Podría contarnos brevemente su recorrido profesional: qué le motivó a especializarse en ciencia de materiales e ingeniería metalúrgica y cómo llegó a su rol actual como director general de CIM UPC?
En un momento de la carrera había que escoger una especialidad y una de las que más me llamó la atención fue ciencia de materiales. Además, hubo una anécdota que me marcó: para captar a los estudiantes, los laboratorios estaban abiertos y quien luego sería mi jefe nos llevó al microscopio electrónico de barrido. Nos enseñó una piedra de riñón y, vista así, es algo espectacular. Aquello me llamó muchísimo la atención; ver que los materiales, incluso siendo inorgánicos, podían tener estructuras tan complejas y curiosas me atrapó por completo.
A partir de ahí, cuando terminé la carrera, quise hacer un doctorado en la misma área, en Ingeniería Metalúrgica. Después realicé un postdoctorado de un año en México y, al regresar, conseguí una plaza de profesor asociado en la UPC. Me dediqué a investigación aplicada a la industria, tratando de resolver problemas reales. En ese periodo, mi jefe me pidió que participara en un centro tecnológico recién creado, el CTM, que más tarde pasó a formar parte de Eurecat. Tras quince años allí, regresé totalmente a la universidad y, poco después, el rector me pidió que dirigiera la Fundación CIM, un centro propio de la UPC que se dedica a la investigación en manufactura avanzada y, en particular, en manufactura aditiva, lo que comúnmente se conoce como impresión 3D.
¿Cómo definiría la misión de CIM UPC hoy en día y qué papel juega en el ecosistema industrial catalán?
CIM UPC es una fundación sin ánimo de lucro cuyo patronato pertenece íntegramente a la Universidad Politécnica de Cataluña. Aunque tenemos identidad fiscal propia, dependemos de la UPC. Su misión fundacional es desarrollar I+D, formación y divulgación en ámbitos de interés para la universidad, pero con el tiempo nos hemos especializado en manufactura avanzada. CIM significa Computer Integrated Manufacturing. Nació hace 35 años, cuando estaban en auge las celdas de fabricación flexible y el control numérico.
Con los años se fue actualizando y desde hace unos veinte se dedica a la manufactura aditiva, una tecnología que ha llegado para quedarse. Nuestra misión es acompañar a las empresas en la incorporación de esta tecnología y, a la vez, desarrollar tecnología que después transferimos al sector.
En el contexto de la industria 4.0, ¿qué tecnologías emergentes dentro de la fabricación o los materiales le parecen más disruptivas para los próximos 5-10 años?
Lo verdaderamente disruptivo es lo que engloba la industria 4.0: la integración de robótica, sensórica, gestión masiva de datos, digitalización y manufactura aditiva. Son tecnologías que están cambiando la forma de fabricar. Muchas empresas producían antes muy barato fuera, pero ahora, gracias a la industria 4.0, ya no es necesario deslocalizar. Podemos volver a fabricar aquí y dar mucho más valor añadido a lo que hacemos.
Dentro de todo esto, la manufactura aditiva es especialmente disruptiva. Vengo de la manufactura convencional y la impresión 3D rompe paradigmas. No es la solución para todo, pero en series cortas o productos customizados es perfecta. Tiene un nicho de mercado al que hay que prestar mucha atención.
¿Qué papel juegan los centros de formación, los posgrados o la formación continua en la estrategia de CIM UPC para capacitar al talento industrial?
En CIM UPC reaccionamos rápido a los cambios y podemos ofrecer formación más ágil que la reglada. El paradigma educativo ha cambiado: ya no se aprende solo escuchando al profesor, ahora se aprende haciendo. Muchos estudiantes imprimen sus piezas en casa y llegan muy preparados. A veces empiezas a explicar cómo funciona una impresora 3D y es el estudiante quien te enseña a ti, porque hay miles de tutoriales en internet. La formación está cambiando y nosotros debemos adaptarnos.
¿Cómo describiría el momento actual que vive el sector metalúrgico, especialmente en España?
Es un sector que compite globalmente. La cercanía ya no es suficiente: si alguien en la otra punta del mundo puede hacerlo más barato, eso condiciona mucho. Las pymes metalúrgicas, grandes consumidoras de energía y materiales, deben centrarse en productos de alto valor añadido, lo que significa incorporar conocimiento. No podemos seguir fabricando materiales o procesos de toda la vida sin añadir inteligencia. Aquí la I+D y la formación de alto nivel son esenciales.
Además, faltan perfiles tradicionales como torneros o fresadores. Con inteligencia artificial y robótica, lo importante es saber programar máquinas, no tanto realizar operaciones manuales. Incorporar talento y conocimiento es lo que dará una ventaja competitiva.
En un contexto de costes energéticos altos y competencia global, ¿qué estrategias cree que deberían seguir las pymes metalúrgicas para seguir siendo competitivas?
Justo lo que acabo de comentar: apostar por el talento y el conocimiento para ofrecer productos de más valor añadido. Hay empresas que pierden pedidos ganando céntimos por pieza. Mi recomendación es que se centren en piezas más complejas y valiosas. Eso reduce estrés operativo y mejora márgenes. La clave es incorporar formación, I+D y tecnología.
Desde su experiencia en CIM UPC, ¿qué sectores están adoptando con más fuerza la impresión 3D metálica?
Uno es el sector de reparación. No tiene sentido desechar una pieza solo porque ha perdido diámetro por desgaste. Con impresión 3D se puede reparar, recargar material y devolverla a sus dimensiones antes de mecanizarla.
El sector aeronáutico también la está adoptando mucho. Las piezas son pocas, muy caras y de materiales costosos. La fabricación aditiva prácticamente no genera desperdicio y solo usa el material necesario, por lo que está muy justificada.
Estamos explorando también automoción, sobre todo en repuestos. La normativa europea obliga a mantener repuestos durante más de veinte años, lo que genera un inmovilizado enorme. Si pudiéramos fabricar las piezas solo cuando se necesitan, el ahorro sería importante, pero eso exige cambiar procesos y romper inercias.
Dentro de la impresión 3D, el sector que más crece es el metalúrgico, aunque es el que más conocimiento exige. Hay que combinar el conocimiento metalúrgico con el de la impresión 3D para producir piezas sanas. La impresión 3D metálica genera microestructuras distintas a las convencionales, y las propiedades mecánicas dependen de ellas. Por eso ingenieros mecánicos e ingenieros de materiales deben trabajar juntos para garantizar componentes plenamente funcionales.

