La física cuántica, explicó Lage, se basa en unos conceptos que difieren mucho de la física clásica: el paralelismo cuántico, es decir, la superposición de valores de 0 y 1 de un qubit; o el entrelazamiento cuántico, aún más difícil de entender, que hace posible que los estados cuánticos de dos o más objetos se comporten igual incluso cuando los objetos estén separados espacialmente.
La computación cuántica, dijo, se emplea en dos ámbitos principales: las grandes simulaciones y los procesos de optimización. “Cuando hablamos de simulación, vemos mucho potencial”. Y en muchas áreas el crecimiento ha sido exponencial.
Los sensores cuánticos para escanear imágenes con gran precisión servirán para la navegación de vehículos y aeronaves. Otra aplicación práctica será la criptografía cuántica, capaz de generar números aleatorios gigantescos para garantizar comunicaciones seguras “sin ruido”. “Ya estamos trabajando en ello con gobiernos y empresas”, subrayó el especialista de Tecnalia, un centro de investigación y desarrollo tecnológico referente en Europa.
Con respecto a la industria 4.0, la tecnología cuántica se aplicará a la simulación de nuevos materiales o la optimización de la logística. Los acelerómetros cuánticos complementarán a los actuales navegadores GPS para ubicarse en el interior de un túnel o de una mina. En agricultura, veremos cómo se emplean los qubits en la optimización de cultivos y en la creación de fertilizantes más respetuosos con el ecosistema. En definitiva, un mundo nuevo de aplicaciones.