TRIBUNA

El material que nos ha hecho llegar al infinito… ¡y más allá!

Redacción

Gonzalo de Olabarria
Secretario general de la Asociación Española del Aluminio (AEA)

Aluminio. Ese metal ligero, resistente y duradero, que lleva décadas impulsando el vuelo y haciéndonos llegar al infinito… ¡y más allá! De hecho, no es exagerado decir que la aviación moderna y la carrera aeroespacial no habrían sido posibles sin él. Se trata del tercer elemento más común encontrado en la corteza terrestre y un material que se utiliza habitualmente en multitud de industrias. No sólo en sectores como el de la alimentación, el automovilístico o la construcción; también en este otro, el aeroespacial, que supone un alto porcentaje de la actividad para la industria a nivel mundial.

Así pues, el aluminio ha desempeñado un papel crucial en la exploración espacial desde el principio. Elegido por su ligereza y su capacidad para soportar las tensiones y el estrés elevado de los viajes espaciales, el aluminio se ha utilizado en el Sputnik 1, en el programa Apolo y, más recientemente, en las misiones de SpaceX. Este material se ha empleado en la construcción de transbordadores espaciales y otros muchos equipos espaciales. Los cohetes de propulsión sólida, incluidos los motores de los transbordadores espaciales y los cohetes de aeromodelismo, usan aluminio como combustible principal.

Entre otros hitos espaciales y muy destacados en los que el aluminio ha estado presente de mil maneras, nos hacemos eco de los que la propia Asociación del Aluminio de Estados Unidos destaca. Entre ellos, la misión del Apolo 11 a la Luna de finales de los años 60, en la que el modelo lunar Eagle y sus amortiguadores estaban construidos casi por completo en este metal; también, en 1981, el lanzamiento por parte de la NASA del primer transbordador espacial Columbia, cuyo diseño se hizo mayoritariamente en el aluminio. Según el astronauta Tom Jones, “el peso combinado del aluminio y las baldosas de aislamiento térmico” hicieron de este material la elección perfecta para el programa del transbordador. Y ya en los años 2000 destacar, por ejemplo, el lanzamiento del rover Curiosity de Marte, una exploración espacial robótica para buscar pruebas de vida pasada en la superficie del planeta rojo, en el que las aleaciones de aluminio fueron la mejor elección para construir el cuerpo y las ruedas del robot. O recientemente, en 2020, la creación de la aeronave Mars Perseverance, que fue la primera de la historia en realizar un vuelo propulsado y controlado en otro planeta en cuyo diseño colaboró el aluminio con una mezcla de grado de vuelo y aluminio blando no aleado. Estos componentes permitieron que el helicóptero fuera ligero, sobreviviera a temperaturas bajo cero y aguantara múltiples aterrizajes.

Pero no sólo el espacio se sigue conquistando con aluminio como base; también la aviación moderna apuesta por este material para sus modernos diseños debido a sus características únicas. Las aleaciones de aluminio son la elección mayoritaria para la fabricación de aviones comerciales y aviones militares de carga y transporte. Su uso se generalizó durante y después de la Segunda Guerra Mundial y, desde entonces, se ha convertido en ingrediente clave para el diseño y proyección de todo tipo de aviones y aeronaves.

Hay diferentes aleaciones en el mercado, pero en específico para su uso aéreo, se encuentra el aluminio 6061 (también llamado aluminio aeroespacial), como el más frecuente y con peculiaridades especiales para este tipo de construcciones. Está conformado por un 98% de aluminio y otros elementos, como el titanio, cobre, hierro y silicio. Es ideal para la estructura de todo tipo de aeronaves y se usa, también, para fabricar alas y fuselaje de cadenas de aviones comerciales, debido a su gran resistencia a la corrosión. 

Además, el aluminio también presenta un equilibrio entre alta resistencia, bajo peso, durabilidad y versatilidad de diseño. Todo ello lo convierte en uno de los mejores aliados, capaz de aguantar y resistir frente a las condiciones más duras y extremas.

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