REPORTAJE

Los desafíos de la industria 4.0, protagonistas del Foro de Davos de 2025

La industria 4.0 y sus desafíos ha sido uno de los temas estrellas en el Foro Económico Mundial que se celebra cada invierno en la estación alpina suiza de Davos. Elegir una mesa es una tarea ímproba porque los panelistas que acuden a esta cita anual internacional (la número 55 de su historia) son de primera categoría y muchas de las conferencias son abiertas y públicas. Ninguna de ellas se suele prolongar más allá de los 45 minutos.

Los temas abordados en Davos esta semana han sido de rabiosa actualidad para el mundo de la industria como la mejora de las cadenas de suministro de vehículos eléctricos, la descarbonización industrial o la desmitificación de la política industrial.

Más de 50 jefes de Estado y de Gobierno han pasado por Davos 2025 y su Congress Hall como Donald Trump, Ursula von der Leyen, Ding Zuexiang, Volodymir Zelensky, Javier Milei o Pedro Sánchez, por citar algunos.

La Inteligencia Artificial como sujeto de debate y tecnología disruptiva ha sobrevolado durante los cinco días de reuniones que han congregado presencialmente a 3.000 personas de 130 países. No en vano el lema de este Davos 2025 rezaba: «Colaboración en la era de la inteligencia».

La IA afectará al 40% de los empleos mundiales en los próximos 5 años, según ha advertido Cathy Li, jefa de IA, Datos y Metaverso del Foro Davos, quien se ha preguntado cómo se democratizará esta vigorosa herramienta para que sea accesible y útil en todas las regiones del mundo.

El propio Trump acaba de anunciar una inversión de 480.000 millones de euros para que EEUU lidere la carrera por la IA, pero la supercomputación puede disparar el consumo de recursos energéticos.

«Es el asunto sobre el que todo el mundo está hablando: la IA)», ha reconocido Sara Elsen, moderadora del Foro Económico Mundial y a la sazón presentadora de noticias financieras del canal de televisión estadounidense, CNBC .

En otras ediciones del Foro de Davos se habló de las oportunidades y los retos y también de su futuro, pero este año, 2025, es bien diferente porque ahora estamos hablando de los que realmente está pasando y cómo lo está usando la gente. «Este Foro es perfecto para discutir todo eso», ha admitido Elsen antes de presentar a los ponentes de su mesa de debate.

En su introducción, la periodista norteamericana ha citado un reciente informe -libro blanco- escrito en colaboración entre Accenture, BCG, McKinsey y la Universidad de Oxford, que explora el papel transformador de la IA en la industria a nivel global y entre las conclusiones del documento cita que el 74% de las empresas luchan por escalar la IA, pero sólo el 16% está preparada para la reinvención «inteligente». 

Junto a Elsen se sentaban cinco CEOs de empresas de alcance mundial. Matthew Garman, de AWS; Ramón Laguarta, de PepsiCo; Julie Sweet, de Accenture; Amin Nasser, de Aramco; y Paul Hudson, de Sanofi.

«Los consumidores están superemocionados con lo que puede hacer la IA», ha arrancado diciendo Garman, de la plataforma digital de Amazon. «En realidad hay dos grupos de gente: unos que ya tienen un montón de datos en la nube y se organizan de forma que pueden acceder a ellos, pero el segundo grupo no lo ha hecho todavía y están haciendo pruebas de concepto de IA e intentar integrarlos con los datos de sus empresas y no pueden». Ese es uno de los impulsos el mercado. Otra realidad, ha añadido el directivo de AWS, es que todo el mundo tiene conceptos distintos. Cada empresa ha hecho 100 pruebas de concepto para probar y ver las capacidades, pero si no lo tienes organizado en la nube, entonces es realmente difícil obtener valor de los proyectos.

«La IA es una fuerza transformadora no solo para nuestra industria sino para todas», ha reconocido Nasser, el principal ejecutivo de la primera petrolera de Arabia Saudí. La industria energética en particular absorbe enormes cantidades de datos sísmicos, de modelaje, de todos los procesos que se desarrollan. «Recibimos 10.000 millones de puntos de datos al día», ha informado.

Con respecto a la IA, ha considerado Nasser, lo primero necesario es infraestructura, estar seguro de que se dispone del talento, del know how para escalar y utilizar esas enormes cantidades de datos y si no tienes datos de calidad, estás perdido. «Los datos te permiten descubrir más productividad» en la extracción del petróleo y del gas. Se puede usar la IA para predecir fallos porque existen muchos datos.

La IA también está ayudando a transformar la forma de gestionar todos los equipos y reducir la falta de tiempo, incrementando así la eficiencia y reduciendo en paralelo la huella de carbono, estima el directivo saudí. «Usamos presión, tempeatura, vibración para observar los equipos, gestionarlos y predecir cuándo fallarán. Ahora usamos el proceso de datos combinado con los registros anteriores y predecimos mejor. Lo mismo pasa con la corrosión». «Estamos invirtiendo mucho en renovables en el Reino», pero sin olvidar la producción de crudo.

En Aramco, que gasta un billón de dólares, también se preocupan de la fiabilidad.

La petrolera saudí tiene a 6.000 personas, la mayoría de ellos ingenieros, trabajando con IA en 430 casos de uso. «Cada caso de uso es un proyecto y termina con grandes beneficios», ha declarado Nasser.

Ramon Laguarta, quien por cierto es oriundo de Barcelona, dirige PepsiCo desde 2018. «Estamos transformando nuestras infraestructuras para los próximos años. Estamos preparados para atrapar el valor de la IA en toda la compañía y sus tres verticales: agricultura, manufactura y logística, y consumo», ha respondido cuando Elsen le ha preguntado por el uso de los logaritmos en la cadena de suministro.

El directivo ha destacado tres elementos. El primero es hacer que la gente esté capacitada. Eso es un reto mayúsculo en su caso pues PepsiCo tiene 330.000 empleados repartidos por todo el mundo. Tener gente capacitada, argumenta, hace que la empresa sea más ágil y que las decisiones sean más relevantes localmente. El segundo elemento es conectar la empresa de un extremo a otro. «Tenemos un gran gap. No estábamos compartiendo información de una manera ágil. Ahora tenemos plataformas compartidas en las que nuestros socios pueden ser más productivos». El tercer componente para Laguarta señala a la simulación. «Podemos simular el futuro de una manera que antes no podíamos y eso impacta en el I+D y en nuestros diseñadores que pueden crear productos más rápido», declara ante la audiencia.

«Nuestros agronomistas, nuestros comerciales están recogiendo valor que no solo se aplica a la reducción de costes sino también de crecimiento, de un mejor conocimiento del consumidor y sus necesidades, haciendo la vid más fácil nuestros asociados y convirtiéndoles en proveedores de soluciones inteligentes», ha puntualizado Laguarta.

El trabajo que implica estas transformaciones «es duro» pues afecta a la infraestructura, al personal y a diferentes métricas financieras. «Hay un montón de cambios que deben hacerse para que esto ocurra», ha pronosticado.

Paul Hudson, de la multinacional farmacéutica Sanofi, está convencido de que la IA representa una «enorme oportunidad» para el sector de la salud, donde los tiempos de desarrollo son bien distintos a los de otras áreas industriales. «Lleva de 12 a 15 años descubrir y desarrollar y 2 ó 3 años las aplicaciones prácticas». Sanofi, ha revelado, gasta entre 2.000 y 3.000 millones de dólares en este campo. Y ha explicado: «Un tercio de los medicamentos que lanzaremos en los próximos 10 años ha sido validada por IA». La posibilidad de éxito aumenta considerablemente gracias al uso de estos recursos cibernéticos. «La gente se olvida de que para muchas enfermedades que son intratables o así consideradas o con un tratamiento poco satisfactorio se está usando IA para validar genéticamente los objetivos, validar la forma de curar, particularmente con pequeñas moléculas», ha agregado.

«Necesitamos que quede claro que cada dólar está bien gastado en la esfera de la inversión y de aumentar nuestras posibilidades de éxito», ha apuntado. «Es fascinante porque validamos genéticamente y la selección ahora es exacta en más del 90%». «Gastamos un montón de tiempo poniendo juntos nuestros datos, teniendo claro que van de un extremo a otro, con 20.000 personas usando el inventario», ha declarado.

Hudson cree que «los trabajos que están en peligro son aquellos donde el hombre no está interesado en la IA. La IA no bate al humano más la IA; toma el papel de alguno que no está interesado en la IA».

«Cuando entré en la compañía -ha recordado el CEO de Sanofi- se tardaba una semana en hacer un proceso presupuestario, ahora tardamos tres horas, porque la IA nos muestra un camino que usamos como base. Ajustamos los recursos y hemos redistribuido 1.000 millones».

«Creo que la gente va un poco despacio en asistencia médica [healthcare]. Pienso que en una carrera de tortugas, somos el líder», ha dicho Hudson, provocando sonrisas entre los asistentes.

Tras él ha tomado la palabra Julie Sweet, CEO de Accenture, quien ha considerado que la IA necesita CEOs que sean visionarios y profundos en la ejecución. Para ella, son perceptibles tres tendencias: el crecimiento, la IA física y la mejora.

Usando la segmentación del consumidor – ha definido – se llega a la hiperpersonalización del producto y ha puesto el ejemplo de los hoteles de la cadena Radisson que ajusta las preferencias de sus clientes (esquiar o balneario) al cruzarlas con datos previos, consiguiendo resultados eficaces en tiempo real.

En lo referente a la IA física, es decir, la que se toca y palpa, Sweet ha subrayado que, en las líneas de producción de una industria manufacturera, antes tardaban semanas en investigar las causas de un problema; ahora se soluciona en horas.

La tercera tendencia afecta a las personas y a su mejora en el campo de la tecnología. «Hay gente todavía que está en el marco anterior y la IA le ayuda a salir de él más deprisa», ha enfatizado. El uso de la IA Generativa sirve «para acelerar el movimiento al futuro».

Sweet ha opinado que la innovación solo ocurre a través de la asociación. «Una empresa que dice que innova internamente casi por definición no innova», ha recalcado, poniendo en valor el llamado upskilling y no sólo dentro de la propia empresa sino también a través de los socios tanto públicos como privados.

Matt Garman, de AWS, ha dicho que «los expertos en IA están ansiosos por bucear en tecnología y son como niños en una tienda de caramelos». «También los clientes esperan que seamos expertos y nos compete demostrárselo. Los clientes buscan que les enseñemos y por eso montamos una organización completa enfocada en ello. Entrenamos gratis a millones de clientes en IA para que puedan dar el máximo», ha desarrollado. Lo más difícil, ha señalado, es «que aprenden lo que es posible y no ahora sino en 24 meses o en 48».

Cuando el empleado entiende que su trabajo no está en juego ni que es para ahorrar un 5% de los costes sino para entregar cosas que antes no se podía hacer entonces se implica con esta oportunidad. Esa es la estimación de la CEO de Accenture.

También se hablado de las implicaciones sociales. «Debemos contratar nuevos empleos y nuevas familias de empleos», ha subrayado el CEO de PepsiCo; ocupaciones como ingenieros de datos o científico de datos. «Debemos evitar que la empresa se divida entre lo digital y lo analógico, porque es la gestión de un gran cambio y de la transformación de la cultura empresarial.

«Nuestro agronomista tiene más inteligencia (datos) y puede trabajar con los granjeros para mejorar las cosechas de patata, maíz o avena, para reducir el consumo de agua y de fertilizantes mientras mejora la calidad de vida del agricultor», ha aclarado. «Estos ecosistemas que hemos creado generan valor. Lo mismo ocurre con el transporte, reduciendo el número de kilómetros, el consumo de combustible, lo que impacta menos en el medioambiente. Cuando hablamos de nutrición, podemos personalizar nuestro portfolio con necesidades específicas. Cuanto más ágil sea tu fábrica inteligente, con más formas flexibles de entrega, más capaz será de resolver algunas necesidades de comida y de complementos dietéticos», ha sentenciado Laguarta.

A modo de «llamada a la acción», los cinco panelistas han hecho propuestas concretas: «acceso a la tecnología» (Aramco); «construir confianza a través de operar responsablemente la IA (Accenture); «la IA es una forma de empoderamiento de la gente que no debe quedar atrás en esta transformación digital (PepsiCo); «tu dato te diferencia y es importante que esté en un ambiente seguro» (AWS); «desgraciadamente, en la intersección entre negocio y fabricación, el CDO [Chief Data Officer] no es el vencedor» (Sanofi).

La segunda mesa elegida entre tantas atractivas ha sido la que ha moderado Martin Wolf, todo un veterano en este conocido evento suizo pues ha estado nada menos que 24 veces ya en Davos. El panel llevaba por título «Desmitificando la política industrial». Wolf es un reputado periodista del diario económico inglés Financial Times.

Al lado de Wolf se sentaban dos reputados economistas: Danny Rodrick, de la Harvard Kennedy School of Ecnomics; y Kimberly Clausing, catedrática en la UCLA; Bob Willan, presidente de la consultora estratégica global Kearney; Vicent Clerc, CEO de Moller-Maesk; y el ministro malayo de Inversiones, Zaikul Tengku Abul Aziz.

Wolf ha porfiado que existen argumentos económicos basados en externalidades como el conocimiento o asuntos de seguridad en distintas dimensiones que justifican la intervención en el desarrollo de diferentes sectores de la economía. Eso depende, ha añadido, de las capacidades de los gobiernos, de los costes, del contexto global y de las posibles y plausibles reacciones de los socios comerciales.

Toca hablar de aranceles y del impacto que tienen en el valor global y en las cadenas de suministro, ha subrayado el representante de la consultora, quien ha citado un «reciente informe» que apunta que en 2009 hubo en todo el mundo 90 intervenciones gubernamentales relacionadas con la política industrial, pero esa cifra en 2023 fue de 2.300. «Estamos viviendo una explosión de distintas formas, a través de aranceles, subsidios, intervenciones e infraestructuras. Lo llamamos una nueva era en política industrial». Para Willan existe una tremenda diferencia por alcance y variedad en las medidas que se adoptan. Desde las más simples como las subvenciones hasta las más sofisticadas que desarrollan ecosistemas completos. Muchas de estas intervenciones necesitan mucho tiempo hasta que ven el retorno de la inversión. «Cuanto más sofisticada es, más difícil es ver el retorno», ha asegurado.

Rodrick ha apuntado que donde ha visto el mayor cambio positivo ha sido en el contexto de las políticas industriales verdes. «Es difícil subestimar la importancia de las políticas industriales verdes y el rol que tienen en reducir el coste de las renovables y ahora de los vehículos eléctricos y las baterías», ha recalcado. «No hemos hecho lo suficiente. Hay demasiado fetichismo manufacturero, una especie de obsesión por la competición global. De hecho, la manufactura ya no es la base de la clase media de los países desarrollados. Necesitamos una política industrial muy distinta que se enfoque donde están realmente los empleos, el sector servicios y no hemos visto mucha acción».

La principal preocupación de la catedrática Clausing es «abandonar la acción colectiva global en problemas comunes como el clima, la seguridad y la salud, por nombrar algunos. Todavía hay espacio para la cooperación plurilateral. Pero si la gente ve el momento Trump como algo de lo que hay que aprender entonces creo que estaremos ante un gran problema para la economía mundial».

«Este resurgimiento de la política económica es un fenómeno más novedoso en Occidente que en el resto del mundo, porque muchas regiones, entre ellas China, nunca lo abandonaron», ha estimado por su parte Vicent Clerc, quien ha sido contundente al juzgar que «ha costado 25 años construir la cadena global de suministros que tenemos en la actualidad y los aranceles no la desharán».

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