Comisión Europea ha tenido un equipo en la sombra que se ha estado preparando durante semanas para el regreso de Trump, cavilando formas de responder rápida y duramente si es necesario en cualquier disputa arancelaria. Pero no está nada claro de que Ursula von der Leyen, la presidenta de la Comisión Europea, pueda reunir a los 27 estados de la UE detrás de una línea común.
La propia Von der Leyen recordó a Trump en su mensaje de felicitación que “millones de empleos y miles de millones en comercio e inversión a cada lado del Atlántico dependen del dinamismo y la estabilidad de nuestra relación económica”. Pero el presidente entrante de Estados Unidos está obsesionado con acabar con el desequilibrio en el comercio de bienes con Europa, y especialmente con los automóviles alemanes, cuya cadena de suministro pasa por latitudes españolas.
La política industrial norteamericana seguirá previsiblemente basándose en el principio de America First. En su anterior mandato y durante la reciente campaña electoral, Trump ha realizado una clara apuesta en favor del impulso y protección de la industria pesada. “Esta industria es clave desde la perspectiva de la estabilidad del empleo”, explica Nuria González Rabanal, experta en Estrategia Internacional del Foro Industria y Energía (FIE) y profesora en la Universidad de León.
En la industria pesada “se incluyen sectores clave como la automoción, la construcción de infraestructuras energéticas o la defensa, en la que Estados Unidos tiene una partida de gasto muy importante”, apunta Rabanal.
También es previsible que se mantenga la dura política de aranceles, lo que afectará directamente a Europa como ha ocurrido hasta el momento, pero cuyo foco principal es China.
“Europa puede ser la víctima colateral de estas pugnas entre las dos grandes economías”, considera Rabanal. “Por otro lado, hay que pensar que toda esta economía real va acompañada de un ciclo de economía financiera, donde la economía norteamericana y la política de tipos de interés de la Reserva Federal van también a influir. Este hecho quizás justifique que el Banco Central Europeo haya bajado los tipos de interés buscando una mayor competitividad para las inversiones y las empresas europeas en relación con las norteamericanas”, enfatiza la profesora universitaria.
Además, “previsiblemente se desarrollará una política de inversión en el marco del programa Investing in America, que irá acompañada de unos tipos de interés superiores a los de la Unión Europea, para aumentar la rentabilidad de los movimientos de capital extranjero y para que a los capitales americanos les compense y les resulte más rentable mantener las inversiones dentro de Estados Unidos”, explica. Otro elemento que destaca Rabanal es la influencia del tipo de cambio, que “puede afectar a los mercados y a la competitividad de los productos europeos”.
En definitiva, la experta destaca que “se ha vuelto hacia el proteccionismo, que demuestra que se quiere evitar una dependencia excesiva de las fluctuaciones del escenario internacional en variables macroeconómicas tan importantes como la inflación, el empleo y el Producto Interior Bruto”.
Carlota García Encina, investigadora principal del Real Instituto Elcano, coincide con Rabanal al pronosticar que “el efecto más inmediato se produzca a través de los aranceles que ha prometido imponer, empezando por China y luego Europa”. Se esperan, escribe la especialista, unas guerras comerciales más radicales que las del primer mandato trumpiano y un curso de acción muy “transaccional” que distinga poco o nada entre aliados y adversarios, y que afecte a los propios socios europeos, empezando por Alemania,
Entidades como el Ministerio de Industria y Turismo (MITUR) o el ICEX, que depende del Ministerio de Economía, han mostrado mucha contención en sus reacciones. Fuentes del ICEX estimaron que “es prematuro aventurarse a hacer un análisis” y derivaron la respuesta a la Secretaría de Estado de Comercio.
El Gabinete de Prensa del MITUR ha respondido, al ser cuestionado sobre el posible impacto en la industria española, que, “por el momento, y hasta que el nuevo presidente tome posesión en enero, lógicamente no podemos ofrecer ninguna valoración”.
“En cualquier caso -continúa el Gabinete de Prensa-, hacemos nuestras las palabras de Pedro Sánchez cuando felicitó a Trump por su victoria electoral. Nuestra intención como Ministerio y como Gobierno es seguir trabajando de la mano en aquellos asuntos estratégicos para ambos países y profundizar y reforzar la mutua colaboración transatlántica”.
Otras organizaciones sí han mostrado su nerviosismo. Así, la Federación Española de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB) ha expresado esta semana su confianza en que “el respeto a los acuerdos alcanzados en la Organización Mundial del Comercio (OMC) y el diálogo entre las autoridades permitan unas relaciones comerciales equilibradas”.
Según datos oficiales, el saldo comercial agroalimentario y pesquero es positivo para España, que en 2023 tuvo entre los productos más exportados a EEUU el aceite de oliva (640,5 millones de euros), el vino y el mosto (313 millones), y otras legumbres y hortalizas en conserva (192 millones). De hecho, Estados Unidos es el séptimo destino de las exportaciones agroalimentarias españolas, el primero no europeo.
La FIAB forma parte de la Alianza por la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, una organización que también engloba a otros sectores relevantes como el automotriz (ANFAC y Sernauto), el petrolero (AOP), el papelero (Aspapel), el químico (Feique), el cementero (Oficemen), el minero (Primigea) y el siderúrgico (Unesid). industry TALKS también ha recabado la reacción del portavoz de la Alianza, Carlos Reinoso.
“Pensamos que es más que probable que veamos una escalada de las medidas, por un lado, proteccionistas; por otro lado, que impulsen la competitividad de la industria americana, que al final van en el mismo sentido: dificultar el acceso de los productos europeos en los mercados norteamericanos y viceversa, impulsar la penetración de los productos americanos en el mercado europeo”, comenta Reinoso.
Esto “no es nuevo, pero sí creemos que va a ver una cierta aceleración de esos procesos. Y ante ese escenario, nosotros insistimos, ahora más que nunca, en la importancia de que Europa ponga en marcha el diagnóstico que han hecho los distintos informes recientes y especialmente el informe Draghi, que aboga claramente por que Europa tiene que reaccionar de una manera inmediata y que tiene que impulsar un plan de inversiones nunca visto para que Europa no pierda competitividad y en particular su industria”, añade.
“Es imprescindible que Europa ponga en marcha esos procesos y que España en particular haga su parte. Nos preocupa el nuevo escenario al que nos enfrentamos”, adelanta Reinoso para quien el Inflation Reduction Act (IRA), aprobada por el Congreso estadounidense en 2022, supone “un antes y un después” en el escenario competitivo internacional.
El reto “va a afectar a la totalidad de los sectores” industriales, subraya Reinoso, a la espera de las primeras decisiones, que llegarán a finales de enero de 2025, tras la investidura de Trump fijada para el día 20 de ese mes.
Para la Alianza, todo esto representa “una amenaza” en cuanto a que habrá un reto de competitividad global. “No lo llamaría una oportunidad, sino una realidad, una amenaza ante la que Europa tiene que reaccionar”, dice su portavoz, aunque piensa que sí puede ayudar a sacudir las voluntades europeas.
En este sentido, el director general de la Asociación Española de la Industria y el Comercio Exportador del Aceite de Oliva y Aceites de Orujo (ASOLIVA), Rafael Pico, ve con “preocupación incrementada” la intención de Trump de retomar la agenda proteccionista, que perjudica en primer lugar al “consumidor internacional” porque supondrá mayores costes y menor acceso a ciertos productos.
El directivo ha destacado a la agencia Efe la importancia del mercado que representa en el que sus ventas se han incrementado en los últimos seis años en 100.000 toneladas, hasta las 430.000 toneladas actuales. La aceituna negra española, sin ir más lejos, tiene en EEUU un arancel superior al 30% desde 2018, es decir, durante el primer mandato de Trump. Estos aranceles, ha señalado Pico, hicieron que se perdiera el 80 % del aceite de oliva español en ese destino en beneficio de otros países productores.
Si bien la Administración del presidente saliente Joe Biden abrió un periodo de suspensión, “no ha habido avances en la negociación en los últimos tres años”, según Pico.
Para el sector del vino, la victoria del republicano “abre una etapa de incertidumbre en la relación comercial entre Europa y EEUU”, ha manifestado José Luis Benítez, el director general de la Federación Española del Vino (FEV), que agrupa a los bodegueros, también afectados por los aranceles en su primer mandato.
“Esperemos que no se materialicen problemas como los de hace unos años y se puedan resolver las disputas comerciales con diálogo, puesto que al final la globalización del comercio del vino es un hecho”, ha expresado Benítez.
Pero no todas las fuentes consultadas por este diario digital ven el asunto como una amenaza o un peligro.
Así, Miguel Benedicto, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid (UCM), opina que este nuevo ciclo político en Washington “puede ser un impulso y un acicate para la Unión Europea. No todo va a ser negativo”.
Benedicto considera que la subida anunciada de un 20% en los aranceles comerciales será “a nivel bilateral”. Ahí se puede producirse una desventaja, incluso un castigo, para ciertos sectores industriales, pero “creo que diferenciará entre amigos y aliados”. Trump, es cierto, “no suele actuar a nivel multilateral”, apostilla.
Para él, el efecto Trump 2.0 constatará que ciertas políticas europeas son erróneas. “No lo dice Trump, es que ya lo dice el informe Draghi”, que pone el acento en aumentar la inversión en innovación. “Eso se dice, pero luego no se hace”, admite Benedicto. “La llegada de Trump puede ayudar a activar esa mayor inversión en innovación, seguridad, defensa”, argumenta el profesor universitario.
El sector de la defensa puede verse beneficiado del cambio de Administración en Washington. Más bien será una obligación. “No habrá más remedio”, añade el politólogo, porque Trump no parece dispuesto a seguir poniendo dinero en favor de la defensa del Viejo Continente y eso incluye a Ucrania en su guerra con Rusia desde 2022. “Tenemos que ser más independientes”, dice Benedicto, haciendo referencia a la soberanía o autonomía estratégica. “Europa es muy reactiva y, hasta que no le llega un impulso exterior, no actúa”, concluye el especialista. “Trump puede ser ese acelerador interno para integrar el mercado europeo”, estima.
“Europa debe crear su propio mercado único de la defensa, independientemente de quién esté en la Casa Blanca. No hay un mercado europeo nacional, sino mercados nacionales. Es como la energía. Otro problema que tenemos, pues existen islas energéticas”, declara al ser entrevistado por industry TALKS.
“Como va a poner unos aranceles tan bestias a China, ¿dónde van a ir todas esas exportaciones que antes iban a Estados Unidos? A Europa. Nos van a inundar otra vez con productos chinos. Es el momento de tener tu propia política industrial. Y los últimos informes, el de Letta, el de Draghi, van por esa dirección”, subraya Benedicto. Él es partidario de dejar a un lado las políticas verdes, no eliminarlas, “no poner todos los huevos en la cesta del Green Deal. Eso es absurdo”.
“Puedes empeñarte en regular mucho, pero si no tienes una industria propia, sin innovación. Entonces apaga y vámonos”, sentencia. “Y con una legislación que ayude, mediante la exención fiscal, para que la gente no se vaya a EEUU”, propone. La arriba citada IRA ha fomentado, recuerda, que empresas y talento crucen el Atlántico para instalarse en la otra orilla porque “allí todo es más flexible y rápido” y “eso aquí no ocurre”. Y no solo en esa dirección: ingenieros alemanes deciden trasladarse a China, no solo por las mejores oportunidades salariales, sino porque aprenden más allí que en Europa en estos momentos. ¿Qué está fallando?, se pregunta Benedicto.
La meta, resume Benedicto, es “crear una política industrial, pero a la vez crear un contexto alrededor que favorezca a esas empresas, con reducción de impuestos, ayudas fiscales, incluso flexibilizando la actual legislación en materia de competencia, que es muy dura y a veces impide fusiones de empresas en Europa que puedan competir con terceros países como China o EEUU”.
En particular, el giro proteccionista de Washington puede ser positivo para aquellas grandes empresas industriales españolas que tengan una fuerte presencia en EEUU como Gestamp, Antolín, Cie Automotive, en el sector automotriz, o Consentino, en el de superficies de cocina y hogar. Las cuatro cuentan con filiales en distintos territorios estadounidenses o incluso con centros productivos propios. La almeriense Consentino, por ejemplo, anunció en 2023 una inversión de 250 millones de euros para construir una fábrica en la localidad de Jacksonville, en el estado de Florida.
La industria siderúrgica española expuesta al mercado norteamericano también se presenta como otra posible beneficiaria del triunfo trumpista. Ese es el caso de Acerinox que posee una filial muy importante en Kentucky: la North American Stainless (NAS). O del fabricante de tubos vasco Tubacex, que tiene instalaciones de tubos inoxidables o de estirado en frío repartidas por Pensilvania, Oklahoma, Luisiana o Texas.