“La transparencia no es un requisito más, sino una forma de liderazgo industrial”, afirmó el director gerente de Fundación CEMA, Dimas Vallina, al abrir el encuentro, subrayando que la confianza es ya “uno de los mayores intangibles” en la competitividad empresarial.
Vallina destacó que el Observatorio de Economía Circular se ha convertido en una herramienta pionera de acceso público que permite seguir, fábrica por fábrica y por comunidades autónomas, la evolución del uso de residuos como recursos, tanto en valorización material como energética, con cerca de 70 millones de toneladas de residuos recuperados desde 2004. “En materia de residuos, el sector cementero español lleva trabajando 25 años para explicar con claridad qué se utiliza, dónde y para qué”, recordó, señalando que el portal ofrece “un grado de transparencia del que a veces ni el propio sector es consciente”.
Durante su intervención, Vallina alertó del estancamiento histórico del envío de residuos a vertedero en España y recordó que, ante el previsible incumplimiento del límite europeo del 10% en 2035, el papel de la industria resulta esencial. Subrayó, asimismo, la capacidad del sector para colaborar con 88 ramas de actividad mediante simbiosis industrial y su liderazgo en valorización energética y recuperación mineral. “Nuestra industria tiene un compromiso de largo plazo con las comunidades donde opera, pero para generar confianza hay que ser absolutamente transparentes”, insistió.
El Observatorio ESG, desarrollado junto a Forética, recopila 24 indicadores ambientales, sociales y de gobernanza que permiten seguir la evolución del sector de un vistazo, desde el descenso de emisiones de NOx y partículas hasta la seguridad laboral. Vallina destacó especialmente la reducción del 51% de las emisiones de polvo desde 2014, así como un índice de siniestralidad “un 80% menor que la media de la industria”.
Tras la presentación de los observatorios, el director de Tecnología y Promoción de IECA, César Bartolomé, profundizó en la innovación técnica que acompaña al proceso de descarbonización. Explicó los avances en cementos con menos clínker y menores emisiones y detalló el proyecto sectorial para clasificar cementos y hormigones por huella de carbono, siguiendo un sistema similar al etiquetado energético. “Queremos que un arquitecto, un ingeniero o cualquier usuario pueda entender claramente qué significa pedir un cemento tipo A o tipo B en términos de emisiones”, señaló Bartolomé, que adelantó que esta clasificación podría estar plenamente operativa en 2026.
El responsable de IECA presentó además un proyecto de digitalización integral del hormigón que combina sensorización, inteligencia artificial y tecnología blockchain para garantizar datos inalterables desde la planta hasta la obra. “El objetivo es que el producto llegue con todos sus datos técnicos, ambientales y comerciales incorporados y verificables, sin riesgo de manipulaciones”, explicó. Y añadió: “Queremos que la descarbonización no dependa de papeles, que todo sea trazable en tiempo real y sin trampas”.
Bartolomé también detalló el incipiente aumento de la demanda de cementos y hormigones bajos en carbono, motivada sobre todo por grandes compañías tecnológicas y por los primeros pasos de las administraciones en compras públicas verdes. “Amazon, Google o Microsoft ya los están pidiendo en sus centros de datos por sus propios compromisos de descarbonización”, señaló, aunque admitió que el mercado general aún es incipiente y requiere mayor difusión y normalización técnica.
La jornada concluyó con un llamamiento conjunto a reforzar la pedagogía y la divulgación técnica para acelerar el uso de materiales con menor impacto ambiental. Vallina cerró recordando que la Fundación CEMA cumple 20 años y que la transparencia seguirá siendo la base del modelo sectorial: “Si no generamos confianza, un sector como el nuestro, que es por definición de largo plazo, no podrá avanzar”.

