REPORTAJE

La carrera por descarbonizar la industria: retos, tecnologías y el papel de la innovación abierta

La industria global es responsable de cerca del 25 % de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sectores como el acero, el cemento, la química pesada o la aviación son indispensables para la economía mundial, pero también están entre los más difíciles de descarbonizar.

La Agencia Internacional de la Energía advierte que, si no se actúa con rapidez, las emisiones industriales podrían seguir creciendo en las próximas décadas pese al despliegue de renovables y la electrificación de la movilidad.

Europa, con el Pacto Verde y el paquete legislativo Fit for 55, ha marcado una hoja de ruta clara: reducir al menos un 55 % las emisiones en 2030 respecto a 1990 y alcanzar la neutralidad climática en 2050. Esto implica que industrias tradicionalmente intensivas en energía deberán transformar procesos que llevan décadas o incluso siglos funcionando de la misma manera. Y hacerlo, además, en un contexto de fuerte competencia internacional.

Tecnologías con potencial, pero aún inmaduras

El menú tecnológico es amplio, aunque no todas las soluciones están listas. El hidrógeno renovable aparece como uno de los vectores clave para sustituir combustibles fósiles en procesos de alta temperatura, como hornos de acero o cementeras. La captura, almacenamiento y uso del carbono (CCUS) promete reducir emisiones inevitables en procesos químicos, aunque sigue siendo cara y con dudas sobre su escalabilidad. La electrificación, en combinación con una mayor eficiencia energética, puede transformar líneas productivas, pero exige infraestructuras robustas y precios competitivos de la electricidad.

La economía circular se suma a esta ecuación con innovaciones en reciclaje de materiales, reutilización de aguas y valorización de residuos. La digitalización avanzada y la inteligencia artificial permiten optimizar consumos energéticos, predecir emisiones y gestionar cadenas de suministro más sostenibles.

Sin embargo, la mayor parte de estas tecnologías se encuentra en fase piloto. Pasar del laboratorio a la planta industrial es costoso, arriesgado y lento. Los expertos hablan del “valle de la muerte”: el punto en el que proyectos prometedores se pierden por falta de financiación, regulación clara o entornos donde validar sus resultados.

Los hubs de innovación como catalizadores

Aquí entran en juego los hubs de innovación abierta, que buscan conectar startups, universidades, centros de investigación e industria pesada para acelerar el paso del prototipo a la producción real. Existen experiencias en toda Europa, desde los clusters nórdicos centrados en hidrógeno verde hasta iniciativas en Alemania y los Países Bajos que exploran nuevas formas de captura de carbono y química sostenible.

En España, uno de los ejemplos recientes es All4Zero, un hub impulsado por ArcelorMittal, Holcim, Iberia y Repsol. Su propuesta pasa por poner a disposición de pequeñas empresas y centros tecnológicos instalaciones industriales donde probar y escalar soluciones. En apenas dos años ha lanzado retos de innovación sobre circularidad del agua, gestión del CO₂ o reciclaje de plásticos complejos, y ya tiene en marcha pruebas de concepto en ámbitos como la mineralización de CO₂, la depuración de aguas residuales o el hidrógeno renovable.

“Existen muchos hubs de innovación en Europa, pero la mayoría están enfocados en lo digital o en ámbitos más generales. Nosotros nacemos para impulsar tecnologías aplicadas a la descarbonización de la industria, conscientes de la dificultad que supone desarrollarlas y, aún más, escalarlas”, explica a industry Talks Paula Sanz, directora de All4Zero y responsable de Open Innovation en Repsol.

Más allá del caso español, lo relevante es el modelo: espacios colaborativos que permiten a soluciones emergentes superar las barreras técnicas, económicas y regulatorias que las frenan. “Muchas ideas muy prometedoras no llegan a materializarse porque no logran validarse en entornos industriales reales”, apunta Pedro Prendes, de ArcelorMittal a industry Talks.

Obstáculos: coste, regulación y percepción social

La transición industrial se enfrenta a barreras considerables. El coste elevado de escalar tecnologías es, sin duda, el mayor freno. A ello se suman las incertidumbres regulatorias, la falta de estándares internacionales y la complejidad de adaptar procesos existentes a nuevas tecnologías. Además, en un momento en que la opinión pública es cada vez más exigente con el “greenwashing”, las iniciativas impulsadas por grandes corporaciones deben demostrar con hechos que van más allá de la comunicación corporativa.

“Los hechos hablan por sí solos. En apenas dos años hemos pasado de la teoría a pruebas reales con impacto en procesos industriales”, asegura a industry Talks Mariano García, director de Sostenibilidad en Holcim España, en referencia a las pruebas ya en marcha en All4Zero. Por su parte, Martín Beitia, de Iberia, subraya que “las nuevas tecnologías deben convertirse en oportunidades reales de mercado, no quedarse en promesas”.

La pregunta no es solo medioambiental, sino económica. Si Europa y, en particular, España no logran acelerar la descarbonización de su tejido industrial, corren el riesgo de perder competitividad frente a países que avancen más rápido en eficiencia y sostenibilidad. A la vez, si se logran validar soluciones escalables, la región puede convertirse en un polo de atracción de inversión y talento en tecnologías limpias.

“All4Zero acelera la validación de tecnologías, fomenta la transferencia de conocimiento y permite que la sostenibilidad sea un factor de ventaja competitiva y no una barrera”, apunta Sanz.

Los sectores más difíciles de transformar —siderurgia, cemento, energía, aviación— son también los que más margen tienen para liderar la innovación si consiguen superar los retos técnicos.

Una transición compleja, pero inevitable

La descarbonización industrial es probablemente el desafío más complejo de la transición energética, pero también el que más oportunidades ofrece para reindustrializar Europa con empleo de calidad y liderazgo en tecnologías limpias. Hubs como All4Zero en España, o como los que proliferan en otros países europeos, no son una solución mágica, pero sí catalizadores que permiten que ideas aún en fase piloto se conviertan en realidades industriales.

En palabras de Pedro Prendes, de ArcelorMittal: “La industria debe asumir los grandes retos y aportar soluciones sostenibles. Hubs como estos nos ayudan a demostrar que es posible transformar procesos intensivos en emisiones en palancas de futuro”.

La carrera hacia una industria neutra en carbono ya ha comenzado. La cuestión es si las tecnologías disruptivas conseguirán llegar a tiempo y si la colaboración público-privada logrará sostenerlas hasta su despliegue masivo.

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