En cuanto a géneros, en este crecimiento del empleo la incorporación de hombres ha sido de 96.200 personas, alcanzando los 2.072.200 ocupados y la incorporación de mujeres se cifra en 52.000, hasta llegar a las 814.100 ocupadas. Así que el empleo femenino crece un 6,8% y el masculino lo hace en un 4,9%.
El desempleo industrial ha caído en 8.400 personas el último año, un 5,7% en tasa anual, afectando a 139.300 trabajadoras y trabajadores industriales, de las que son mujeres 47.200 y hombres 92.100. También se produce diferencia en función el género, ya que el desempleo femenino cae en tasa anual un 14,3%, en tanto que el masculino se redujo en un 0,5%, se cuentan 7.900 mujeres desempleadas menos y 500 hombres desempleados menos que hace un año.
No obstante, en términos inter-trimestrales (en los últimos tres meses), respecto al empleo, se corrobora la dinamización de la actividad laboral industrial, al confirmarse un aumento de 63.400 personas respecto a las que había ocupadas en la industria en el primer trimestre de 2024 (incremento del 2,2%) y una reducción del número de personas desempleadas en 9.300 personas (un 6,3%).
La reforma laboral sigue disminuyendo la precariedad, que ya está en mínimos históricos, ya que afecta al 8,78% de las 2.659.200 personas asalariadas en el sector industrial. No obstante, sigue evidenciándose la diferencia en función del género, pues de las 753.700 mujeres asalariadas, el 8,2% son temporales, frente al 8,2% de los 1.905.600 hombres que trabajan por cuenta ajena en el sector.
En este contexto, CCOO sigue insistiendo en la necesidad de aprobar cuanto antes una nueva Ley de Industria que aborde aspectos cruciales como la movilidad laboral, la transición energética justa- acordada por los agentes del sector- y la promoción de un sector industrial inclusivo, que fije como objetivo estratégico y prioritario la inserción de alta calidad en el sistema productivo global. Para lograr este objetivo, se requiere una planificación a medio y largo plazo que incluya inversiones significativas en investigación, desarrollo e innovación (I+D+I), así como en la formación y capacitación del capital humano en todos los niveles. Asimismo, “es fundamental establecer un marco de relación directa entre instituciones científicas, educativas y el sector productivo, además de mejorar la infraestructura física y tecnológica para impulsar la competitividad y el crecimiento sostenible de la industria española”, han concluido.
