INFORME FIE

El 12% de la energía utilizada por la industria española procede directamente de fuentes renovables

Actualmente alrededor del 12% de la energía que usa la industria en España procede de manera directa de fuentes renovables, según datos aportados por Foro Industria y Energía a industry TALKS. El almacenamiento, la digitalización y los certificados de eficiencia son necesarios según apuntan en su informe ‘Energía fotovoltaica para la descarbonización de la industria’.

La transformación energética del sector está teniendo como consecuencia cambios en el modelo tradicional industrial, según señala el citado documento, con pilares fundamentales como las denominadas cuatro D: “descarbonización, descentralización, digitalización y democratización”. Este último punto entendido en un ámbito en el que el usuario es tanto generador como gestor de la energía.

Según afirma Foro industria y Energía, en exclusiva para industry TALKS, “estamos ante un proceso de transición ecológica” donde la industria esta “obligada a adaptarse”. Esto ha llevado a las compañías que operan en el sector a analizar estos sistemas energéticos, cómo se integran dentro de sus objetivos y necesidades con el fin de continuar siendo competitivas.

El cambio climático y, junto a este, la crisis energética, la guerra de Ucrania y la “crisis de abastecimiento de materias primas” en Europa, así como los nuevos modelos de gestión energética son algunas de las razones que están produciendo una “necesidad de acometer” la transformación energética. Asimismo, aseguran que dicha eficiencia puede suponer un ahorro de costes industriales que se sitúa entre el 25 y el 30% para las compañías. Incluso Foro industria y energía asegura que las pymes “pueden” y “deben” acceder a estas energías “si quieren sobrevivir”, no sólo por la regulación sino con el fin de ser “más eficientes y competitivos”, explicando que no se trata de poner “unas placas en el tejado”, sino que hay soluciones complementarias con otros modelos tales como compartir energía.

Placas solares

A pesar de que hay empresas que ya certifican el “cien por cien”, de la energía que consumen como de “origen renovable” en función del tipo de industria podemos encontrar procesos industriales que son “más difíciles de electrificar” como por ejemplo citan aquellas que “necesitan grandes cantidades de calor”.

Tanto la gestión de excedentes como la saturación de los denominados “nudos de conexión” suponen una dificultad por lo que establecen que es importante “obtener una mayor agilidad” en trámites y en las restricciones para el vertido a la red. Esto “podría resolverse” a través de la digitalización o aumentando la visibilidad del operador en el sistema.

Con el fin de que la industria pueda gestionar estos excedentes, en instalaciones de autoconsumo menores de 100Kw califican como “fundamental” el apoyo de una comercializadora, mientras que en las plantas de mayor envergadura puede ser “de gran ayuda” equipos de calor eléctrico o baterías térmicas, así como la creación de pequeñas instalaciones de 100Kw de “compensación por consumo compartido”.

Tres fábricas con energía fotovoltaica

Este informe cita tres casos que han denominado “de éxito” llevados a cabo en tres plantes de ámbitos de producción diferentes. En primer lugar, el llevado a cabo por la compañía Nestlé quien consideran que “está apostando por la energía fotovoltaica de autoconsumo” en dos de sus plantas: la de producción de café en Reus, Tarragona, y en su fábrica de salsas de tomate en Miajadas, Cáceres.  Respecto a la energía empleada en la primera fábrica, Jordi Aycart, director de sostenibilidad de Nestlé España y Portugal, afirma que el “30% de la energía eléctrica que consume” procede de “las placas fotovoltaicas de autoconsumo instaladas en el centro”, explicando que, cuando esta planta no está operativa, “el excedente de esta energía se vierte a la red”, el mismo sistema que han implantado en Miajadas cuya energía consumida equivale a la empleada en más de 360 hogares españoles, según Pedro Ruiz, especialista en sostenibilidad de Nestlé España. Gracias a este parque solar fotovoltaico, evitan más de 280 toneladas de CO2 al año, establece Ruiz. Respecto a la fábrica de salsas de toma de Miajadas, previenen 330 toneladas de CO2 al año. Estas dos plantas las enmarcan en un objetivo de contribuir a la generación directa de energía de origen renovable bajo el compromiso de alcanzar las cero emisiones netas en 2050. En esta línea, prevén para el próximo otoño obtener 62GW de energía fotovoltaica para las plantas de España 52GW y Portugal 10 GW procedentes de un parque solar mediante un acuerdo con un proveedore especializado. Otra de las metas que se plantea esta compañía es llegar al 45% de la energía eléctrica total procedente de fotovoltaica.

Planta de Nestlé en Reus, Cataluña.

El segundo caso citado en el informe es el llevado a cabo por la compañía AkzoNobel cuyo negocio sostenible lo centran en dos puntos principales. El primero es “el consumo de energías renovables, en la medida que esto sea posible”, matizan. Según explica Dani Mata, Vilafranca Site Manager, la electricidad que consumen en la planta de Vilafranca proviene de fuentes renovables, además disponen de “instalaciones de placas solares” que les permiten obtener un promedio del 15% de la energía eléctrica que necesitan. El segundo punto hace referencia a “ser lo más eficientes posibles en el consumo de recursos”, con el fin de extender “en un futuro próximo” sus auditorias energéticas con la instalación de medidores de consumo, permitiendo así optimizar el “gasto energético” a través de medidas técnicas o administrativas.

Como beneficios ante la instalación de este sistema, destacan la “reducción de la factura eléctrica del 33%”, evitando “los picos de consumo” que les penalizaban, ahorrando así 100.000 euros de carácter anual. En este sentido, también sitúa como ventaja las “fiscales derivadas de la misma instalación” ya que, según indica, disponen de “una reducción en el IBI del 50%”, además de la “contribución a la sostenibilidad global”. La instalación de placas solares les supuso una inversión de 290.000 euros, cuyo “retorno de inversión” lo establecen en menos de tres años como “muy favorable y totalmente recomendable”. Respecto al mantenimiento del equipo indican que “no es costoso” y consiste en hacer limpiezas periódicas.

Como objetivo de sostenibilidad, han fijado 2030 con una reducción de emisiones de CO2 del 50% tanto en toda la cadena como en la reducción del consumo de energía en un 30% respecto a 2020, residuo 0 o 100% reutilizable, uso 100% de energía renovable y 100% de reutilización de agua utilizada en sus procesos. Además, con el fin de “mejorar más la eficiencia” así como “ampliar la superficie de la instalación de placas” trabajan para “implementar la ISO 50001”.

Placas solares de la planta de AkzoNobel en Vilafranca, Cataluña.

Finalmente, el tercer caso de éxito en este sentido es el realizado por Area 8, quien trabaja desarrollando comunidades energéticas en polígonos industriales cuya base es la generación de ingresos agregados por el cobro de la energía dentro de una instalación fotovoltaica común. Estas comunidades energéticas, según explica Baltasar Pozuelo CEO de Area 8, consiste en la electrificación de la totalidad de los techos generalmente logísticos. Estos generan excedentes bajo un modelo de comunidades energéticas que se compensa con el “formato de autoconsumo compartido”, establece. En definitiva, matiza que se trata de un autoconsumo compartido cuya base es la producción de energía en lugar de consumo, ya que “crear una comunidad energética es la forma más eficiente de conseguir beneficios compartidos”. Este proyecto supone una transformación de un sistema centralizado a uno de distribución donde la generación de energía de proximidad ayuda a la optimización del sistema a través de una “energía verde, de proximidad y más barata”. A su parecer, las comunidades energéticas “serán el eje de desarrollo del ecosistema de la energía” donde el “valor inicial está en la producción” y cuyo camino será marcado por la eficiencia. Por ello, establece que se trata de “laboratorios vivos de innovación” donde “pasan muchas cosas no solo tecnológicas sino sociales”, así como de formación de nuevos usos e “incluso la creación de valles de innovación”. Pozuelo asegura que es un modelo donde “todos ganamos y nadie pierde, ni si quiera las compañías energéticas”.

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