La imposición de sanciones ha implicado una clara contracción en los intercambios bilaterales con la Federación de Rusia y está teniendo un fuerte impacto en la cadena de suministro en el mercado ruso y ucraniano, la cual ya está afectada por el aprovisionamiento de materias primas y los costes crecientes en logística. También está ocasionando serias consecuencias en aquellas industrias que tienen plantas o líneas de producción en aquellos dos territorios eslavos.
Donde ya se advierte la gran onda de choque de este contexto bélico es en la automoción, sector estratégico de la industria española. Pero especialmente en el sector electrointensivo, es decir, el que consume grandes cantidades de energía, sea esta gas, electricidad o ambas.
Según los datos aportados por la Asociación Española de Proveedores de Automoción SERNAUTO, Rusia es el 10º destino de las exportaciones españolas de componentes de automoción en el mundo (tomando la Unión Europea como bloque). En 2021, las empresas de equipos y componentes para automoción exportaron bienes por valor de más de 183 millones de euros desde España a Rusia, lo que representó un 0,8% de las exportaciones del sector en dicho año.
En Rusia, existen alrededor de 15 plantas de producción y centros de I+D+i de empresas españolas de ese sector. En Ucrania, según SERNAUTO, “no tenemos presencia destacada ni se realizan exportaciones a dicho país desde España”.
Las centrales sindicales también están siguiendo muy de cerca la evolución de la guerra. El secretario de Política Industrial de CCOO, Gerardo Cortijo, informó a industry TALKS de que ya han creado un grupo de trabajo dentro de Comisiones Obreras “para ir teniendo la información detallada de cada sector”.
La cuestión del análisis se antoja compleja por la indefinición y la dificultad a corto plazo, porque los efectos no serán los mismos si el conflicto se prolonga dos semanas más, dos meses más o seis u ocho meses más. “Hay que estar muy atentos”, destacó. “Estamos haciendo un análisis casi diario”, remarcó el sindicalista.
Cortijo subrayó que la guerra ruso-ucraniana está afectando al precio de la energía, especialmente al ámbito siderúrgico, a las empresas grandes consumidoras de energía, y citó, por ejemplo, el caso de Acerinox, que anunció las paradas de hornos en su factoría de Los Barrios (Cádiz) y la entrada en vigor de un ERTE que puede afectar a 1.800 trabajadores. También lo hará ArcelorMittal en su acería de Sestao (Vizcaya). Había arrancado el pasado 3 de marzo después de tres meses sin actividad por el precio de la luz y había operado durante seis jornadas y a tres turnos, para aprovechar las horas valle, más económicas.
En el sector electrointensivo, la situación ya no es sólo alarmante sino “catastrófica”. Así de contundente se expresaba el director general de la Asociación de Empresas de Gran Consumo de Energía (AEGE). La AEGE agrupa 25 compañías, las principales grandes consumidoras de energía en España, que cuentan con un total de 74 plantas distribuidas por todo el país. De ellas dependen de modo directo o indirecto algo más de 186.000 empleos. Se trata de industrias en las que en el proceso de producción el consumo de energía absorbe un elevado porcentaje del coste. Sólo estas 25 compañías consumen el 9% del total de electricidad demandada en España, lo que equivale a casi 19 TWh en electricidad y algo más de 16 TWh en gas.
La situación es tan dramática que AEGE y UNESID -la asociación empresarial española de las empresas siderúrgicas y de la primera transformación- han solicitado por carta al Ejecutivo que tome “una decisión urgente” ante la situación de los precios eléctricos y su impacto en la industria y el empleo.
Los firmantes se han dirigido al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, “para que el Consejo de Ministros, en esta situación de emergencia nacional, adopte una decisión urgente reformando el mercado marginalista eléctrico mientras dure esta crisis energética, desacoplando el precio de los combustibles fósiles de la fijación del precio eléctrico en el mercado”.
AEGE y UNESID consideran que, “ante la ausencia de ofertas de las empresas eléctricas de contratos bilaterales de electricidad a precios anteriores a la crisis”, esa medida de reforma temporal es “la única viable y con impacto, además de imprescindible, para poder mantener la actividad industrial, el empleo y la prosperidad del país”.
“Muchas industrias se han visto obligadas a paralizar la producción, ya que estos precios de la electricidad hacen imposible mantener la actividad. Empresas como Acerinox, ArcelorMittal, G. Celsa, Megasa, Ferroglobe y Siderúrgica Balboa ya han tenido que parar algunas de sus instalaciones y, de seguir esta deriva, se verán obligadas a poner en marcha expedientes de regulación temporal de empleo (ERTEs) y posibles deslocalizaciones de producción, si la situación no se endereza en los próximos días. Otras empresas han comenzado ya a reducir sus producciones al mínimo permitido, como es el caso de Asturiana del Zinc”, rezaba el comunicado conjunto de AEGE y UNESID.
“Se prevé un período complicado por lo que se refiere al suministro y los precios del gas natural licuado no sólo por las tensiones derivadas del conflicto Rusia–Ucrania, sino por la elevada demanda de Extremo Oriente y los bajos niveles de reservas en la Unión Europea”, declaró a industry TALKS el presidente de la Comisión de Energía de COIIM/AIIM, Jaime Segarra.
“Esta problemática se complica por la crónica insuficiencia de interconexiones eléctricas de la península con Francia, aproximadamente un 3% de la potencia instalada, muy lejos del 10% que la UE requiere como mínimo. A su vez, lo expuesto lleva a la necesidad de mantener en servicio con rentabilidad razonable todas las tecnologías del parque actual, en particular la nuclear”, añadió Segarra.
Las consecuencias se antojan muy adversas en otros sectores fabriles, no sólo en la siderurgia, sino también en la automotriz, la papelera, la cerámica, la química y la vidriera.
En cuanto a las empresas que producen componentes para vehículos, la cuestión “es la falta de suministros” que ya lo era antes, “un problema directo con los semiconductores”, una circunstancia “que se está acrecentando en estos momentos por retrasos y dificultades logísticas”, subrayó el secretario de Política Industrial de CCOO.
“Está afectando al auto, está afectando al dinero; empieza a afectar a algunas empresas de la industria alimentaria que dependen del aceite de girasol, pues somos uno de los principales importadores de aceite de girasol de Ucrania. El impacto va a ser múltiple en diferentes sectores”, reconoció Cortijo.
“Tenemos una inquietud, una preocupación por ver cómo vamos a afrontar, si esto se prolonga, esas paradas de actividad y cómo va a afectar al empleo y a las condiciones de trabajo”, agregó.
Ante este escenario tan sombrío, a Cortijo le parece lógico que se acudan a los ERTEs y “con la reforma laboral en la mano, habría que ver si este es el momento de activar algún mecanismo como el mecanismo RED para soluciones sectoriales para problemas que van a ser comunes en muchas empresas que tienen que ver con una situación coyuntural”, declaró a este medio digital de la industria.
Algunas empresas de componentes de automoción con intereses en Rusia como Gestamp, Cie Automotive o Grupo Antolín han manifestado en público su primera respuesta a esta crisis. La primera ha anunciado la parada de sus fábricas. La segunda y la tercera no han parado plantas, por el momento, pero observan con suma atención la situación cambiante, por ejemplo, el hecho de que el Parlamento ruso ya esté debatiendo la nacionalización de las empresas extranjeras de los denominados “países hostiles”. Cie y Grupo Antolin tomarán las decisiones pertinentes, es decir, la suspensión o no de la producción, dependiendo de la reacción de los OEM para quienes trabajan. Ambas ya han detectado disrupciones en la cadena de suministros.
Gestamp, Cie Automotive y Grupo Antolin cuentan con siete fábricas en la Federación de Rusia en las que dan empleo a más de 700 personas.
Gestamp tiene cuatro centros de estampación en Rusia en las que emplea a 459 personas. De los casi 6.000 millones de euros ingresados en 2021, 107 millones procedieron de estas plantas, ubicadas en Togliatti (suroeste), Kaluga (cerca de Moscú) y San Petersburgo.
Cie Automotive posee una planta de aluminio en Togliatti a través de la sociedad Cie Rus en la que da empleo a 65 personas. Factura 9 millones de euros y en 2021 declaró un beneficio de 3 millones, frente a los 354 millones del conjunto del grupo. Los ingresos en Rusia apenas equivalen al 0,3% del total. La ciudad de Togliatti es un importante centro industrial ruso, no en vano allí se encuentra la empresa automotriz AvtoVAZ que diseña los coches Lada. La propia AvtoVAZ ha tenido que suspender la producción por falta de suministros.
Grupo Antolin tiene en Rusia dos fábricas con 149 empleados. Una se encuentra en San Petersburgo; la otra, en Nizhny Nóvgorod, al este de Moscú.
Gonvarri es otra firma afectada por los dramáticos acontecimientos en el este de Europa. Especializada en transformación del acero y el aluminio, dispone de dos fábricas en territorio ruso. La primera está en Kaluga, donde Volkswagen y Volvo tienen plantas de montaje de vehículos. La segunda está situada en Kírovsk, una localidad situada en la óblast (región) de Leningrado. Contactado por este diario digital a través del correo electrónico, el representante de Gonvarri se limitó a responder lo siguiente: “La situación es complicada en Rusia. No hacemos comentarios”.
Otra empresa con fuerte presencia allí es Roca. La empresa de saneamientos tiene siete fábricas en cuatro localidades -Davidovo, Kaluga, Tosno y Cheboksary- y ha decidido cerrar temporalmente sus actividades, lo que afecta a 2.800 personas que seguirán cobrando sus nóminas.
Según los datos del ICEX para 2021, 130 empresas españolas tienen sede física en Rusia o en Ucrania.
Como apunta el citado representante sindical de CCOO, en otras áreas productivas también se está sintiendo, y mucho, el impacto de las hostilidades. Por ejemplo, el precio del aceite de girasol se ha disparado, multiplicándose por tres, dado que prácticamente toda la materia prima que se importa -el 68% del total- procede de Ucrania. De hecho, Ucrania es el principal productor mundial de aceite de girasol. Algunas cadenas de distribución han empezado a limitar la venta de este producto por persona debido “al comportamiento atípico del consumidor que se ha producido en las últimas horas”, según un comunicado de la Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS).
En todo caso, la industria española de aceites comestibles considera que a corto plazo no hay peligro de desabastecimiento por la guerra, pero que, si el conflicto se alarga, y con él las sanciones, algo no descartable, habrá que buscar otros orígenes para este producto o sustituirlo por otro. Ahí entraría en escena el aceite de palma y su importación.
El sector cerámico también se siente especialmente sacudido por esta tormenta perfecta amplificada por las bombas. Los efectos se dan a tres niveles: precios de gas, suministro de materias primas y comercial. El más preocupante y grave es el coste de la energía que está abocando a las empresas a reducir y parar la producción en las plantas.
“El impacto más grave e inmediato ha sido el incremento desbocado del precio del gas. Nuestro sector es gasintensivo, ya que para cocer la cerámica nuestros hornos utilizan gas, el 50% de todo el gas que se consume en la Comunidad Valenciana es de nuestra industria (aproximadamente 14,1TWh)”, explicó a industry TALKS Eva Pedrajas, responsable de Promoción y Comunicación de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámico (ASCER).
“No se trata -de momento- de un problema de suministro, sino de un tema de precio del gas. En el último trimestre de 2021 ya alertábamos de una situación altamente preocupante, y entonces el precio era de alrededor de 80€/MWh. El mercado TTF (mercado de referencia) cerró ayer [miércoles 9 de marzo] en 155€/MWh”, dijo Pedrajas a este medio de comunicación.
“El impacto en las cuentas de resultados es enorme y es insostenible producir con esos costes tan elevados. Antes de la guerra en Ucrania ya estábamos sufriendo costes del gas muy elevados, de hecho, el IPI de enero que se ha publicado esta semana registra una variación mensual de enero de 2022 respecto enero de 2021 de -25,7%. La producción de enero ha sufrido una caída fuerte llegando a un índice que no se veía desde alguno de los meses de pandemia. La situación ahora es mucho más crítica con precios desbocados”, explicó.
Para ASCER, “no es posible saber cuántos expedientes (ERTEs) se están negociando ni cuántos pueden presentarse en las próximas semanas, nos consta que son numerosos y con toda probabilidad van a presentarse más en las próximas semanas. De alargarse en el tiempo la crisis es más que probable que la suspensión temporal de empleos se convierta en extinciones”.
Con respecto a las materias primas, enfatizaron desde ASCER, Ucrania es el principal origen desde donde el sector cerámico se aprovisiona de arcilla blanca para fabricación, básicamente, de gres porcelánico. Las importaciones de arcilla de Ucrania representan el 70% de las arcillas importadas (1,5 millones de toneladas en 2021), y el 7% del caolín (40.000 toneladas en 2021).
La zona extractiva de arcillas en Ucrania se ubica precisamente en la región de Donbass, una de las zonas rojas del conflicto. A día de hoy, las minas están paradas y los puertos, bloqueados. Las empresas cerámicas cuentan con aprovisionamiento para 3- 5 meses, manifestaron desde ASCER. Y las alternativas son buscar otros orígenes donde aprovisionarse; sin embargo, “tampoco es sencillo puesto que existen diferencias en las composiciones de las arcillas y habría que adaptar el proceso o formulación. Sin embargo, de no estabilizarse la crisis energética tampoco se va a poder producir puesto que las empresas están ajustando producción, con paradas de hornos. La arcilla pasa a ser un tema menor”, informó Pedrajas.
Finalmente, en el capítulo comercial, está asegurada la caída de las exportaciones a la zona en guerra, ya sea por sanciones, inestabilidad o devaluación de la moneda local. Pero también corre riesgo la competitividad a escala global, lo que es mucho más serio.
“El 75% de nuestra producción se exporta a más de 180 países y la competencia de otros productores es muy grande. Difícilmente el mercado aceptará subidas constantes de precios en nuestro producto, o bien buscará otro proveedor con mejores precios u otro producto sustitutivo”, remachó la responsable de ASCER.
Esas tres circunstancias negativas (precios, suministros, exportación) son perfectamente extrapolables a todo el mundo de las industrias electrointensivas o gasintensivas. Y prácticamente a la manufactura en términos generales.
Por su parte, el Gobierno central busca poder adoptar medidas que limiten el precio de la energía, pero esa decisión de intervención del mercado pasa por Bruselas y por los socios de la Unión Europea.
Preguntada por la respuesta al impacto que está provocando la guerra ruso-ucraniana, concretamente en el sector energético, la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, respondió: “Tenemos activado un plan de choque como la rebaja de impuestos. Estamos acelerando las convocatorias en el marco del Estatuto Electrointensivo. Es necesaria una respuesta europea. Hay que activar mecanismos europeos como hicimos en la pandemia. Hay que poner un límite al incremento del precio de la energía. Desvincular el gas de la tarifa eléctrica es la propuesta de España. Tenemos el apoyo de las patronales”.
En esa línea de aplicar soluciones ambiciosas en el marco energético, el Foro Industria y Energía (FIE) ha abogado por que se valore la puesta en marcha de una política exterior energética común por parte de la Unión Europea, que garantice unos costes energéticos asumibles para la industria y los hogares en el actual escenario.
La Comisión Europea ha propuesto un esbozo de plan para acelerar la transición energética y que Europa sea independiente de los combustibles fósiles rusos mucho antes de 2030, empezando por el gas. En este contexto, los expertos del FIE instan a dar un paso más y poner en marcha una política exterior energética común.
Nuria G. Rabanal, directora de la Cátedra de Seguridad y Defensa de la Universidad de León y miembro del FIE, explicó que, “aunque en la Unión Europea se habla desde hace tiempo de la aplicación del ‘principio de solidaridad’ a los mercados energéticos, la realidad es que se está muy lejos en la práctica de ese anhelo teórico”.
Rabanal aseguró que las consecuencias sobre la industria “van más allá de lo estimado, ya que la industria es el engranaje del aparato económico entre el sector primario y terciario y el segmento que más empleo estable genera dentro de la economía”. De este modo, “su shock tendrá consecuencias graves sobre el abastecimiento, la competitividad, la inflación, el empleo y el consumo, incluso sobre la evolución de los mercados de divisas y financieros”, previno.