Refiriéndose a su centro formativo en particular –“fusión entre la industria deportiva y la universidad”– y ampliando luego el foco de atención, Sáenz explicó que el sector educativo “ha ido más allá de la nueva normalidad” provocada por el COVID-19 y “ha dado una respuesta increíble adaptándose a las circunstancias. La educación superior ya había cambiado, pero evidenció que el camino era el correcto”, dijo.
Las nuevas generaciones, apuntó la directora, “con nativos digitales, feedback, interacción e inmediatez, necesitan tecnologías on valor añadido, facilitadoras y entretenidas”. También se detuvo en la responsabilidad social vinculada a paliar la brecha digital, es decir, los problemas de adaptación tecnológica de la gente de más edad. “No debemos excluirlos”, agregó.
¿Hacia dónde va la educación?, se preguntó Sáenz. Hasta ahora, en la universidad, se contempla un 80% de materias obligatorias y un 20% de optativas. “Eso debería revertirse”, añadió. “Debemos ir hacia mucho más personalizada y mucho más flexible”, opinó. “Lo mismo pasa con la industria, que debe ser más flexible”.
En la educación “debe primar el análisis crítico, la creatividad y las habilidades personales. Las prácticas tradicionales que castigan el error ya no tienen sentido”, enfatizó la directora gerente de la Escuela Universitaria Real Madrid de la Universidad Europea, partidaria de la apertura del espacio de aprendizaje. “El aula debe ser un lugar para debatir, compartir, colaborar entre áreas distintas, profundizar…” y siempre con flexibilidad y personalización.