Desde el punto de vista de la Alianza por la Competitividad de la Industria Española, el nuevo periodo europeo de cinco años que arranca en 2024 hasta 2029 será “determinante para el futuro del sector” en el continente, declara a industry TALKS Carlos Reinoso, portavoz de esta entidad que agrupa a nueve grandes asociaciones industriales: ANFAC, AOP, ASPAPEL, FEIQUE, FIAB, OFICEMEN, PRIMIGEA, SERNAUTO y UNESID.
Reinoso insiste en que, junto al Green Deal (Pacto Verde), aprobado en 2020, y sus ambiciosos objetivos, “tiene que haber un Industry Deal (Pacto Industrial) que lo complemente y sitúe a la industria europea en el nivel que necesitamos desde el punto de vista de la resiliencia de la economía europea pero también de la autonomía estratégica que tan de manifiesto se puso su necesidad tras la última pandemia”.
“Los cargos electos surgidos de las elecciones europeas celebradas la semana pasada en los 27 Estados miembros de la Unión Europea y los nuevos responsables que se nombrarán en la Comisión Europea tienen la obligación de hacer realidad ese Industry Deal para situar al sector en un nivel de competitividad por lo menos equivalente al contexto global”, sostiene Reinoso, esto, la potente y emergente China, pero también la industria norteamericana que en los últimos años y gracias a la Ley de Reducción de la Inflación de 2022, más conocida como Ley IRA, está recibiendo una inyección de competitividad muy consistente.
“Es necesaria una respuesta europea, liderada por los nuevos responsables, que asegure la competitividad global, pero también una situación homogénea en todos Estados miembros”, considera el portavoz de la Alianza, quien advierte del peligro de una ruptura del mercado interior que se estaría generando por la competencia interna en el seno de la Unión.
En los últimos años, la Comisión Europea ha ido relajando las ayudas de Estado, es decir, ha permitido que aquellos países que quisieran y pudieran apoyar a sus respectivas industrias lo hagan incluso más de lo que estaban autorizados anteriormente. El resultado ha dado pie a cierto desequilibrio.
La idea, señala Reinoso, pasa por que todos los gobiernos jueguen con las mismas reglas, lo que significaría crear una política industrial continental. “Eso supone que los mecanismos de apoyo a la industria se definan y se financien a nivel europeo, sea mediante fondos soberanos o mediante el mecanismo que se establezca en su caso”, destaca. Eso está bien puntualizado en el informe elaborado por Enrico Letta. El ex primer ministro italiano difundió en abril un documento titulado Mucho más que un mercado, donde habla, por supuesto, de competitividad.
Si no se hace así, continúa diciendo Reinoso, se acentuará lo que ya está sucediendo y pondrá en peligro la continuidad misma del mercado único, uno de los pilares sobre los que se ha construido la Unión Europea desde su creación en 1952 como Comunidad Europea del Carbón y del Acero.
“En los próximos meses se va a oír hablar mucho del Industry Deal. Es un tema donde va a haber mucha discusión”, adelanta el representante de la Alianza por la Competitividad. “Estamos viendo movimientos en esa dirección como nunca habíamos visto”, remarca.
Probablemente a consecuencia de la seria crisis que atraviesa la industria alemana, los guardianes del purismo en contra de los fondos soberanos europeos están cambiando de parecer, asumiendo que esas políticas son las únicas viables a la hora de hacer frente a este enorme reto, un desafío global que tiene profundas implicaciones porque los niveles de inversión para dar respuesta a la competencia norteamericana y china alcanzarían los miles de millones de euros.
A nivel conceptual, destaca Reinoso, ha habido un claro cambio de posición. El debate sobre el Industry Deal ya está sobre la mesa, una discusión donde el rol del Parlamento Europeo no será determinante, dado que sería el Consejo de la Unión (los representantes de los Estados miembros) quien tomaría las decisiones, teniendo en cuenta que el tema se refiere a la creación de fondos soberanos. El Consejo, a nadie se le escapa, está muy marcado por las sensibilidades nacionales.
En opinión de Miguel Ángel Benedicto, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Complutense de Madrid (UCM) especialista en temas de Europa, el giro hacia la derecha del Parlamento Europeo, concretamente con una cuarta parte de los diputados que pertenecen al ala de extrema derecha, va a llegar consigo “una desaceleración de las políticas verdes”, incluso aunque se pueda reeditar el Green Deal.
Benedicto estima que se va a flexibilizar la política de competencia en el seno de la Unión Europea para llevar a cabo una política industrial europea. “La Comisión, seguramente, va a apoyar más a la industria”, pronostica el politólogo. “Y va a hacer que, de algún modo, se flexibilicen esas ayudas de Estado. Estoy convencido”.
Por sectores, sostiene el profesor universitario, probablemente uno de los que más beneficiado va a ser es el sector de la defensa. No es casual que la propia presidenta de la Comision Europea, Ursula Von der Leyen, adelantara que habrá un nuevo comisario de Defensa.
Las políticas de defensa, recuerda Benedicto, se adoptan en la UE por unanimidad; es decir, que no decidirá directamente la Comisión, pero, aún así, “puede darle un impulso” a través del Fondo Europeo de Defensa (EDF). También puede ser ventajoso para la industria sanitaria o la vinculada con las telecomunicaciones, dice.
Giovana Faggionato, periodista especializada de Competencia en el periódico Político.eu, también ha valorado para este diario digital las consecuencias que puede tener para el mundo de la industria el veredicto de las urnas. “Tenemos puntos seguros e interrogantes”, resume.
Por un lado, “estamos viendo un gran retroceso de los logros del Green Deal”, enfatiza Faggionato, citando a Manfred Weber, presidente del Partido Popular Europeo (PPE), quien ya ha dicho en público y sin rubor que fue “un error” aprobar la prohibición de vender vehículos propulsados por combustibles fósiles para 2035. Esa fecha es la piedra de toque del Green Deal, el gran acuerdo verde que prevé la descarbonización en los 27 Estados miembros para el año 2050.
“Ciertamente, el Green Deal está en peligro. Claramente esto es una consecuencia del gran ascenso de la derecha, y no es solo un cambio interno del PPE. También tenemos algunos interrogantes porque, en paralelo, Francia y Alemania están proponiendo bajar las reglas de competencia y apoyar más a los campeones europeos”, es decir, a las grandes empresas continentales.
“Eso es algo que puede seguir adelante, que gane terreno con el resultado de las elecciones europeas, pero a la vez hay muchas llamadas pidiendo integración como la clave para hacer de Europa grande de nuevo, usando el lema de Donald Trump”, comenta la periodista italiana del periódico digital en inglés que tiene su sede central en Bruselas.
Por ejemplo, el expresidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi apunta, en el muy esperado informe sobre competitividad que le encargó la Comisión Europea, que es necesario un cambio drástico dentro de la Unión.
El informe será presentado a mediados de junio o principios de julio, pero él mismo está adelantando ideas contenidas en el documento. Así, dice Draghi que debemos actuar de una forma en la que nunca hemos actuado, implícitamente hablando de más integración, una nueva herramienta efectiva para coordinar las políticas económicas. Lo que deja claro es que pide más coordinación como clave para conseguir más competitividad.
“Algunos actores globales han dejado de respetar las reglas internacionales con medidas proteccionistas, como Estados Unidos”, para “atraer capacidades manufactureras a su territorio, incluyendo compañías europeas, y la UE no ha reaccionado; sin acciones políticas estratégicas coordinadas a escala europea, algunas industrias de uso intensivo de energía tendrán que salir de Europa o cerrar”, explicó Draghi en un foro celebrado en Bélgica el pasado mes de abril.
“Lo que realmente lo cambiaría todo sería la unión de los mercados europeos de capitales; esto es clave para permitir a las grandes empresas europeas crecer y poder competir con Estados Unidos y China, e impulsar la creación de campeones europeos en sectores clave como telecomunicaciones”, sugiere Draghi. Y añade: “Europa se encuentra sujeta a la competencia de otras regiones del mundo que ya no siguen ninguna regla y están diseñando políticas de forma proactiva para fortalecer su productividad. En el mejor de los casos, estas políticas apuntan a redirigir las inversiones hacia sus economías en detrimento de las nuestras, y en el peor de los casos están diseñadas para hacernos dependientes de ellas de forma permanente”.
El proteccionismo de Washington y Pekín sirve, de esta manera, para excluir a los competidores, mientras ambas capitales despliegan sus armas de poder geopolítico para reorientar y asegurar las cadenas de suministro, herramientas estas indispensables para mantener firme el músculo del tejido industrial.
“Es necesaria una redefinición de la UE similar a la realizada hace setenta años al crear la industria del carbón y del acero”, puntualiza Draghi al explicar lo radical que debe ser el cambio pues “Europa necesita un impulso industrial que al menos iguale la propuesta estadounidense y que refuerce poderosamente el continente frente a China”.
El problema es que, en este nuevo escenario político surgido tras los comicios de la semana pasada, los Estados miembros deben debatir si el camino de la competitividad es factible o no, opina la experta de Político.eu, sobre todo teniendo en cuenta las agitadas agendas nacionales que viven Francia -adelanto de las elecciones generales para este mismo mes- y Alemania -al borde la recesión con la industria muy tocada.
Y esto enlaza directamente con una política que profundice el mercado único. Una de las propuestas, que no es la única, es que la Comisión Europea aumente el número de regulaciones en comparación con el número de directivas para evitar que los Estados miembros reduzcan las barreras internas dentro del mercado único. Y dentro de la ecuación tampoco hay que olvidar cuánto poder va a dejar el nuevo Parlamento en manos de la Comisión.
Y surge la pregunta: ¿Es todo esto una buena o una mala noticia para el desarrollo de una regulación industrial a nivel europeo? “Depende de lo que considere como regulación”, aclara Faggionato. Para la próxima Presidencia rotatoria del Consejo de la Unión Europea, que ostentará Hungría a partir del 1 de julio, “el Industry Deal es una prioridad”, desvela la reportera.
El Parlamento Europeo que ha virado a la derecha también parece propenso a apoyar ese Industrial Deal firmemente solicitado por el sector a través de la Declaración de Amberes. Pero tanto el gobierno de Francia como el de Alemania atraviesan serios apuros y “es difícil para ellos tomar una dirección clara y están aplazando la incertidumbre”, considera Faggionato. De hecho, ya es un axioma considerar que cuando la maquinaria franco-alemana tiene problemas, las capacidades europeas también se ven afectadas.
Los resultados de las elecciones pueden confirmar algunas metas para el siguiente mandato de la Comisión en lo relativo a políticas industriales. Pero la incertidumbre no es tan buena para las empresas, aunque algunas firmas se puedan beneficiar de estas aguas turbulentas.
De hecho, no es un secreto que sectores del centro derecha europea piensan que Von der Leyen ha ido demasiado lejos con el marco jurídico del Green Deal; de ahí que suene mucho, aunque ahora menos, en las quinielas el nombre de Draghi como sucesor de la alemana que busca la reelección. En todo caso, el cargo del presidente de la Comisión Europea es ratificado por el Europarlamento en votación secreta, pero el nombre es una propuesta previa de los gobiernos de los Estados miembros.
“Un 10% del Parlamento suele cambiar su voto”, declara Benedicto en este sentido, quien rememora que el nombramiento de Von der Leyen quedó ratificado en 2013 tan solo por nueve votos.
Para la eurodiputada electa por el Partido Popular (PP), Susana Solís, el panorama de la actual legislatura es muy diferente al del anterior mandato. Para ella, el Green Deal es “necesario”, pero sus objetivos climáticos son “demasiado ambiciosos y con calendarios alejados de la realidad”.
“Sin embargo, ahora estamos ante un escenario distinto”, considera Solís respondiendo a las preguntas de industry TALKS. “Es hora de permitir a la industria un periodo de adaptación a toda la regulación que se ha aprobado en los últimos años. Y buena parte del nuevo Parlamento parece tenerlo claro”.
“Con la victoria reforzada del Partido Popular Europeo en las elecciones europeas, somos el centro gravitacional que va a orientar la toma de decisiones. Y gracias a esto, vamos a contar con el apoyo suficiente en la Eurocámara como para respetar lo que la industria nos pide: un parón en las exigencias regulatorias y un poco de tiempo para hacerse a ellas”, señala.
“Sin industria no hay competitividad, y, si queremos seguir creciendo en competitividad europea, debemos dar espacio a nuestro tejido industrial, a quien le hemos exigido mucho en esta legislatura que termina”, dictamina la eurodiputada que encadena un nuevo mandato como representante de España en el hemiciclo de Estrasburgo.
El recién conformado Parlamento Europeo, estima Solís, también tendrá que hacer frente a uno de los grandes retos de la Unión: el desafío económico e industrial. “El peso económico de la Unión Europea en el mundo ha disminuido en los últimos 30 años de un 20% a un 13,3%. Está claro que deberemos encontrar un modelo de crecimiento que no se limite a generar y exportar regulaciones y establecer objetivos ambiciosos. Pero sin la radicalidad propuesta por los extremos, que parecen querer volar por los aires las bases regulatorias que hemos sentado para la innovación industrial europea. Por eso, en la próxima legislatura, el pilar central será el nuevo Pacto Industrial (Industry Deal), que prime la competitividad europea, algo que será prioritario para la familia popular europea”.
“La buena noticia es que en los últimos meses hemos empezado a ver este cambio”, manifiesta Solís. La eurodiputada reinvidica, en este sentido, la ya mencionada Declaración de Amberes, que pide un plan de acción integral para elevar la competitividad como una prioridad estratégica. “Esta medida ha sido respaldada por el Informe Letta, y todo apunta a que se incluirá también en el Informe Draghi que leeremos próximamente”. La Declaración de Amberes fue suscrita en febrero de este año por los líderes de 20 sectores de la industria básica europea.
“No me cabe duda de que la nueva Presidencia de la Comisión Europea propondrá el Pacto Industrial dentro de los primeros 100 días del nuevo mandato con el objetivo de priorizar la reducción de los precios de la energía, reducir la burocracia y la superposición legislativa, promover la innovación a través de instrumentos como los entornos de pruebas regulatorios y apoyar a sectores industriales clave en toda la cadena de suministro”, adelanta.
Según Solís, otras dos piezas claves de este nuevo Pacto Industrial serán:
- Acompañar cada propuesta legislativa con una revisión exhaustiva de competitividad, donde se rechazarán todas aquellas proposiciones que no aumenten la competitividad o que añadan cargas innecesarias a ciudadanos y empresas.
- Promover un sello Made in Europe para distinguir productos fabricados bajo estándares europeos de calidad.