NISE SEVILLA 2025

El sector de la automatización y robótica industrial coincide en que no es necesario usar IA en todo, sino en automatizar lo básico

La mesa debate celebrada en NISE Sevilla, titulada "la IA aplicada a la robótica en la Smart Factory" dejó una conclusión compartida desde el primer minuto: la inteligencia artificial aplicada a la robótica sólo generó verdadero impacto cuando “bajó a tierra” en forma de procesos automatizados sencillos, accesibles y útiles para pymes y grandes factorías.

Los ponentes coincidieron en que España vive un momento decisivo para convertir ese potencial en transformación real, aunque advirtieron de que el país “aún necesitó entender mejor sus propios procesos industriales para aplicar IA de forma efectiva”.

La presidenta de Sisteplant, Ana Santiago, resumió esa idea al afirmar que el gran desafío no residía en la tecnología sino en el conocimiento interno de cada fábrica. “No es ir al supermercado y coger la IA de la balda”, señaló, antes de recordar que la industria española solo avanzó cuando comprendió sus variables de entrada y de salida. Desde Fanuc, Fernando León respaldó esa tesis: “No hace falta aplicar IA a todo; con inteligencia natural y máquinas podemos hacer muchas cosas”. Pablo Fernández (ABB Robotics) coincidió: “Muchos retos aún no van de IA sino de automatizar lo básico”.

Pese a ese diagnóstico prudente, los responsables de ABB, Fanuc, Sisteplant, Schunk y Fundación Innova IRV apostaron por un futuro industrial español más ágil y colaborativo. Eduardo Valencia, director general de la Fundación Innova IRV, avisó de que la inteligencia artificial tendría un papel clave en la “soberanía tecnológica europea” y que España debía actuar con rapidez para mantener “identidad, capacidades y propósito” en una economía global marcada por tensiones geopolíticas.

La mesa abordó después la expansión sectorial de la automatización. Los expertos coincidieron en que el automóvil siguió siendo el campo más avanzado, pero precisaron que otros ámbitos crecieron con fuerza, especialmente la alimentación, las bebidas y la logística. Se citaron ejemplos como el centro de Amazon en Los Palacios o sistemas de visión capaces de clasificar tomates por tamaño y color antes de ser manipulados por robots. Fernández recordó que “hoy un soldador con experiencia puede poner un robot a trabajar sin necesidad de saber programación avanzada”, un cambio radical respecto a décadas anteriores. También se mencionaron avances en agroindustria, madera, pintura, paletizado y tratamiento de residuos, donde la IA permitió detectar contaminantes en camiones de chatarra antes de su descarga.

Los ponentes advirtieron, sin embargo, que no se podía trasladar a la robótica el ritmo vertiginoso de la IA generativa. “La inteligencia artificial física va mucho más despacio que la de ChatGPT”, señaló León, mientras otros insistieron en que los vídeos de humanoides en internet “no eran todavía realistas a nivel industrial”. En su lugar, defendieron aplicaciones sencillas pero útiles: robots colaborativos asequibles, gemelos digitales que generaron trayectorias automáticas sin necesidad de programadores expertos, o asistentes que propusieron código y comprobaron virtualmente las operaciones.

La falta de talento especializado ocupó una parte central del debate. Se habló de fuga de profesionales, pero también de la necesidad de formar al personal ya existente en las empresas. Santiago subrayó que “no vamos a contratar cien matemáticos a golpe de talonario”, por lo que llamó a capacitar a quienes llevan años en planta. Schunk destacó el auge de jóvenes altamente preparados, mientras Fanuc defendió con fuerza la Formación Profesional, que “volvió a ser puntera en robótica” gracias a competiciones como Spain Skills. Pablo Fernández recordó que ABB ya tenía “unos 600 robots en centros educativos” en España y miles de licencias gratuitas para que los estudiantes aprendieran de forma virtual.

Eduardo Valencia añadió una dimensión más amplia al insistir en que las empresas debían trasladar propósito y proyectos relevantes a los jóvenes para que sintieran que contribuían al progreso del territorio. “La innovación es local, aunque el conocimiento sea universal”, afirmó, defendiendo alianzas profundas entre empresa, universidades y administración.

El cierre de la sesión miró al futuro inmediato. Los ponentes coincidieron en que dentro de dos años no se vería aún una revolución total, pero sí una acumulación de pequeños casos de uso reales en pymes y fábricas. La logística apareció como el campo que avanzó más rápido, mientras que la robótica física seguiría un camino más gradual. “No vamos a decirle a la IA: hazme la fábrica y produce cien piezas al día”, ironizó uno de los participantes, recordando que todavía quedaba un largo recorrido de ingeniería práctica.

Entre expectativas y cautela, la mesa concluyó con un deseo común: que España fuese capaz de automatizar más, formar mejor y avanzar sin miedo hacia una industria moderna, ágil y sostenible. Como resumió uno de los expertos, “la clave no es no quedarse atrás, sino aprender a ir un poco más adelante cada vez”.

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