El encuentro ha contado con la participación de Gonzalo de Olabarría, secretario general de la AEA; Enrique Mallón, secretario general de ASIME; Cruz Casal, directora fiscal de Cortizo; Marina Magán, directora Financiera de Exlabesa; y Francisco Quintá, presidente del Grupo Quintá (Extrugasa). Todos han coincidido en una idea: la industria gallega, pese a su fortaleza, se enfrenta a un escenario sin precedentes que exige respuestas inmediatas.
El CBAM: un mecanismo necesario pero incompleto y especialmente perjudicial para Galicia
Uno de los puntos centrales de la rueda de prensa ha sido el Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono (CBAM), que comenzará a aplicarse plenamente en 2026.
Los representantes de ASIME y AEA han advertido que, tal como está planteado, el CBAM introduce distorsiones importantes, especialmente en regiones altamente industrializadas y dependientes de la importación de metales, como Galicia.
Gonzalo de Olabarria (AEA) ha subrayado que “necesitamos un CBAM eficaz y justo, que proteja realmente a la industria europea. Tal como está diseñado, deja fuera productos transformados de aluminio como extrusiones y perfiles, no contempla las emisiones indirectas y carece de un sistema robusto de trazabilidad del reciclado”.
Y ha añadido que esta falta de cobertura “pone en riesgo la competitividad de muchas empresas gallegas que han invertido durante años en tecnología limpia y procesos eficientes”.
Por su parte, Enrique Mallón (ASIME) ha destacado que el CBAM se ha convertido en “un factor añadido que agrava una situación ya muy complicada. Por ello, cualquier incremento de costes afecta directamente a cientos de empresas manufactureras del sector metal y sus tecnologías asociadas”.
Asimismo, ASIME ha recordado que las industrias del sector metal sostienen Galicia, pero sufren el impacto de la incertidumbre europea. En concreto, el sector metal representa el 19% del PIB gallego y emplea a más de 60.000 trabajadores. Y los intervinientes han insistido en que, pese a su magnitud, el sector acusa especialmente los siguientes cambios del escenario europeo:
- Caída de la demanda industrial, especialmente en automoción, construcción y maquinaria.
- Tensiones en el suministro de materia prima, con aranceles y restricciones que afectan tanto al acero como al aluminio.
- Aumento de la presión competitiva internacional, con países como China y Turquía produciendo a costes muy inferiores o transformando metal que está prohibido para las industrias europeas.
- Deslocalización del reciclaje de chatarra, agravada por la atracción del mercado estadounidense y chino.
- Volatilidad de precios, que complica los planes de inversión.
Asimismo, durante el encuentro se ha afirmado que “somos una industria puntera, con liderazgo tecnológico y exportador. Pero necesitamos estabilidad regulatoria. No podemos competir con productos que llegan al mercado europeo con estándares ambientales mucho más bajos”.
Enrique Mallón ha incidido en el problema del acceso a chatarra: “la demanda global de aluminio reciclado está desbordada. Si no se controla la salida masiva de chatarra europea hacia terceros mercados, dejaremos de tener materia prima para nuestras fundiciones”. También ha añadido que “la industria se ha modernizado, ha invertido en eficiencia energética y en circularidad, pero necesitamos mecanismos europeos que acompañen ese esfuerzo y eviten que la competencia desleal siga erosionando nuestra industria”.
Gonzalo de Olabarria, en su intervención final, ha subrayado que Galicia sigue siendo “una potencia industrial que ha demostrado resiliencia en los peores momentos”, pero ha advertido que “no podemos dar por garantizada esa fortaleza si no se adoptan medidas urgentes”. De Olabarria ha concluido que “Galicia es líder europeo en transformación de aluminio. Tenemos conocimiento, capacidad y empresas de referencia internacional. Pero necesitamos un marco regulatorio justo que no penalice a quienes hacen las cosas bien”.
ASIME y AEA, así como los representantes de las empresas gallegas, coinciden en que la industria gallega “tiene futuro, pero necesita apoyo real y una política industrial europea a la altura de los desafíos actuales”.
