INFORME

El 80% de la industria española ya integra objetivos de sostenibilidad en su digitalización, pero sólo una de cada seis empresas alcanza alta madurez 4.0

La industria española se encuentra en un momento decisivo. El VIII Informe Smart Industry 4.0 revela una paradoja que marcará el futuro del sector: mientras más del 80% de las compañías ya incorpora de forma explícita metas de sostenibilidad y eficiencia energética en sus planes de digitalización, únicamente una de cada seis ha alcanzado niveles altos de madurez tecnológica.

Este contraste describe con precisión el punto en el que se encuentra el país: un ecosistema que ha asumido la urgencia del cambio, pero que todavía avanza con un ritmo insuficiente para competir en el nuevo escenario industrial europeo.

Uno de los hallazgos centrales del informe es la consolidación del dato como eje estratégico del modelo productivo. Por primera vez, la mayoría de empresas reconoce que la inteligencia artificial, la automatización y la analítica avanzada no son herramientas accesorias, sino motores directos de competitividad. La IA se ha convertido en la gran protagonista del análisis: es la tecnología que más crece en prioridad, la que se percibe como mayor generadora de impacto y la que está acelerando la transición hacia modelos de fábrica autónoma, predictiva y optimizada. De su mano llegan decisiones en tiempo real, planificaciones automáticas, mantenimiento anticipado y sistemas de calidad basados en aprendizaje continuo.

El informe señala también que la energía, y en particular el peso de las renovables, posiciona a España en un lugar privilegiado dentro del mapa industrial europeo. A diferencia de otros países de la Unión, muy penalizados por el coste energético, España puede convertir esta ventaja estructural en un atractivo para inversiones en automatización, cloud industrial y centros de datos. La competitividad energética, sumada a la amplia infraestructura de comunicación, crea un terreno fértil para la digitalización acelerada, siempre que exista una estrategia de país orientada a aprovechar este contexto.

La conectividad vuelve a aparecer como uno de los grandes puntos fuertes. Con más del 90% de cobertura FTTH y una penetración del 5G superior al 85%, España se sitúa entre los territorios mejor preparados de Europa para sostener fábricas hiperconectadas. Sin embargo, el despliegue industrial del 5G privado sigue siendo muy limitado, debido tanto a la complejidad regulatoria como a la falta de casos de uso maduros en sectores que avanzan con prudencia. La llegada progresiva del edge computing y la integración de satélites LEO introduce una capa adicional de resiliencia y capacidad en entornos remotos, pero todavía queda camino por recorrer hasta que estas tecnologías formen parte del día a día industrial.

El análisis confirma un avance claro en automatización, robótica colaborativa, simulación y ciberseguridad, pero también deja patente que la industria española continúa frenada por sus brechas estructurales. La fragmentación del tejido pyme, la falta de perfiles especializados, la escasez de arquitecturas unificadas y la dificultad de integrar sistemas OT y TI se mantienen como los principales frenos de la transformación. Las grandes compañías han logrado articular entornos de datos más maduros, con plataformas corporativas y analítica predictiva; sin embargo, gran parte del tejido productivo sigue operando con sistemas aislados, lo que limita el impacto global de la digitalización.

La perspectiva europea añade presión. El informe sitúa los avances nacionales dentro del marco más amplio descrito por el Informe Draghi, que advierte sobre la pérdida de competitividad del continente frente a Estados Unidos y China. Europa innova, pero no escala. Invierte, pero no con la velocidad necesaria. Regula, pero lo hace más despacio que sus competidores. En este contexto, España comparte las debilidades estructurales del continente —menos productividad, menor tamaño empresarial, menor inversión privada en tecnología—, aunque dispone de fortalezas propias que podrían acelerar su transición si se aprovechan de manera decidida.

El documento subraya además el papel emergente de las nuevas ingenierías e integradores. Estas organizaciones, más técnicas, flexibles y orientadas a la nube y la IA, están adquiriendo un peso creciente en la transformación del país. Han dejado atrás el enfoque tradicional centrado únicamente en consultoría TI y están impulsando proyectos más complejos y conectados, que combinan sensores, datos, inteligencia y operación. Su evolución se vuelve clave porque sin su capacidad técnica no podrá escalarse la digitalización hacia la pyme, donde se concentra la mayor parte del valor industrial pendiente.

El informe concluye que España entra en una fase de consolidación crítica. El país ha asumido el discurso, ha desplegado infraestructura, se ha alineado con las normativas europeas y ha demostrado avances sólidos en automatización y datos. Sin embargo, la verdadera transformación —la que convertirá la digitalización en productividad, resiliencia y crecimiento económico— dependerá de la velocidad a la que se cierren las brechas de gobernanza del dato, talento, interoperabilidad y estandarización.

El horizonte 2030 aparece, por tanto, no como un destino, sino como una oportunidad única: la de construir una industria más inteligente, sostenible y humana, capaz de competir en un escenario global donde la tecnología, la energía y la colaboración definirán quién lidera y quién queda atrás.

Total
0
Shares
Previous Post

Andalucía se refuerza como polo aeronáutico en Europa con una nueva planta de ensamblaje e I+D

Related Posts