La mesa ha contado con la participación de Manuel Jurado, responsable comercial CAES-Eficiencia Energética en Repsol, Rodrigo López Head of energy Efficiency Origination en STX, Roberto Díaz, Product Manager HVAC ENDESA y Esperanza Sánchez, responsable Estrategia y Política Industrial Naturgy, quienes han coincidido en resaltar el papel protagonista que ha asumido el sector industrial dentro del ecosistema de CAEs.
Uno de los puntos más valorados del sistema CAE ha sido su agilidad frente a las subvenciones tradicionales. Jurado ha explicado que “mientras una ayuda puede tardar meses o años en resolverse, un CAE estándar se gestiona en unos 20 días hábiles, y uno singular en 25”. Rodrigo ha reforzado esta idea afirmando que “el sistema CAE proporciona una certidumbre temporal y tecnológica, a diferencia de las subvenciones dependientes de convocatorias específicas”.
Manuel Jurado ha destacado que el éxito del sector industrial frente a otros se ha debido fundamentalmente a dos factores: información y costes. “En el mundo industrial, muchos profesionales dentro de las empresas ya tienen una cultura de eficiencia energética, lo que facilita el diálogo de igual a igual con los promotores de CAEs”, ha explicado. Además, ha subrayado que “el coste administrativo de una medida pequeña puede hacerla inviable, mientras que en proyectos de gran escala es prácticamente residual”.
Rodrigo López ha complementado esta visión destacando diferencias normativas relevantes: “En Francia el ahorro reconocido es acumulado a lo largo de los años, mientras que en España solo se reconoce el primer año, lo cual penaliza medidas residenciales de largo recorrido”.
Roberto Díaz ha advertido sobre las dificultades encontradas con la medición y verificación de ahorros energéticos: “Muchos clientes tenían expectativas no realistas y contadores no calibrados, lo que ha obligado a ampliar los plazos”. Además, ha resaltado la escasez de verificadores como cuello de botella para el sistema.
Esperanza Sánchez ha señalado que los CAEs han abierto oportunidades de innovación, como en proyectos sociales con paneles híbridos o aplicaciones de inteligencia artificial en calderas industriales. “Nos ha permitido explorar tecnologías emergentes y modelos de negocio más sostenibles”, ha afirmado.
Sobre la relación entre sujetos delegados y obligados, Rodrigo López ha asegurado que “ha sido sencilla, técnica y fluida. Las operaciones de compraventa de CAEs son rápidas y con contratos simples, lo cual fomenta la agilidad del mercado”.
Con vistas al futuro, los participantes han manifestado tanto optimismo como precaución. Sánchez ha advertido que “el crecimiento exponencial de las obligaciones y la huida de grandes consumidores hacia modelos de autoconsumo pueden desbalancear el sistema”. Por ello, ha solicitado que “la carga no recaiga únicamente sobre el cliente residencial”.
Por su parte, López ha concluido con una visión positiva: “Desde 2023 ya estamos planificando para 2030. Es un sistema incipiente pero con un potencial enorme que debe desplegarse progresivamente y con claridad normativa”.
La mesa ha cerrado con un consenso claro: los CAEs representan una herramienta eficaz para acelerar la eficiencia energética en el sector industrial, pero requieren ajustes normativos, mayor automatización y extensión a otros sectores como el residencial y el transporte para consolidar su impacto.