TRIBUNA

La transición también será el único salvavidas de la industria

Redacción

ENVERA

La Transición fue el cambio que nos condujo al periodo de mayor prosperidad y estabilidad que hemos disfrutado los españoles, y ahora “transición” es la piedra angular de la supervivencia de la industria en nuestro país, en su caso de la transición hacia la sostenibilidad. Tal es así que en un reciente debate organizado por el Spainsif, Foro Español de Inversión Sostenible, y avalado por el todopoderoso fondo BlackRock, se ha expuesto la necesidad de abordar desde el marco regulatorio la categoría de “transición” con una diferenciación específica entre actividades transformables y no transformables en el contexto de la inversión sostenible. Con ello se pretende segregar normativamente las actividades transformables, que son las que pueden aminorar su impacto ambiental, de las no transformables, que requieren financiación “para su abandono, desmantelamiento o cierre, con medidas de apoyo a las personas y economías afectadas”. O dicho de otro modo, la propuesta es el empujón financiero para su definitiva eliminación por ley.

Si en un artículo anterior abordábamos las siete tendencias en sostenibilidad e impacto, según el análisis de la consultora estratégica Transcendent, para este año que acaba de echar a andar (el principio del fin del greenwashing, la sostenibilidad como una nueva capacidad crítica, objetivos a corto plazo, la gran empresa como catalizadora de este nuevo modelo, el despegue de la inversión de impacto, la integración de la sostenibilidad y el impacto en la estrategia de negocio y la medición de los efectos para monetizarlos), ahora lo que se aborda es el escenario de prioridades en el ecosistema de inversión sostenible donde la transición energética es clave.

Al menos así lo señaló Claudia Orvañanos de BlackRock en buena parte de su ponencia, en la que destacó tres aspectos clave: el primero de ellos, “la capacidad de atender al compromiso fiduciario con los clientes a través de la oferta de diversas opciones de inversión, desde estrategias activas hasta indexadas, vinculadas a la transición”.

En segundo lugar, puso en el radar el aumento en la importancia de invertir en la transición energética, identificado a través de una encuesta global a 200 inversores institucionales, que representaban 8,7 billones de dólares en activos bajo gestión, de más de 15 países. De los encuestados, el 56% declaró que planea aumentar la exposición a activos beneficiados por esta transición en los próximos 1 a 3 años y el 46% considera “navegar la transición” como una prioridad estratégica.

El tercer aspecto que puso sobre la mesa BlackRock es el relativo a “la consideración de los riesgos financieros asociados con el cambio climático como impactos de la transición en la economía y los mercados, y la posible aceleración de esa transición atribuible a desarrollos del regulador, innovación tecnológica y una creciente demanda de activos sostenibles”

Frente a la niebla que afecta a la visibilidad de la información fiable, y que tantas veces ha sido puesta de manifiesto por los inversores, se destacó, precisamente con el objetivo de apoyarles en la evaluación y navegación de los cambios actuales, “el desarrollo de modelos impulsados por la tecnología Aladdin® y el lanzamiento el BlackRock Investment Institute Transition Scenario (BIITS) utilizando dichos modelos, basados en hipótesis de entrada que el BlackRock Investment Institute considera realistas en la actualidad, y que incluyen perspectivas propias sobre energía, clima y macroeconomía, así como estudios de terceros”.

En este sentido, el documento de Spainsif menciona, respecto a los desafíos a los que se enfrentan los inversores, las dificultades para señalizar, diseñar e invertir en productos de transición, especialmente en mercados emergentes, destacando la complejidad para identificar y dar seguimiento a los indicadores clave de desempeño en mercados donde la divulgación de información corporativa de sostenibilidad no está tan extendida como en la Unión Europea o mercados donde las empresas operan sin la obligación legal de generar y reportar dicha información.

Asimismo, los rápidos desarrollos de mercado de productos de inversión con un corte sostenible, por su lado, se enfrentan a un momento de estabilización o ralentización, posiblemente relacionada con la actitud de prudencia ante posibles alusiones de lavado verde o greenwashing y con incertidumbres regulatorias a las que se espera se dé respuesta a lo largo de 2024. Entre ellas, enfoques matizados sobre definiciones clave, re-diseño y lanzamiento de versiones finales de normativa clave para el ecosistema de finanzas sostenibles (SFDR, DDCSR, Reglamento de Ratings, entre otros), y adaptación de los requerimientos regulatorios en el contexto de inversiones en mercados emergentes.

Al coloquio del Foro Español de Inversión Sostenible asistieron, además de la directora de BlackRock, Joaquín Garralda (IE University), Anne-Laure Tremblay (Mutuactivos), José María Gallardo (MainStreet Partners), Ángel Moreno ( Santander AM), Paloma Baena (LLYC), Jaime Silos (Forética), Mario E. Sánchez (CCOO) y Pablo Esteban y Andrea González (Spainsif). En su reporte, Spainsif destaca cómo los expertos financieros que participaron revelaron distintas megafuerzas transformadoras con potencial para marcar pautas en inversión sostenible durante el próximo año. Entre ellas, las distintas facetas identificadas por BlackRock sobre la divergencia demográfica, la disrupción digital y la Inteligencia Artificial, la reconfiguración y fragmentación de la globalización, cambios en el futuro de las finanzas y la transición energética.

También pone de relieve que durante el coloquio se enfatizó la gestión de la incertidumbre macroeconómica y la necesidad de adaptarse a un nuevo régimen de inversión más dinámico. Megafuerzas como la inteligencia artificial al servicio de la sostenibilidad, se presentaron como claves para la búsqueda de rendimientos a largo plazo. En este escenario, se valoró positivamente la perspectiva de colaboraciones público-privadas y el impulso de políticas destinadas a facilitar la transición hacia una economía sostenible.

Por último, se dio cierto sentido de urgencia a la importancia de abordar la ciberseguridad orientada a proteger activos y datos sensibles, y a preservar la integridad, confianza y continuidad del sistema financiero sostenible en su conjunto; y se planteó la complejidad inherente a medir y actuar en relación con el capital natural, de cara a contar con una valoración precisa de riesgos y oportunidades en el campo de la inversión con criterios de protección y preservación de la biodiversidad.

Lo cierto es que al margen de debates de expertos y tendencias analizadas por consultoras estratégicas, el Gobierno acaba de conceder 635 millones de euros a 140 proyectos para impulsar la transición energética en España. A renglón seguido, Teresa Ribera, vicepresidenta tercera, ponía en valor en un comunicado emitido a finales de año que estas inversiones “reflejan claramente algunas de las prioridades del Ministerio como son el respaldo a los ciudadanos en sus iniciativas para empoderarse a través del autoconsumo y las comunidades energéticas, el impulso a la innovación y el desarrollo de vectores que serán fundamentales en el futuro próximo, como el hidrógeno verde; y la seguridad de suministro y la descarbonización del sistema energético de los territorios no peninsulares”. Una pista clara de por dónde van los tiros que remató desde Dubái: “El acuerdo de la COP28 – un pacto que pone en el punto de mira la lucha climática a los combustibles fósiles- es una señal muy relevante para los inversores”.

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