Su propuesta es muy arriesgada. ¿De verdad que nunca han tirado la toalla ante la petición de una compañía?
Bueno, propuesta arriesgada diría que no… más bien diferente. Al final para poder sobrevivir en un mercado global hay que ser diferente, tener la capacidad de crear lo que no existe, de ofrecer soluciones que no están en un catálogo y para ello hace falta mucha imaginación, red de contactos y experiencia. Como se puede imaginar, desde 1984 en que se fundó la empresa, son muchos años de “batallas”, obviamente no vividas todas en carne propia.
¿Cuál ha sido el desafío más arriesgado?
Arriesgado ninguno o al menos en el sentido literal de la palabra; difícil, muchísimos, pero como me dicen algunos clientes “tú ves un charco y ya estas lanzándote de cabeza”. Quizás de entre todos ellos, uno de los proyectos que nos supuso un mayor reto, fue para una empresa de seguridad informática perteneciente a una compañía del Ibex35, que nos propuso crear una tablet de reconocimiento facial con unas especificaciones de hardware que no existían en el mercado y que, además, tenía que estar preparada para funcionar en exterior. El proyecto no llegó a salir, pero sí que conseguimos desarrollar el producto y crear dos muestras reales, lo cual para nosotros es una satisfacción tan grande como conseguir un gran contrato. Para que vea el contraste, ahora mismo estamos con un proyecto de crear un peluche para una compañía aérea a partir de un dibujo plano. El peluche ya se ha presentado al cliente que se ha “enamorado” de él. Como puede ver, son cosas muy diferentes, pero en todas ellas ponemos nuestra “alma”, indiferentemente del montante económico que pueda suponer.
-Son expertos en trabajar con China. Hábleme de cómo se llega a acuerdos con proveedores de aquel país, que además garanticen la sostenibilidad de la cadena de valor.
Llevamos muchos años trabajando en China y he tenido la oportunidad de viajar muchas veces allí. La cultura es sorprendente en todos sus sentidos, desde su capacidad de trabajo, cultura, relaciones …. Tienen una mentalidad muy desconfiada y son negociadores realmente duros. Al final, como todo es cuestión de tiempo y experiencia. En nuestro caso, tenemos la gran suerte de tener unas personas de gran confianza que llevan con nosotros muchos años y que son como si fueran de mi familia. En cuanto a la garantía del producto, disponer de personal chino hace que sea más fácil controlar la calidad y comprobar la veracidad de los certificados, ya que, por desgracia, es un país donde cualquier cosa es “falsificable”, y donde un mismo fabricante es capaz de ofrecerte un producto certificado y otro “con certificado…”
Su empresa también trajo mascarillas a España en los peores momentos de la pandemia. ¿Cómo recuerda esos días y la dificultad de cerrar acuerdos fundamentalmente con empresas chinas en aquel “mercadeo persa” como se quejaron nuestros propios gobernantes?
La verdad es que recuerdo ese momento como un punto de inflexión. Pasamos de estar acomodados en una rutina diaria a ver como todo el mercado se derrumbaba y saber reaccionar fue vital. Si le soy sincero, aunque suene triste, resultaba más fácil conseguir producto en China que venderlo en España, ya que el mercado estaba viciado. Para nosotros fue una suerte contar con la colaboración de la ONG Envera, y vimos una línea de cooperación que fructificó en una nueva forma de trabajar. Lo recuerdo con cariño como un momento de cambio, pero también con un poco de lástima porque se dieron situaciones muy tristes, en las cuales te das cuenta de que los intereses comerciales predominan muchas veces sobre las necesidades reales.
-En aquellos días nos llevábamos las manos a la cabeza por carecer en Europa de suministros y haberlo confiado todo al gigante asiático. ¿Aprendimos la lección o todo sigue igual, con la gran vulnerabilidad que ello representa para nuestras industrias y resto de la sociedad?
Como todo en la actualidad, se tiene una concienciación muy fuerte de inicio y se va diluyendo poco a poco, pero sigue quedando una preocupación tener productos más cercanos. El mayor problema es encontrar un equilibrio entre la producción europea y el coste de producto en China. Las cuentas de resultados marcan mucho dónde producir ciertos productos y es imposible competir cuando un producto terminado es 2 o 3 tres veces más baratos que el coste de la materia prima en Europa. La solución es realmente difícil, ya que implica que todos estén dispuestos a pagar un poco más, incluido el consumidor final.
-Trabajan como proveedores en toda Europa para empresas globales. ¿Ha bajado la demanda de productos sostenibles tras los últimos embates ideológicos a la Agenda 2030 de la ONU?
No, para nada; de hecho, ahora mismo es un “must have”. El problema es que muchas veces se busca simplemente la “sensación” de sostenibilidad. Es decir, ahora mismo hay productos que simplemente por su apariencia (color o material) se consideran sostenibles. En Pyteco intentamos buscar soluciones diferentes que realmente supongan un importante impacto en la sostenibilidad. Por ejemplo, ahora mismo estamos en varios proyectos con IBERIA L.A.E. para sustituir diferentes productos derivados del petróleo, por productos sostenibles y que, además, suponen no solo un ahorro económico, sino una reducción de peso que se transforma en una reducción de emisiones de CO2
-¿Lo sostenible sigue siendo lo más caro? ¿A qué atribuye el mayor coste: materiales o respeto a derechos humanos y laborales en terceros países?
No tiene por qué; de hecho, hay ocasiones en las que incluso puede ser más económico. Lamentablemente, ahora es un producto de “moda” y eso hace que incremente su demanda y por lo tanto incremente el precio.
-Una última reflexión. ¿Qué valor tiene la intermediación para conseguir lo imposible ahora que se pone en cuestión este tipo de gestiones que forman parte de la dinámica de economías y mercados?
Soy una persona que piensa que en esta vida no hay que saber de todo, sino conocer al que sabe. En base a eso, obviamente el valor de la intermediación es realmente importante y creo que es una herramienta no solo útil, sino indispensable para cualquier empresa. El mayor problema es que en la sociedad decir que eres un intermediario o un conseguidor se asocia a política, estafa … cuando, le aseguro, que es mucho más que todo ello.