Todas las organizaciones, sin importar su dimensión y sector, buscan acercarse a la sostenibilidad a largo plazo, trabajar para avanzar hoy mientras se construye el futuro. Este es el gran reto de todas ellas, sostenibilidad ambiental y social, pero especialmente económica. Para ello deben obtener resultados excepcionales y situarse en una posición de competitividad permanente frente al mercado. Una herramienta clave para alcanzar y mantener niveles sobresalientes de rendimiento que satisfagan o excedan las expectativas de todos sus grupos de interés, mejorando de forma continua y manteniendo la competitividad es el benchmarking, es decir, utilizar la comparación sistemática de resultados y procesos, la forma de hacer las cosas con otras organizaciones relevantes para obtener información valiosa que ayude a las empresas y organizaciones a actuar para mejorar su rendimiento.
Ser competitivos implica necesariamente evaluarse y compararse, conocer el propio posicionamiento de forma sistemática (qué hacemos, cómo lo hacemos y qué resultados obtenemos), centrarse en identificar los factores críticos de éxito, identificar las organizaciones con las que queremos compararnos y buscar qué las hace mejores. Todo ello desde una posición de humildad, admitiendo que otros lo están haciendo mejor, y desde una posición que va más allá de la comparación, una actitud de aprendizaje y de búsqueda de la adaptación a la propia organización, que no adopción directa de buenas prácticas ajenas.
Desde inicios de los años 90 en España, un gran número de empresas y organizaciones han focalizado sus esfuerzos en aplicar herramientas de benchmarking para la mejora. En algunos casos auspiciadas directamente por la administración pública, la gestión hospitalaria o universitaria son buenos ejemplos de ello. En el sector industrial también se ha fomentado el intercambio de resultados y procesos a través de entornos de confianza, clusters sectoriales y organizaciones empresariales que, como el Club Excelencia en Gestión, fomentan el intercambio de buenas prácticas y de resultados de forma ética, desarrollando proyectos de intercambio de conocimiento, sean en un sector concreto o multisectoriales, benchmarking competitivo o externo. En otras ocasiones dentro de las mismas empresas, compartiendo resultados y prácticas de diferentes divisiones o unidades de negocio, lo que viene a llamarse benchmarking interno.
Resultan de gran interés los Foros o espacios de cocreación, Plataformas digitales de conocimiento, Observatorios, Premios de Buenas Prácticas, Sesiones de intercambio One-to-One… imprescindibles para, dentro de una sistemática de benchmarking, planificar, conocer, analizar, cooperar, compartir, integrar, comunicar y actuar. Debemos disponer del dato, para transformarlo en información, conocimiento y finalmente en mejora.
Un caso singular son las organizaciones que eligen el Modelo EFQM como referencia y referente internacional para su gestión. Todas ellas utilizan comparaciones externas relevantes y confiables (dentro o fuera de su sector) que les permiten determinar que el rendimiento está en línea con su estrategia. Buscan compararse con otras organizaciones destacadas, si es posible con las mejores, e intentan ser un punto de referencia para otras, rendir al nivel que a otros les gustaría alcanzar.
La razón de ser del benchmarking es la mejora de los resultados a través de mejoras organizacionales, y por ello es imprescindible entender que el benchmarking debe ser sistemático, cultural, trabajando resultados y procesos, buscando lo comparable, actuando de forma ética, adaptando y no adoptando, todo ello de forma definida, ordenada y planificada para llevarlo a la acción y la mejora. Aunque la madurez de las organizaciones frente al benchmarking es muy heterogénea por sectores y geografías, sin duda las empresas y organizaciones industriales están singularmente necesitadas y preparadas para aprovechar esta potente herramienta. De todo ello se hablará en el próximo Foro Anual del Club Excelencia en Gestión que se celebrará el 19 de octubre bajo el título de “Creciendo ante la adversidad”. Para seguir creciendo, las organizaciones industriales deben trabajar con una mirada holística, recordar la importancia de compararse para mejorar de forma continua, obteniendo resultados sobresalientes y, en definitiva, ser sostenibles a largo plazo aún en un entorno que en los próximos meses se vislumbra adverso.