Recientemente han manifestado una serie de demandas ante el nuevo Ejecutivo para su sector, coméntenos sobre los puntos principales que plantean.
Con el objetivo de impulsar la competitividad de la industria de alimentación y bebidas y contribuir al desarrollo social y económico de España, consideramos que es imprescindible que el nuevo Gobierno cree escenarios que permitan impulsar la autonomía estratégica del sector. Esto pasa por preservar la unidad de mercado, contar con seguridad jurídica y estabilidad fiscal.
De manera más inmediata, para paliar los efectos de la crisis actual y rebajar la inflación, es necesario ampliar la lista de productos que cuentan con una bajada del IVA para contribuir a la mejora de la capacidad adquisitiva de los consumidores. Para impulsar la productividad de la industria es importante que se cierre la primera convocatoria del PERTE alimentario y se alcance una segunda con una burocracia más simplificada.
Dado el contexto energético tan tenso, es necesario garantizar las estrategias necesarias para adoptar modelos energéticos sostenibles que garanticen nuestra autonomía y, por tanto, mejoren la competitividad del sector. Es urgente mostrar más apoyo a la descarbonización del sector, abordar la modificación del mercado eléctrico europeo que permita asegurar precios competitivos y establecer un marco normativo estable para las cogeneraciones.
Se deberían considerar otros aspectos en sostenibilidad como una legislación que permita el intercambio de recursos como los subproductos en un contexto de cada vez más escasez y dependencia o la reutilización de aguas regeneradas. Otro aspecto preocupante es la gestión del agua, demandamos una política hídrica que priorice el acceso a la industria como sector vital y estratégico y poder garantizar así un suministro estable y seguro de alimentos y bebidas.
Es interesante que la legislación no imponga más trabas a las empresas, ya de por sí muy castigadas por la coyuntura tan compleja de los últimos ejercicios. Hablamos de la eliminación del Impuesto Especial a los Envases de Plástico no Reutilizables o, con respecto al Reglamento de Envases y Residuos de Envases, seguir avanzando en la circularidad, pero siempre teniendo en cuenta la opción más adecuada de envase para cada caso, en lugar de establecer restricciones u obligaciones inasumibles o que inviten a los diferentes países de la UE a adoptar otros objetivos más ambiciosos, contribuyendo a romper la unidad de mercado.
En cuestiones de competitividad, seguimos demandando la reforma de algún artículo de la Ley de la Cadena, como el relativo al Coste Efectivo del Productor, y que se modifique la norma sobre los pesos y dimensiones máximos de los vehículos pesados utilizados en el transporte nacional, ahora limitado a 40 toneladas.
Por otro lado, en temas relevantes como la seguridad alimentaria, la información al consumidor y los controles oficiales, es vital reforzar la coordinación de las distintas administraciones para que se lleve a cabo una implementación e interpretación adecuada de la legislación. Además, es necesario que, en cuestiones sobre alimentación, nutrición y salud, se trabaje para mejorar el conocimiento de la ciudadanía sobre el sector, impulsando campañas de comunicación y políticas que contribuyan a estilos de vida más saludables, no desde una perspectiva que estigmatice ingredientes, productos o procesos, sino desde la promoción de información veraz, científica y contrastada.
Por último, hay que favorecer el impulso de dos palancas de crecimiento trascendentales. Por un lado, la internacionalización, favoreciendo la expansión en más mercados, aumentando la visibilidad de nuestros productos en el exterior, impulsando la digitalización y apoyando nuevos acuerdos comerciales con zonas económicas prioritarias, entre otras medidas. Y, por otro lado, la innovación, dotando de una política que incentive la inversión en innovación de las empresas.
La industria alimentaria y de bebidas es la más importante en España, ¿qué posición ocupa con respecto a Europa, desde el punto de vista de la competitividad?
Nuestra industria es una potencia a nivel europeo. Tanto en términos de facturación, como de exportaciones, España ocupa el 4º puesto dentro de las industrias de alimentación y bebidas, conformándose como uno de los sectores más importantes de la Unión Europea, solo por detrás de Francia, Alemania e Italia.
De hecho, los alimentos y bebidas continúan representando una de las ramas de actividad determinante de la contribución del comercio internacional al crecimiento económico. La industria española ha concentrado el 10,4% de las ventas europeas situándose como la cuarta economía exportadora.
¿Qué expectativas tienen con respecto a la segunda convocatoria del PERTE alimentario?
La primera convocatoria, aunque reconoció a nuestro sector como estratégico, ha tenido poco impacto, entre otras cuestiones porque ha presentado muchas dificultades y burocracia para las pequeñas y medianas empresas. Esperamos que en la segunda convocatoria se tenga en cuenta la capacidad transformadora del sector y se dote con más recursos, además de que se simplifique los procedimientos de acceso.
¿Cuáles son los retos más urgentes a los que se enfrentan las empresas industriales de su sector?
Sin duda, que el entorno operativo sea estable desde un punto de vista jurídico, legislativo y fiscal. También lo han manifestado otras organizaciones empresariales, necesitamos equilibrio para que las empresas acometan aquellas inversiones y proyectos que redunden en el beneficio de todos. Es imposible ser competitivos ante el resto de países si soportamos impuestos adicionales que además rompen la unidad de mercado al mismo tiempo que afrontamos un alza de costes en la producción por la situación inflacionaria.
La sostenibilidad es igualmente una prioridad para el sector y un eje de transformación de la industria. Es urgente la integración de fuentes de energía renovables y trabajar en un plan de descarbonización, pero también acometer la circularidad más allá de minimizar la generación de residuos. Es necesario potenciar y apoyar la simbiosis industrial para facilitar los intercambios de recursos, reaprovechando así los subproductos y evitando al mismo tiempo el desperdicio alimentario. La industria también trabaja en la incorporación de material reciclado en sus envases, mejorar su gestión y el diseño para alargar la vida útil de los productos. En definitiva, una sostenibilidad medioambiental, pero también económica y social.
Para afrontar todas estas cuestiones, es innegable el papel de la I+D+i, por lo tanto, es necesario consolidar una política en innovación que mejore el acceso de las empresas a planes de innovación, así como a programas de financiación. De manera paralela, la formación debe ir de la mano de esta economía de base tecnológica, puesto que es difícil encontrar suficiente personal cualificado y especializado para los nuevos perfiles que demanda el sector.
En el marco internacional, resulta, por tanto, esencial la creación de un Plan Sectorial para la industria de alimentación y bebidas que incluya cada subsector que la conforma para así complementar las estrategias empresariales en el ámbito de la exportación, además de llevar a término aquellos acuerdos comerciales con países terceros para que la internacionalización siga avanzando.
¿Considera la colaboración público-privada necesaria para contribuir al avance del sector? ¿Por qué?
Sin duda, es imprescindible. En ocasiones, los alimentos y bebidas son objeto de la actividad legislativa sin tener en cuenta la visión ni del sector ni de las empresas. Esto no es viable, pues en muchas ocasiones se resta competitividad y se desincentiva la inversión y se da al mismo tiempo muy mala imagen de la industria y del empresario.
Por eso la vía de la colaboración público-privada es esencial y una de nuestras peticiones al nuevo Gobierno va en este sentido, en la de potenciar la colaboración público-privada y sobre todo en dar a entender que, con la situación tan delicada de la economía en este momento, se debería descartar cualquier medida legislativa que perjudique a las empresas y por tanto al empleo, al consumo y al conjunto de la economía
¿Cómo contribuye la industria alimentaria y de bebidas a la vertebración territorial de la industria?
El sector de alimentación y bebidas es uno de los poco con presencia a lo largo de todo el territorio, es decir, es determinante para el desarrollo de las zonas menos pobladas. Está presente en el 70% de los pueblos que acogen la población de la España Vaciada y representa el 16% del PIB de estas zonas. Por tanto, es esencial para generar riqueza, fijar población, crear empleo y mantener infraestructuras, entre otras aportaciones, en los territorios en los que se asienta. Poner el foco en estos territorios es imprescindible para seguir garantizando la actividad, la lucha contra la despoblación y la conservación de estas zonas y de su peculiaridades y tradiciones que son fuente de la riqueza y variedad de la oferta gastronómica española.
¿En qué comunidades autónomas tienen un mayor peso y donde pueden surgir nuevas oportunidades?
Por comunidades autónomas, Cataluña mantiene su liderazgo en la presencia de la industria de alimentación y bebidas, seguida por Andalucía. Para el segmento de alimentación, estas comunidades están seguidas por Castilla y León, Comunidad Valenciana y Galicia, mientras que, para el ramo de bebidas, completan el ranking Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Madrid y País Vasco.
Si atendemos al empleo, según el Informe de Empleo que hace referencia al primer semestre de 2023, en primer lugar encontramos a Cataluña (21,2%), seguido de Andalucía (13,1%) y Comunidad Valenciana (9,6%). Siguen en el listado Castilla y León (9,4%), Castilla-La Mancha (8,2%) y Galicia (7,6%). Completan los primeros diez puestos Murcia (4,6%), la Comunidad de Madrid (4,6%), Aragón (4,2%) y Extremadura (2,9%).
¿Cómo está evolucionando la internacionalización del sector, teniendo en cuenta sobre todo el impacto de la inflación?
El mercado interior se ha resentido a causa del efecto de la inflación. Mientras que las exportaciones han ganado en valor, el volumen sí se está viendo afectado. Los costes asociados a la exportación de productos han aumentado significativamente, el transporte, los fletes, el material para el transporte… y que se unen a los que ya afrontan en la fase de producción, están limitando la potencialidad de las ventas.
Debemos añadir a esta situación la ralentización del resto de economías y socios habituales, los cuales están sufriendo el frenazo de la actividad y la subida de intereses. Esto lleva a que las compras en el exterior también se estén viendo afectadas.
Según datos de 2022, el valor de las ventas al exterior de los alimentos y bebidas experimentó un aumento del 9% hasta alcanzar los 41.643 millones de euros. Sin embargo, este crecimiento no se corresponde con el volumen exportado, que se contrajo un -7,2%. La inseguridad general de la economía, el fuerte impacto de la inflación y todos los problemas logísticos y de transporte no solo han impactado las ventas reales, sino también en el número de empresas exportadoras, que se contrajo un -2,3%, hasta las 18.902.
Aun así, el mercado internacional sigue siendo un fuerte pilar para la industria española. Los alimentos y bebidas continúan representando una de las ramas de actividad determinante de la contribución del comercio internacional al crecimiento económico.