Marcas como Toyota, Seat, Volkswagen, Stellantis (Opel, Citröen y Peugeot) ha anunciado desde la reducción en alto porcentajes de fabricación, la paralización total aunque temporal de las fábricas o, en algún caso, la suspensión de entregas de determinados modelos.
Es un problema que salta a la palestra por el impacto en la industria automovilística, pero, como venimos explicando en industry TALKS, es transversal a la industria electrónica y los expertos auguran una asfixia durante todo el año 2022.
Si bien existe en la actualidad cierto respiro con soluciones coyunturales, como la balsa de los ERTEs pactados para la industria auxiliar, como comentaban estos días desde el Clúster de Automoción de Aragón (CAAR), el problema es serio.
Opiniones autorizadas urgen a los Gobiernos impulsar la producción nacional, tanto a través de incentivos como promoviendo investigación. Así, en Bélgica, la compañía química Solvay y la empresa taiwanes Shinkong han anunciado estos días la creación una empresa conjunta para satisfacer la creciente demanda de semiconductores en este país.
Esta nueva estructura desarrollará, producirá y comercializará peróxido de hidrógeno de alta calidad para la electrónica. Solvay y Shinkong tienen la intención de completar la transacción en la segunda mitad de 2021, en espera de las aprobaciones regulatorias en Taiwán y otros países, y se espera que la empresa conjunta comience a operar en el primer trimestre de 2023 y se ubicará cerca del Parque Científico del Sur de Taiwán, cerca de Tainan.
Samsung, uno de los grandes consumidores, también ha dado un paso e invertirá 17.000 millones de dólares en la construcción de una nueva fábrica de circuitos integrados que estará ubicada en Estados Unidos, según recoge el portal tecnológico Xataca.com.
Todo ello, teniendo en cuenta que, TSMC e Intel son dos de sus mayores competidores en el mercado de los semiconductores. TSMC ya anunció en abril que destinaría 100.000 millones de dólares durante los próximos tres años en nuevas instalaciones con el propósito de reforzar su capacidad de producción.
Por su parte, Intel planea hacer un movimiento similar, aunque menor: 20.000 millones de dólares para poner a punto dos nuevas fábricas de semiconductores en el estado norteamericano de Arizona.
Dentro de la iniciativa IPCEI de la Unión Europea, por el que países miembros, entre ellos España, se comprometían a realizar inversiones para alcanzar la autosuficiencia en esta materia, los ministerios de Economía e Industria españoles reconocían el pasado junio que “se está trabajando a nivel nacional e internacional para ver qué empresas españolas y europeas pueden fabricarlos”. Hasta la fecha, los ministerios de Industria y Ciencia lanzaron una consulta pública para la participación en un proyecto europeo de microelectrónica. El camino está claro pero, por el momento, para la industria nacional no se atisba la salida.