INFORME

España, cuarto productor de vehículos en Europa, ante el mayor vuelco industrial del automóvil en décadas

La industria mundial del automóvil afronta su mayor transformación en décadas, con Europa –y por extensión España– situada en un punto crítico para mantener su competitividad frente al avance chino en producción y exportación de vehículos eléctricos. Según un informe reciente de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), el mercado global vive tres grandes desplazamientos simultáneos: un cambio geográfico en la producción, un giro en los mercados que impulsan las ventas y una revolución tecnológica protagonizada por la electrificación.

Para España, cuarto productor europeo y país fuertemente integrado en la cadena de valor continental, la tendencia más determinante es la pérdida de peso industrial de Europa frente a China, que ya concentra el 40% de la capacidad global de fabricación y se ha convertido en el mayor exportador de automóviles del mundo, gracias al fuerte impulso del vehículo eléctrico y sus baterías. El documento subraya que la Unión Europea depende mucho más de las importaciones de componentes clave en comparación con el motor de combustión tradicional, donde más del 90% del valor añadido permanecía dentro del territorio europeo. En cambio, en las baterías de un coche eléctrico solo alrededor del 40% del valor se queda en la UE, lo que genera vulnerabilidad estratégica para cadenas de suministro como la española, muy ligadas al ensamblaje final y a la industria auxiliar del automóvil.

El informe detalla que las ventas de coches eléctricos crecieron más de 14 veces entre 2017 y 2024, hasta representar más de una quinta parte del mercado mundial, mientras que las ventas de vehículos de combustión continúan en retroceso. Europa, tercer mayor mercado global, no ha recuperado del todo sus niveles previos a la pandemia y en 2024 seguía un 15% por debajo, un dato relevante para España, donde la demanda interna y las exportaciones siguen estrechamente conectadas al ciclo europeo.

Una de las mayores amenazas identificadas es la creciente exposición de la industria europea a los controles a la exportación aplicados por China, que domina entre el 60% y el 100% de cada etapa de la cadena de producción de baterías y el 95% de los imanes permanentes utilizados en motores eléctricos. Las restricciones chinas introducidas desde 2023 –sobre grafito, tierras raras, LFP de última generación y tecnologías de producción de baterías– han provocado interrupciones productivas en fabricantes de Europa y Estados Unidos, obligando incluso a algunas plantas a ralentizar temporalmente su actividad. En un país como España, donde avanza la puesta en marcha de gigafactorías y la electrificación de plantas como Martorell, Vigo o Figueruelas, la seguridad de materiales críticos se vuelve un factor decisivo.

El informe también destaca que la competitividad europea está lastrada por un mayor coste energético y una menor madurez industrial en la producción de baterías. Fabricar una batería NMC íntegramente en la UE cuesta alrededor de un 70% más que hacerlo en China, debido a la falta de economías de escala y a la menor eficiencia obtenida por los fabricantes europeos, todavía en fase de aprendizaje. La AIE afirma que igualar la eficiencia manufacturera de los productores chinos podría reducir a la mitad esa brecha, e insiste en que Europa –y por extensión España– necesita rampas rápidas de producción, alianzas industriales y políticas estables para generar demanda sostenida y justificar inversiones de largo plazo.

En el frente económico y laboral, la industria automovilística sigue siendo un pilar continental. En la UE genera más de 2,4 millones de empleos directos y más de 6 millones si se cuentan los sectores asociados, desde metalurgia hasta logística, lo cual refuerza la importancia estratégica del sector para países altamente dependientes como España. La transición hacia el vehículo eléctrico no tiene por qué destruir valor, pero sí altera su distribución: mientras el motor de combustión sustentaba un núcleo industrial europeo muy integrado, las cadenas del coche eléctrico dependen más de Asia y especialmente de China, por lo que el desafío consiste en atraer más fases productivas –especialmente baterías– al territorio europeo.

La AIE concluye que el futuro de la industria mundial dependerá de la capacidad de las regiones para asegurar cadenas de suministro resilientes, reducir costes en tecnologías clave y evitar una excesiva concentración geográfica. Para España, esto se traduce en un imperativo claro: acelerar la consolidación de proyectos de baterías, reforzar la integración en la cadena europea y mantener la capacidad exportadora en un mercado global que se electrifica a gran velocidad. El destino del automóvil –y con él el de millones de empleos y miles de empresas europeas– dependerá de decisiones tomadas ahora en política industrial, comercio internacional y tecnología.

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