REPORTAJE

Biomasa, carbono y economía circular: una tecnología para la industria descarbonizada

En plena emergencia climática, la gestión de residuos orgánicos sigue siendo uno de los grandes retos ambientales. Frente a ello, la empresa valenciana Ingelia ha desarrollado una tecnología capaz de transformar desechos orgánicos en un producto industrial reutilizable: el biocarbón o hydrochar, con aplicaciones como biocombustible sólido o fertilizante. Una solución que ha captado el interés del vehículo de inversión corporativa de Repsol.

La compañía, con sede en Valencia y en operación desde 2010, ha apostado por el desarrollo industrial de una tecnología conocida como HTC (carbonización hidrotermal). Se trata de un proceso termoquímico que replica en pocas horas lo que la naturaleza tarda millones de años: convertir biomasa en una forma de carbón.

“Funciona como una aceleración del proceso natural de formación del carbón. Es muy simple, muy estable, y opera a presión y temperatura moderadas, unos 200 °C y 20 bares”, explica Marisa Hernández, cofundadora y consejera delegada de Ingelia para industry Talks.

La tecnología permite tratar residuos de muy diversa índole: digestatos de plantas anaerobias, lodos de depuradora, residuos de poda y agrícolas, e incluso la fracción orgánica de residuos municipales. Uno de sus principales atractivos es que el producto final —el biocarbón— mantiene una calidad constante, independientemente del tipo de residuo de partida.

“Si lo comparas con procesos como el secado térmico convencional, el HTC ahorra hasta un 70 % de energía térmica. Esa eficiencia energética, junto con la recuperación de materiales, convierte esta tecnología en una opción muy competitiva para la valorización de residuos orgánicos”, añade Hernández.

Inversión con impacto

La propuesta tecnológica de Ingelia ha llamado la atención de Repsol Corporate Venturing, que recientemente ha apostado por la compañía como parte de su estrategia de economía circular.

“Lo que más nos atrajo fue que no solo era una solución innovadora, sino que además era escalable y tecnológicamente madura”, explica Amaia de Manueles, Investment Manager en Repsol para industry Talks. “Tienen una planta operativa a escala industrial y un equipo muy sólido. Para nosotros eso es clave en cualquier inversión”.

La decisión de respaldar a Ingelia se enmarca en el compromiso de Repsol con la descarbonización. Desde 2019, la compañía energética española se fijó como meta alcanzar las cero emisiones netas en 2050. En esa transición, la economía circular juega un papel cada vez más importante.

“Esta tecnología encaja muy bien con nuestros objetivos. No solo reduce emisiones, sino que además permite aprovechar residuos que de otro modo acabarían en vertederos. Es un claro ejemplo de circularidad alineado con las políticas europeas”, sostiene De Manueles.

Aplicaciones y futuro del biocarbón

La reducción del uso de carbón fósil en Europa ha abierto una brecha de suministro para industrias como la siderurgia o la química, que aún dependen del carbón como materia prima.

“Nuestro biocarbón no tiene tasa de CO₂ y se puede adaptar a las necesidades técnicas de cada cliente. Con ligeras modificaciones en sus procesos, las industrias pueden sustituir el carbón fósil por nuestro producto”, afirma Hernández. “Estamos trabajando estrechamente con Repsol para introducir el biocarbón en el mercado europeo, donde hay una gran demanda de alternativas sostenibles”.

Además de sustituir recursos fósiles, el biocarbón producido mediante HTC tiene una huella ambiental mucho menor. Según los datos de Ingelia, por cada tonelada de biocarbón generada se puede evitar la emisión de entre 3,5 y 6 toneladas de CO₂, dependiendo del análisis de ciclo de vida. Las plantas se diseñan para instalarse cerca del origen de los residuos, reduciendo así también el impacto del transporte.

Una colaboración estratégica

Para Repsol, este tipo de alianzas con startups se ha convertido en una vía esencial para acelerar la innovación.

“Ya no concebimos la transición energética como algo que podamos hacer solos”, afirma De Manueles. “Trabajamos bajo un modelo de innovación abierta, donde colaboramos con centros de investigación, laboratorios y startups como Ingelia, que nos aportan agilidad y nuevas ideas”.

El apoyo de una gran corporación va más allá de la inversión económica. Repsol pone a disposición de las startups su red de clientes, instalaciones para validaciones técnicas, y conocimiento del mercado.

“A las startups también les ayuda mucho la visibilidad que les da asociarse con una empresa como Repsol, que les aporta credibilidad en un entorno competitivo”, concluye De Manueles.

Mientras Europa avanza en su transición hacia un modelo más circular y bajo en carbono, soluciones como la de Ingelia parecen posicionarse como parte del nuevo paradigma. Tecnología probada, eficiencia energética y aprovechamiento de residuos: tres factores que explican por qué el biocarbón empieza a ganar terreno como alternativa sostenible con impacto industrial real.

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