¿Qué significa para usted asumir la presidencia del Consejo Asesor de Ciencia, Tecnología e Innovación (CACTI)?
Asumir la presidencia del CACTI es, sinceramente, un orgullo y una gran responsabilidad. Se trata de un consejo asesor independiente, cuya labor es informar, asesorar y asegurar la participación de los distintos agentes científicos, tecnológicos y empresariales en las políticas de I+D+i. Poder contribuir desde esa posición a que la ciencia, la tecnología y la innovación se conecten de forma efectiva con la industria es, sin duda, una oportunidad excepcional.
¿Cuáles serán las principales líneas estratégicas que quiere impulsar desde el CACTI para fortalecer la I+D+i en España?
Cuando me incorporé al CACTI, lo hice como vocal a través de una expresión de interés. Fue toda una experiencia. A los seis meses asumí la vicepresidencia, y una de las primeras tareas fue informar sobre el PECTI, el Plan Estatal de Ciencia, Tecnología e Innovación. A partir de ahí, organizamos varios grupos de trabajo con el objetivo de identificar los principales retos de la transferencia de conocimiento.
Uno de los ejes fundamentales será precisamente mejorar esa transferencia entre el ámbito científico y el tejido empresarial. Para ello, hay que trabajar en dos frentes: por un lado, fortalecer la oferta científica, asegurando que tenga capacidad real para transferir conocimiento; y por otro, incentivar la demanda, dotando a las empresas de los instrumentos necesarios para innovar e invertir en I+D.
¿Qué papel cree que debe jugar la industria en las decisiones del CACTI?
Un papel fundamental. Ciencia, tecnología e innovación deben ir de la mano de la industria. Necesitamos una investigación no solo excelente, sino también orientada y aplicada a las necesidades reales de la sociedad y de las empresas. El CACTI debe ser integrador, y por eso es clave contar con la visión de los representantes industriales en el consejo. Escuchar sus demandas y necesidades es imprescindible para diseñar políticas eficaces.
¿Dónde están hoy los mayores cuellos de botella que impiden una mayor transferencia de tecnología desde los centros de investigación a la industria?
Hemos identificado muchos retos, de naturaleza muy diversa. Existen barreras normativas, carencias en los instrumentos financieros y dificultades regulatorias. Sería muy útil una reforma de la Ley General de Subvenciones más orientada a la realidad de la I+D+i.
Pero más allá de eso, hay un reto cultural y formativo muy importante. Necesitamos que las empresas sean más conscientes de la importancia estratégica de invertir en I+D. Es fundamental reforzar la formación y la capacitación para que puedan conocer las oportunidades y los beneficios de apostar por la innovación.
Desde Fedit lleva años defendiendo el papel de los centros tecnológicos. ¿Cómo se articula su experiencia allí con los nuevos desafíos que asumirá desde el CACTI?
Dirijo un centro tecnológico especializado en TIC y he asumido con mucho orgullo la presidencia de Fedit. Esa experiencia me ha permitido conocer de primera mano el papel clave que juegan los centros tecnológicos en la transferencia de conocimiento a las empresas.
Desde el CACTI puedo aportar esa visión práctica de los retos a los que nos enfrentamos, pero también de los impactos que generamos. Por ejemplo, en el informe Cervera vimos que por cada euro invertido en un centro tecnológico, el retorno en la sociedad era de 8,5 euros. Además, aunque los centros representamos solo el 10% de las patentes nacionales, generamos el 48% de los ingresos por esas patentes. Estos datos demuestran que nuestro trabajo no solo genera conocimiento, sino que lo convierte en valor real para la sociedad.
¿Qué sectores industriales ve más preparados para liderar la innovación tecnológica en los próximos años?
Sectores como el farmacéutico o el de la salud están muy avanzados. Pero más allá de los sectores, me preocupa especialmente la transformación digital, sobre todo en relación con la inteligencia artificial.
Según datos del INE, en el primer trimestre de 2024 la implantación de la IA a nivel nacional rondaba el 12,4%. Sin embargo, esta implantación es muy desigual. En sectores como la construcción apenas alcanza el 3%, y en empresas de menos de 10 empleados hay diferencias abismales. Mientras que en el ámbito TIC puede superar el 60%, en otras áreas es casi residual.
También hay disparidades por comunidades autónomas: desde regiones como Melilla, con apenas un 1%, hasta Madrid con un 17%. Solo cuatro comunidades están por encima de la media. Todo esto demuestra que no basta con identificar sectores punteros, hay que abordar las brechas en tamaño empresarial y territorio.
¿Qué mensaje trasladaría a las pymes industriales que aún no ven claro el retorno de apostar por la I+D+i?
No pueden permitirse no verlo. Apostar por la I+D+i no es una opción, es una condición necesaria para competir en un mundo global. Las empresas deben ser conscientes de que sin innovación no hay futuro.
Les animaría a acercarse a los centros tecnológicos. Podemos ayudarles a conocer mejor el sistema, a identificar oportunidades, acceder a convocatorias y aprovechar la red de conocimiento que hemos construido. La innovación es el único camino para garantizar su competitividad y supervivencia.