DIRECTOR GENERAL

Juan Antonio Labat, FEIQUE: “Necesitamos que la Ley de Industria se centre en la inversión industrial”

Juan Antonio Labat es el director general de FEIQUE, la Federación Empresarial de la Industria Química Española. En esta entrevista con industry TALKS, Labat se detiene en los dos grandes retos del sector: la descarbonización y la circularidad y estima que la industria química necesitará 100.000 millones de euros de aquí a 2050 para acometer esos dos desafíos y aumentar la producción. "Lo que hay que demandar a Europa, de cara a la nueva Comisión Europea, que surgirá en noviembre, y al nuevo Parlamento Europeo, que surgirá en junio, es un nuevo modelo que potencie el producto verde que estamos fabricando en la industria europea", declara. En este sentido FEIQUE se ha adherido a la Declaración de Amberes que apuesta por un Industry Deal que complemente el actual Green Deal.

¿Qué peso real y potencial tiene la industria química a nivel nacional, qué principales cifras manejan?

Considerando la industria química y farmacéutica, representamos el 14% del Valor Añadido Bruto de la industria, solo superamos por Alimentación y Bebidas, que es el 21%. Seríamos el segundo gran sector industrial de la economía española.  Si lo miramos en cuanto al conjunto de la economía, y en este caso no solo adjuntamos el VAB sino el valor indirecto y el inducido entonces estamos en el 6,1% del Valor Añadido Bruto español.   En cuanto a empleo, según los datos de la EPA, al cierre del año pasado, eran 233.000 asalariados directos. Si se añade empleo indirecto e inducido, alcanzaríamos prácticamente los 800.000 empleos.   

¿En qué momento se encuentra la industria, ya que se anunció un descenso de la cifra de negocio hace unas semanas?

En el ejercicio de 2023 cerramos el ejercicio con una facturación de 7.500 millones de euros menos. Pasamos de casi 90.000 millones a 82.500 millones. Ha habido un efecto rebote. Crecimos muchísimo en cifra de negocios en los años 2021 y 2022 (casi un 40% en dos años), porque los precios dispararon nuestra facturación. Había una demanda brutal proveniente de la demanda embalsada que traíamos desde el COVID y otra demanda después surgida por la invasión de Rusia a Ucrania que generó el miedo en todos los actores económicos que multiplicaron el aprovisionamiento de productos por si se producía una rotura de la cadena de suministro. No se produjo esa ruptura, pero sí la demanda. Eso explica el gran diferencial que tuvimos. Lo que hemos sufrido en 2023 es un ajuste del 8,2%. Cayó la demanda con unos tipos de interés altísimos. Nosotros vendemos mucho a la construcción y el automóvil, que son bienes de larga duración que necesitan sobre todo mucho apalancamiento, es decir, mucho crédito que estaba carísimo. No hemos bajado en producción; han caído los precios.

Ahora vemos el rebote. En noviembre y diciembre del año pasado ya hubo una recuperación de la demanda y de la producción. Las expectativas son bastante más optimistas que las que teníamos en el último trimestre del año pasado. Hay muchos más proyectos a nivel global, teniendo en cuenta que el 70% de nuestro negocio está en el mercado internacional. Puede ayudar si el Banco Central Europeo empieza a bajar los tipos de interés en medio punto en junio y otro medio a finales de año, con lo cual estaríamos activando aún mucho más el consumo.    

¿En qué regiones tiene más presencia la industria química y dónde puede haber potencial desarrollo?

La mayor presencia la tenemos en Cataluña, con el 41% del total. Básicamente por la potencia del polo petroquímico de Tarragona, donde está casi el 22% de toda nuestra cifra de negocios. La segunda es Andalucía a nivel industrial. En realidad, Madrid está por delante, pero siempre tiene un efecto sede muy importante, donde se concentra el sector farma y detergencia, pero no tiene química básica. Y la tercera sería la Comunidad Valenciana.

¿Dónde va a crecer más? Básicamente siempre crecerá cerca de los puertos; es difícil que crezca en el interior, salvo que la sociedad ya estuviera, como es el caso de Puertollano. Cerca de los puertos, porque exportamos mucho. Cuanto más cerca del suministro, muchos más eficiente de producir. Y también por el aprovisionamiento.

¿La potencial? Muy potente en Andalucía, basada sobre todo en el desarrollo del mundo del hidrógeno verde o de los gases renovables. Es donde se acumulan más proyectos de inversión. Un tercio de los 21.500 millones de euros previstos de inversión en España en hidrógeno va a Andalucía porque hay zona de mucha implantación de renovables, donde no hay una oposición y siempre ha habido un apoyo y donde se puede producir el hidrógeno y derivados (metanol verde, amoniaco verde). Otro punto es Tarragona, Cataluña, pero allí todavía tienen que desarrollar mucho la implantación de renovables para que sea muy eficiente producir allí hidrógeno, porque allí nunca ha habido un apoyo específico. Allí es donde vamos a tener toda la parte de reciclado químico, de economía circular. Ahí están el proyecto anunciado de BASF de más de 500 millones de euros o el de ecoplanta que va a hacer Repsol para reciclar residuos sólidos urbanos y convertirlos en nuevos productos.

Esas dos líneas son las que tienen que potenciar más la inversión en España. La parte de hidrógeno verde y sus derivados. Y la parte de economía circular: reciclado químico, pero también la captura y el uso de CO2 como materia prima.

La industria química, más que descarbonizarse, va a desfosilizarse. Seguiremos necesitando el carbono, pero el origen ya no serán los fósiles, sino la captura de CO2 d otros procesos de combustión o biogénico.

Al final, tenemos que cumplir el Green Deal y reducir emisiones y esos dos modelos de inversión nos tienen que ayudar a ambas cosas.

¿Está lo suficientemente madura la industria del hidrógeno para desfosilizar determinadas industrias como la gasintesiva o la siderúrgica?  ¿Cómo afrontan ese reto desde Feique?

Probablemente el mayor reto que tenemos en la organización dentro del periodo de descarbonización es cómo eliminar las emisiones de combustión porque igual que las de proceso las hemos reducido mucho, más de un 40% y si lo contamos por tonelada producida casi un 60%. En las emisiones de combustión seguimos muy estables y han ido creciendo a medida que crecía la producción, porque ha habido muy pocas alternativas no fósiles al gas para producir calor o valor. Se necesita mucha energía térmica y la electrificación lo ha empezado a desarrollar con cierta potencia a partir de 2010, pero no admite todavía todos los procesos, porque no alcanza las mismas temperaturas.

Para nosotros las alternativas son los gases renovables, los biogases, los derivados del hidrógeno verde (amoniaco y metanol) para ver si podemos sustituir las emisiones habituales de gas metano. Esto está costando. Y la otra parte es electrificar y para ello hasta ahora, en los tres últimos años, hemos tenido un precio desorbitado, lo cual no ha invitado a nadie a electrificar. Pero ahora podemos empezar a ver acuerdos PPA renovables para bilateralizar esa energía que tenga otros precios más competitivos e inviten más a electrificar que a mantenerse en el gas.

El 40% de las emisiones deberíamos abatirlas mediante electrificación y el 60% mediante la mejora de los procesos, haciéndolos más eficientes, y mediante la sustitución del combustible por otro no fósil. En eso estamos toda la industria, y la química particularmente, porque somos el segundo mayor consumidor de gas industrial después del refino y justo antes de la siderurgia, que es el tercero. 

¿Qué otros retos consideran claves para la industria química?

La circularidad. Empezar a utilizar carbono no fósil sino biogénico en otros procesos. Eso será vital. Y el reciclado químico, es decir, ser capaces de coger cualquier material, hacerlo molecular y volver a construir otro material. En el plástico eso es lo más sencillo y habitual en el reciclado químico. Ese proceso va a ser complementario al reciclado mecánico, ambos van a coexistir. Pero donde tenemos que apostar es en el químico, porque no solo son plásticos sino también residuos urbanos muy difíciles de circular. Todo esto es un desarrollo tecnológico muy potente y donde tenemos mucha inversión.    

¿Cómo están trabajando para captar y retener talento ante el reto de la necesidad de nuevos perfiles profesionales relacionados con la circularidad y la descarbonización?

Tenemos dos plataformas, pero la principal es el Foro Química y Sociedad, que Feique constituyó con los dos sindicatos del sector, CCOO de Industria y UGT-FICA, donde están también la Asociación Nacional de Químicos y la Conferencia de Decanos de Química.

En principio no tenemos problema para absorber el talento, aunque es verdad que los químicos van a muchos sectores, porque están en el alimentario, por ejemplo. Probablemente competimos con químicas de otras partes de Europa o de Estados Unidos por los mejores científicos químicos.

La otra plataforma se llama SusChem, una plataforma de química sostenible donde promocionamos a jóvenes investigadores químicos.

Donde tenemos problemas de captación de personal es en los operadores de planta química, que suelen ser de Formación Profesional. No hay suficientes egresados, a pesar de los acuerdos de colaboración que tenemos con centros de FP en Tarragona o Huelva. Ese es el más grave y el que hemos trasladado a la Administración.

El talento lo retienes por la proyección profesional y económica. Nosotros damos un empleo muy fijo -el 96% es indefinido-; la gente no suele cambiar de compañía. ¿Por qué? Porque somos el sector que más gasta en formación. Ahora invertimos cerca de 200 euros por trabajador y año, mientras que la hostelería gasta 20. Y luego el salario, que en la química ronda los 40.000 euros de salario medio en 2022. Ahora estará en 44.000 euros. Es un 40% más alto que la media industrial y un 60% más que la media nacional.   

¿Qué PERTEs tienen más impacto en la industria química y qué opina de cómo se están gestionando?

El PERTE de Descarbonización es el principal porque es el que más se asocia a la eliminación de emisiones de plantas industriales. Y los asociados a la Economía Circular. Esas son las dos áreas clave. Es verdad que en principio estábamos barajando intentar solicitar un PERTE químico, pero en la industria química tenemos múltiples procesos diferentes para producir química básica, detergentes, cosméticos, farmacia… Es muy difícil articular un PERTE único. Nos vienen mucho mejor los PERTEs por área, donde las químicas estén implicadas. Nuestro cálculo es que necesitaremos invertir de aquí a 2050, anualmente, en ambas áreas, sobre todo en descarbonización, entre 3.000 millones y 4.000 millones de euros. El año pasado tuvimos el récord anual de inversión con 3.200 millones.

El PERTE es una herramienta potente que debemos aprovechar, pero esto se acaba en 2026… Lo que estamos diciendo es que España, como está haciendo Alemania, debe activar programas propios de explotación industrial. No podemos esperar a que Europa decida hacer un nuevo PERTE, un programa marco de apoyo a la industria. Tenemos que empezar a pensar por nosotros mismos a desarrollarlo. Debemos tener estos incentivos para que todos los sectores industriales puedan descarbonizarse, porque corremos el riesgo de descarbonizarnos por la vía que nadie quiere, que es la de la desinversión. Vamos a necesitar apoyo financiero externo, no solo con recursos propios, porque cuesta competir a nivel global con todas las cargas fiscales, legislativas, sociales que tenemos. Las condiciones de competitividad no son las idóneas.

Con 75.000 millones de euros podremos descarbonizarnos completamente de aquí a 2050, siguiendo la actividad, pero con 100.000 millones, además, aumentaremos la producción y nos llevaremos parte del incremento de la demanda.

Lo que hay que demandar a Europa, de cara a la nueva Comisión Europea, que surgirá en noviembre, y al nuevo Parlamento Europeo, que surgirá en junio, es un nuevo modelo que potencie el producto verde que estamos fabricando en la industria europea, porque ahora mismo se compite con el producto chino o estadounidense, donde ni las emisiones están gravadas ni tienen los regímenes exhaustivos y complejos de altos requisitos medioambientales y sociales. ¿Cómo hacemos para que en el mercado se beneficie de que el producto esté descarbonizado y sea circular? Eso es lo que tenemos que hacer.  

En cuanto a la gestión de los PERTEs, lo que pasa, especialmente en el Ministerio de Industria, es que falta personal. Ha habido un downsizing, se ha ido personal a otros ministerios. Tenemos que recuperar personal y convocar plazas para Industria. No sobran funcionarios ni en Industria ni en Transición Ecológica. Creo que en cierto modo a toda la estructura le pilló un poco de sorpresa la gestión. Creo que eso ya está activado; lo hemos visto en el PERTE VEC 1 y 2, con la diferencia que ha habido. Ha mejorado con el tiempo, pero necesitamos más gente en el Ministerio para validar los proyectos.

¿Qué esperan del nuevo equipo del Ministerio de Industria de cara a las grandes cuestiones pendientes: la Ley de Industria y el Pacto de Estado por la Industria?

El Pacto de Estado tiene una redacción ya hecha que ya apoyamos los sectores económicos, tanto la industria como los sindicatos. Faltó el compromiso de todas las fuerzas políticas. Es cierto que cuando se intentó trasladar esto estábamos justo antes de una campaña electoral. El Pacto debería ser un marco idóneo para el desarrollo de la Ley de Industria. Creemos que la Ley de Industria entre el Congreso en junio.

¿Qué esperamos de la Ley? Un poco más de ambición que el Anteproyecto que tenemos en mano en el sentido del fomento de la inversión, que es la gran competencia del Ministerio. Necesitamos que esa inversión sea ágil, un fast track que la incentive. Queremos que una parte sean incentivos directos modelo subvención para ser competitivos y atractivos a la inversión. También un mecanismo para agilizar toda la tramitación, lo que hablamos es de crear una agencia dentro del Ministerio de Industria, como IDAE en Transición Ecológica o CDTI en Ciencia e Investigación, para tramitar sus programas de apoyo. La Ley de Industria, recordemos, es una exigencia de la Unión Europea.

No necesitamos una Ley que tenga demasiados temas donde no va a tener competencias, sino que se centre en la inversión industrial, proveer de recursos y agilizar la inversión industrial. Cuando veamos flojear la inversión, es que va a flojear el futuro industrial. También tiene que centrarse en la autonomía estratégica. Pero ¿qué es la autonomía estratégica?  ¿Para los temas sanitarios, sociales, económicos, de proveedores de materias primas fundamentales? Hace poco, desde la Alianza [por la Competitividad de la Industria Española], le enviamos al ministro una notificación, diciendo que, si no se ponen unas palancas para apostar por la inversión en España, no servirá de mucho la Ley de Industria.

Hace poco, Enrico Letta, el exprimer ministro italiano que prepara un informe sobre el futuro del mercado único europeo, dijo al Consejo Europeo que, si dejan caer la industria, colapsa Europa. La industria es la base del pago de los servicios. Quien lo financia es la industria…

El problema es que la industria sigue siendo invisible…       

El 20 de febrero, en Amberes, firmamos el Industry Deal. La Declaración de Amberes. Ya han firmado 900 CEOs. Es un documento donde se ha unido una veintena de sectores. Creo que Bruselas tiene claro que la industria es básica y esencial, pero hay que poner medidas.  Dinero y agilidad administrativa. Esperamos que el 17 de abril, en el Consejo extraordinario de la Unión Europea, aparezca el Industry Deal como uno de los grandes objetivos de la próxima Comisión Europea, de la próxima legislatura. A ver si de ahí hasta junio, que es el último Consejo Europeo bajo Presidencia belga, conseguimos que haya un mandato a la próxima Comisión y al Parlamento de desarrollar el Industry Deal como ha sido el Green Deal durante la última legislatura. Que se acople la industria al Green Deal sin decaer y siendo competitiva.

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