REPORTAJE

¿Es el SCRAP en la industria textil una solución real o una mera herramienta de marketing?

En los últimos años, la industria textil y de la moda ha enfrentado crecientes críticas por su impacto ambiental. Ante la presión regulatoria y de los consumidores, muchas empresas han adoptado los Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) como parte de su estrategia de sostenibilidad. Ahora estos sistemas no serán ya una opción sino una necesidad marcada por el nuevo marco normativo asociado a la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP). Pero, ¿cuán efectivos son estos sistemas de reciclado de residuos? ¿Son una solución real o solo una herramienta de marketing verde?

La RAP, ya en funcionamiento en países como Francia,  mercado pionero en este sentido, donde está en vigor desde 2007, obliga a las marcas a responsabilizarse de la gestión de los residuos textiles derivados de sus productos una vez finalizada su vida útil.  

Las empresas extranjeras que operan en territorio francés están sujetas a esta misma normativa, lo que implica que muchas marcas españolas ya están cumpliendo con la RAP sin que todavía haya entrado en vigor en nuestro país.

Este modificación normativa va a suponer costes y procedimientos nuevos de recogida, clasificación, reciclaje y valorización, tanto para firmas nacionales como para aquellas que exportan a países de la Unión Europea que ya aplican este marco. España, siguiendo la senda marcada por Europa en materia de residuos y economía circular, prepara ahora su implantación mediante un Real Decreto que afectará a todo el tejido empresarial.

Es previsible que la transposición de esta obligación al sector textil se concrete próximamente, tal y como establece la legislación sobre residuos y economía circular. Esto significará que todas las empresas del ramo, independientemente de su tamaño, deberán adaptar sus procesos para cumplir con las nuevas responsabilidades legales.

Abril de 2025 era, de hecho, la fecha límite marcada para que el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicara el régimen que desarrolla la RAP. Evidentemente ese plazo no se ha cumplido, lo que indudablemente ha frenado el proceso.

Los SCRAP, a su vez, son las estructuras colectivas que usan los fabricantes para gestionar los residuos de sus productos. En el caso de la industria textil que es el que nos ocupa y que trabaja materiales muy diversos (algódón, poliamida, poliéster, madera…), esto implica la recogida de ropa usada, la reutilización y reciclaje de fibras y la reducción del vertido textil en vertederos. También supone la educación del consumidor final.

Prendas de vestir usadas.

Consciente de esta tesitura, la Confederación ModaEspaña reunió al sector industrial textil para celebrar una jornada hibrida (presencial y en línea) titulada Adaptación al marco normativo de la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) a la que ha asistido este medio de comunicación. La cita, celebrada este jueves 29 de mayo en la sede de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Madrid, reunió a empresas, expertos y representantes institucionales con el objetivo de entender, anticipar y asumir colectivamente los cambios que llegarán.

Nuevo modelo

La jornada contó con la participación de Ricardo Luis Izquierdo Escribano, representante de la FEMP en la Comisión de Coordinación en materia de residuos y director general de Economía Circular del Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid), y de Juan Ramón Meléndez, director general de la Asociación para la Gestión del Residuo Textil y Calzado (RE-VISTE).

Los ponentes desgranaron las claves del nuevo modelo, presentando el papel que juegan los SCRAP y han compartido ejemplos de éxito en otros sectores y países. Los asistentes, además, pudieron conocer de primera mano proyectos piloto que ya se están desarrollando en el sector, con el objetivo de testar soluciones, detectar limitaciones y construir, de forma colaborativa, un sistema eficaz que permita a marcas, ciudadanos, administraciones y operadores cumplir con las nuevas exigencias normativas

En palabras de Ángel Asensio, presidente de Confederación ModaEspaña, “no podemos permitir que las empresas españolas lleguen tarde a esta cita. La RAP no debe vivirse solo como una obligación, sino como una oportunidad para profesionalizar la trazabilidad, reforzar el vínculo con el consumidor y demostrar nuestro compromiso real con la sostenibilidad”.

RE-VISTE se constituyó en enero de 2023, aunque no comenzó a operar oficialmente hasta más de un año después, en abril de 2024, cuando la asociación activó su perfil en redes sociales y página web, y puso en marcha las primeras acciones comunicativas. La entidad se fundó de la mano de Inditex, Decathlon, H&M, Ikea, Kiabi, Mango y Tendam, y se añadieron posteriormente otros gigantes del sector como Primark, Sprinter o El Corte Inglés. El mes pasado se unió Mayoral.

Al presentar esta asociación, Meléndez subrayó que fabricantes e importadores tienen que hacerse de alguna manera responsables del residuo que generan los productos que ponen en el mercado; básicamente la idea es que esta implicación no sea solo financiera sino que también sea operativa es decir, no bastará solo con poner recursos para que estas responsabilidades se cubran, sino que también se habrán de implicar de manera técnica, en el caso del tejido, en cuanto al diseño de las prendas, las maneras de producirlas o de distribuirlas.

«La idea de la legislación con este concepto es que haya una internalización de esos costes ambientales y que, de esta manera, aquellos productos que tengan un ciclo más sostenible sean bonificados en detrimento de aquellos que tengan un ciclo menos sostenible. La consecuencia de esto será orientar, a través del precio, a los consumidores hacia productos o servicios más sostenibles. Este es un poco el objetivo que persigue la Unión Europea con este principio», admitió Meléndez.

En España el marco jurídico se asienta en la Ley 7/2022, de 8 de abril, de residuos y suelos contaminados para una economía circular, que también afecta a la gestión del residuo textil debería estar sometida a este principio. Esa gestión se puede hacer a priori a través de sistemas individuales SIRAP, donde cada empresa se encarga de recoger los residuos de los productos que ha puesto en el mercado para gestionarlos convenientemente. Es lo más inhabitual, porque por el efecto de las economías de escala, hacerlo individualmente suele ser más costoso, por lo que se acude a los SCRAP, en el que una organización recibe los fondos de las empresas y lo hace colectivamente para el conjunto de ellas.

En el propio texto de la citada ley se regulaba que estos sistemas de gestión se tendrían que poner en marcha antes de tres años de la entrada en vigor de la disposición legal, esto es, antes del 8 de abril. Según desveló Meléndez, fuentes del Ministerio declararon que el borrador del pertinente Real Decreto estará listo a lo largo del verano. Ese borrador ayudará a entender el sentido hacia el que va dirigida la Administración, los plazos y objetivos.

Es relevante destacar que la ley de residuos impone una serie de obligaciones y de sanciones administrativas dependiendo del grado de incumplimiento. Estas infracciones y sanciones, recogidas en los artículos 108 y 109, se clasifican en tres niveles: leves, graves y muy graves. Las leves, hasta 2.000 euros, consisten, entre otras, en no informar sobre la cantidad de textiles comercializados o en retrasarse en el pago de las cuotas al SCRAP.

Las sanciones graves, que oscilan entre los 2.001 y los 100.000 euros, castigarán a aquellas empresas que no se adhieran a un SCRAP obligatorio y eviten así financiar la recogida de residuos; también multarán la exportación de residuos textiles sin garantizar su tratamiento adecuado.

Finalmente, se considerarán infracciones muy graves, con multas hasta 3,5 millones de euros, falsear datos de reciclaje o reutilización, es decir, llevar a cabo greenwashing deliberado, verter o incinerar ilegalmente textiles sin pasar por SCRAP) u obstaculizar inspecciones, por ejemplo, impidiendo auditorías en plantas.

En otras palabras, las empresas textiles no se deben tomarse este marco a la ligera porque son relaciones que tienen consecuencias, además de que luego reputacionalmente, emocionalmente, pues también las empresas pueden ver afectadas.

Los grupos de productos sometidos a estos trámites incluyen ropa, ropa de cama, mantas, sombreros, calzado y artículos de prendería. Básicamente son tres familias: las prendas de vestir, el textil del hogar y el calzado. Y estamos hablando de estas tres familias de productos para residuos postconsumo, no para lo que no se ha vendido o tiene taras de fabricación, aspecto ese que cada empresa debe analizar por su cuenta.

RE-VISTE tiene, de momento, carácter voluntario, dijo Meléndez, gracias al empuje de una serie de empresas, líderes de mercado, que por primera vez en el mundo «han decidido trabajar juntas en abordar un reto, pese a que todas son competidoras entre sí y con un nivel altísimo de competencia, pero todas han comprendido que la magnitud del reto que supone recoger los residuos». El propio Meléndez cifró entre 670.000 toneladas y 900.000 toneladas el peso de los residuos textiles en España. «Es un reto de magnitudes titánicas», opinó.

«Nos incorporamos a un ecosistema de gestión de los residuos textiles ya existente y por lo tanto lo hacemos con una vocación de utilidad: queremos ayudar a la Administración a resolver el problema, especialmente a los ayuntamientos, que son encargados de gestionar los residuos municipales», subrayó.

Vertedero de ropa.

«Queremos ser integradores, es decir, ya hay un entramado de empresas privadas, de economía social, de recicladores que ya vienen trabajando en este asunto desde diferentes ángulos y con diferentes intereses desde hace décadas y ante la magnitud del reto solo faltaba que nos aprovecháramos los miembros existentes y tratemos de extenderlos y ampliarlos hasta donde sea posible. Y eso es lo que vamos a intentar», señaló Meléndez.

La idea de inicio, apuntó el director general de RE-VISTE, es promover la prevención de la generación del residuo, preparando para la reutilización y fomentando la reutilización hasta donde sea posible y lógicamente aumentando el reciclado muy rápidamente, mediante el desarrollo de un sistema nacional, unificado, «que funcione igual en Melilla que en La Coruña y lo mismo en un pueblo del interior del Ampurdá que de Andalucía».

Otro elemento destacable para la Asociación es la trazabilidad del residuo: cuánto se recoge, a dónde va y que esa información sea firme, de confianza, que esté controlada, «porque ahora mismo están sucediendo algunas cosas que son prácticas que queremos evitar, malas prácticas», indicó Meléndez, refiriéndose sin citar a la exportación de residuos textiles a países en vías de desarrollo.

«Necesitamos sensibilizar al ciudadano. Hasta ahora el ciudadano participa con las prendas que considera que están bien, en un estado de conservación que pueden tener una segunda vida. Tenemos que decirle al ciudadano que a partir de ahora no sólo lleve la ropa que está bien, sino que también la que está mal porque nos podemos encargar de gestionarla convenientemente y ha de haber expertos de los operadores privados y de las organizaciones de la economía social que van a clasificaresas prendas para darle el mejor destino posible», remarcó.

Prueba piloto

Con ese fin están poniendo en marcha desde esta primavera una prueba piloto en seis municipios españoles de diferentes tipologías: dos urbanos, dos semiurbanos y dos rurales. En primer lugar, instalarán diversos puntos de recogida para que el ciudadano tenga cerca una red de puntos donde pueda dejar su residuo textil. Serán no solo contenedores en la vía pública, sino también puntos limpios municipales, tiendas colaboradoras, tiendas de textil o de calzado que durante la prueba podrán convertirse eventualmente en puntos de recepción de residuos, los mismo que parroquias, colegios, centros comerciales…

«Tenemos fundadas esperanzas en los centros comerciales como lugares donde podemos recoger con buena calidad y cantidad. La idea es que al ciudadano le quede cómodo poder cargar en el coche un par de bolsas de sus residuos textiles y de calzado», aseveró el máximo responsable de RE-VISTE.

Meléndez informó de que hoy por hoy, de cada 100 kilos de residuos textiles y de calzado, 88 van al contenedor de basura indiferenciado, lo que significa que, en la mayoría de las ocasiones, terminan en un vertedero o en una planta de valorización energética donde se aprovechan muy poco del potencial que estos residuos atesoran. «Esto es el mejor ejemplo de economía lineal de la que queremos escapar», dijo.

El plan es que todo ese material desechado se lleve a una planta de preselección y clasificación, donde expertos, que ya lo están haciendo, clasifiquen el material y separen la ropa y/o articulo que son susceptibles de tener una segunda vida.

«Hoy por hoy, prácticamente la mitad de lo que se recoge separadamente se vende en forma de original fuera de España. ¿Qué significa en forma de original? Que el recogedor lo está cogiendo del contenedor y, sin abrir las bolsas ni saber lo que hay dentro, lo exporta a países del Tercer Mundo. Eso es un riesgo reputacional, una moneda al aire porque al no saber lo que se está mandando es muy posible que ni siquiera en ese país se lo puedan poner y darle una segunda vida».

Por eso, continuó, lo que buscan es que ese material sea tratado en esas plantas para poder ser clasificado y discernir lo que es utilizable y lo que no para decidir su país de destino como ropa de segunda mano que produzca unos ingresos que tiendan a minorar todo el proceso. En esas plantas de clasificación van a separar los disruptores del reciclado, es decir, le van a quitar los botones, las cremalleras, y van a clasificar ese material no reutilizable por composición y por color, elaborando una serie de balas (de algodón 100% blanco, por poner un ejemplo) homogéneas con la intención de que cada una de ellas tenga el proceso de reciclado adecuado y esa manera sacarle el mejor partido posible.

Pueden ser diferentes tecnologías de reciclado: mecánico, termomecánico, químico… se trata de procesos para obtener materias primas secundarias que puedan ser utilizadas para fabricar otros productos para la automoción, la construcción, para muebles de decoración para las tiendas o para domicilios.

La idea es devolver al ciudadano todo este residuo en forma de recurso, de materia prima y que a la sociedad vuelva este material de manera que sea aprovechable.

Meléndez dijo que la Asociación tiene las puertas abiertas a nuevos asociados e indicó que la aportación de las empresas viene marcado por su facturación. Si esta fuera menor de 10 millones de euros, el coste llegaría a los 1.000 euros al año; no sería un dinero a fondo perdido de manera que cuando la obligación de reciclar se aplique y las empresas tengan que pagar, se descontará el adelanto recibido.

En el turno de preguntas de los asistentes a la reunión, Pedro Andres, presidente de Asirtex, la asociación de empresas y entidades comprometidas con la circularidad textil de España y Portugal, incidió en la sostenibilidad económica, teniendo en cuenta los costes directos para las empresas y sus márgenes empresariales que estos procesos de transformación van a suponer a partir de ahora. Andres es un veterano del sector, siendo consejero delegado de la firma valenciana Texlimca, especializada en reciclaje textil.

El residuo textil no es anónimo

El residuo textil, apuntó Meléndez, tiene una particularidad: no es anónimo, lleva una etiqueta cosida con un nombre concreto, lo que representa un elemento fundamental. Insistió en que la estrategia de la Unión Europea tiene una jerarquía bien definida y que el primer paso apunta inequívocamente hacia la prevención de la generación de residuos, mediante campañas de sensibilización para que el ciudadano comprenda que todo consumo genera un impacto. «Alguien dirá, pero ¿cómo vais a hablar de consumir menos si las empresas que componen el SCRAP viven de vender?», se preguntó Meléndez. «Cada empresa tendrá la estrategia de negocio que considere, pero como SCRAP tenemos que apoyar la construcción de esa cultura de consumo responsable y haremos campañas para que el ciudadano entienda dos cosas».

La primera es la importancia del comportamiento de la sociedad a la hora de comprar, de valorar algunos atributos de las prendas, porque cuando se incorpora material reciclado puede ser que el vestido en cuestión sea un poco menos bonito. ¿Es eso un atributo negativo? Hemos de intentar que la gente lo vea como algo positivo, como pasó en su momento con el papel reciclado, que al principio era más feo y oscuro.

La segunda cuestión que debe entender la sociedad, razonó el gerente de RE-VISTE, es valorar todos los atributos de las prendas que quiere comprar: que sean duraderas, reutilizables y reciclables Y una vez trabajada la prevención, abordar la gestión del residuo. ¿Cómo? Buscando, primero, si se puede aprovechar la prenda en su conjunto para darle una segunda vida. Si la prenda no está en condiciones, tratar de aprovechar su tejido, reciclándolo, de la manera tecnológica que saque más valor.

Reunión de la Confederación ModaEspaña para abordar el marco legal de los SCRAP. Firma: Francisco Herranz

Ignacio Serra, director general corporativo de Tendam, antes conocido como Grupo Cortefiel, subrayó que podrían dejar que las administraciones destinarán una tasa a financiar el proceso de reciclaje, pero ellos han preferido involucrarse en dar soluciones al problema de la generación de residuos. «Podemos aportar y complementar al sistema nuestra experiencia como empresas en cuanto a la eficacia», aludió. «Somos un buque muy grande que tiene que prever la maniobra mucho antes que un barco pequeño. Pero todos somos barcos», dijo.

Ricardo Luis Izquierdo Escribano, representante de la FEMP en la Comisión de Coordinación en materia de residuos y director general de Economía Circular del Ayuntamiento de Fuenlabrada (Madrid) recordó que la RAP forma parte de la vida cotidiana de las personas, por ejemplo al cambiar el neumático a un coche. «Esa responsabilidad forma parte de la esencia de la Unión Europea», manifestó.

Para Izquierdo, una verdadera autoridad en la materia, la cuestión radica en la eficacia y en la recogida selectiva de residuos en cantidad y en calidad. «Tenemos que llegar a obtener al menos un 50% de los residuos textiles que se producen. Es decir, tenemos que recoger selectivamente al menos un 7,5% de los residuos municipales, es decir, multiplicar por 100 lo que se está recogiendo ahora mismo», enfatizó.

RE-VISTE es el primer SCRAP textil regulado a nivel nacional, pero no es el único sistema que se ocupa de la circularidad del producto textil o del zapato. Existe uno vinculado a la Asociación de Gestión de los Residuos del Calzado (GERESCAL), mientras que MODACC, la asociación de empresas de moda de Cataluña, ya ha anunciado su intención de crear el suyo propio SCRAP. Además funcionan los modelos de Fundación Humana con tiendas de ropa de segunda mano o la fórmula de la Asociación Española de Recuperadores de Economía Social y Solidaria humana (AERESS), una plataforma a nivel estatal que recogió casi 22.000 toneladas de materiales textiles en 2023. AERESS fue declarada Entidad de Utilidad Pública por parte del Ministerio del Interior y tiene presencia en 13 comunidades autónomas.

Economía social

Así mismo es reseñable citar a Moda re- y Koopera, dos entidades estrechamente relacionadas. Moda re- es un proyecto de gestión textil de Cáritas, liderado por la cooperativa del mismo nombre. Koopera, por su lado lado, es la red de entidades de la economía social que gestionan los proyectos de Moda re- en diferentes regiones, incluyendo las plantas de tratamiento y las tiendas de ropa de segunda mano. 

Y no podemos olvidar tiendas como Sepiia que diseña prendas 100% reciclables o Ecoalf que usa redes de pesca recicladas en sus colecciones de ropa.

En resumen, los desafíos de los SCRAP textiles en España saltan a la vista. En primer lugar, falta infraestructura de plantas avanzadas de reciclaje textil: solo existen 5 en Cataluña, Valencia y País Vasco); también subyacen problemas con los materiales que componen los productos dado que ciertas mezclas de poliéster y algodón dificultan el proceso. El «reciclaje», como indicó Meléndez, a veces significa exportar residuos a África. Finalmente, la regulación nacional todavía no está completa, pues falta el preceptivo Real Decreto de desarrollo, lo que genera ansiedad en el sector.

Nadie duda de que los SCRAP son un paso necesario hacia la economía circular, pero no va a resultar suficiente. Mientras marcas como Shein produzcan 6.000 nuevas prendas por minuto, ningún sistema de recogida podrá compensar ese frenético ritmo de producción.

La verdadera solución pasa por reducir la producción masiva, diseñar prendas reciclables desde el origen, favorecer una mayor transparencia en los datos de reciclaje e invertir en tecnologías, por ejemplo, de separación química de fibras.

El marco legal en proceso de desarrollo será un punto de inflexión para la industria textil porque los objetivos programados son muy ambiciosos. Así, obligará al sector a recoger selectivamente el 100% de los residuos textiles, cuando ahora ese porcentaje solo llega al 12%, a garantizar que el 55% de los materiales se reutilice o recicle  frente al 20-30% actual y a prohibir el envío de residuos textiles a vertederos o incineradoras sin tratamiento previo. La Unión Europea podría sancionar a España si no se cumplen estos

      Las empresas y los SCRAP deberán presentar informes auditados sobre trazabilidad y porcentajes reales de reciclaje. La obligaciones serán aplicables a todas las compañías que que comercialicen textiles en España -incluidas las extranjeras como Shein o H&M-, obligaciones que incluirán financiar la recogida y tratamiento de sus productos al final de su vida útil, diseñar en favor de la circularidad, esto es, confeccionar prendas más fáciles de reciclar, con menos mezclas de fibras y etiquetas removibles. Las marcas ya no podrán tirar o incinerar ropa sin vender y como alternativa obligatoria tendrán que donarla a entidades sociales o reciclarla en nuevas colecciones.

      Por otra parte, cada prenda deberá tener un código QR con información sobre composición material, instrucciones de reciclaje y huella de carbono. Este especie de pasaporte digital tendrá como objetivo facilitar la clasificación automatizada en plantas de reciclaje.

      Aunque no todo son desventajas. Este nuevo ecosistema también conlleva oportunidades de negocio y ha llamado la atención a industrias especializadas. Así, la compañía suiza Gr3n se ha aliado con la española Intecsa Industrial para poner en marcha una planta de reciclaje de poliéster, que deberá estar operativa en 2027 y tendrá una capacidad de producción estimada de hasta 40.000 toneladas de fibras PET provenientes de plástico reciclado y de poliéster.

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